
El pecho condecorado de uno de los militares colombianos que participó en la guerra de Corea, 70 años después del armisticio.
Foto: Universidad de los Andes - Daniel Álvarez
El 19 de febrero del presente año se publicó la noticia de que en Armenia un veterano de Corea había empeñado las condecoraciones. Con este acto, sombríamente simbólico, pero muy explicable, hizo crisis la tremenda situación de muchos excombatientes, que al regresar a la vida civil, con su heroica aureola y sus medallas, no encontraban materialmente cómo ganarse la vida. Era enteramente natural, aunque alarmante como indicio de la grave situación de los veteranos, que uno de ellos empeñara sus condecoraciones. (
Por Gabriel García Márquez * / Especial para El Espectador
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