Ablación en Somalia: La historia de la modelo Waris Dirie
Waris Dirie fue mutilada genitalmente cuando tenía tres años. Entre 1997 y 2003 fue nombrada embajadora especial de la ONU para erradicar esta práctica.
María Paula Lizarazo
Waris Dirie (1965) era una niña cuando iba a ser entregada a un hombre mucho mayor que ella para casarse. Vivía en el desierto con sus hermanos, su madre y su padre. Una noche, antes del matrimonio, decidió irse a escondidas. Su madre la escuchó y le envió un manto con uno de sus hermanos menores. La niña se despidió de su hermano y se fue caminando a oscuras por el desierto. Allí pasó muchos días y noches, caminando, durmiendo y comiendo hojas, hasta que dio con una carretera y en un camión pudo llegar a una ciudad.
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Waris Dirie (1965) era una niña cuando iba a ser entregada a un hombre mucho mayor que ella para casarse. Vivía en el desierto con sus hermanos, su madre y su padre. Una noche, antes del matrimonio, decidió irse a escondidas. Su madre la escuchó y le envió un manto con uno de sus hermanos menores. La niña se despidió de su hermano y se fue caminando a oscuras por el desierto. Allí pasó muchos días y noches, caminando, durmiendo y comiendo hojas, hasta que dio con una carretera y en un camión pudo llegar a una ciudad.
En la ciudad le ayudaron y la subieron a un avión cuyo destino era Londres. En Londres pasó varios años trabajando en la embajada de Somalia, pero con la guerra civil de ese país a comienzos de los años 90, la embajada cerró.
Siguieron pasando los años. Dirie encontró en una bailarina de ballet una amistad. Gracias a su amiga, después de seis años viviendo en Londres, aprendió inglés. Consiguió trabajó limpiando en un restaurante de comidas rápidas y se fue a vivir a una habitación con su amiga.
La película Flor del desierto (2009) cuenta la historia de Waris Dirie. Algunas escenas exaltan controversialmente la libertad en Occidente.
Una noche Dirie ve a su amiga teniendo relaciones sexuales con un desconocido de una fiesta. Luego de que el hombre se va, Dirie le dice que las mujeres puras no hacen eso y le muestra que está “cortada”. Le cuenta que el corte que le hicieron a ella cuando tenía tres años, simboliza su pureza.
Según cifras de la Unicef de 2020, más del 90% de mujeres y niñas en Somalia y Guinea son sometidas a alguna de las formas de ablación genital. El informe aclara que por año, alrededor de cuatro millones de mujeres en todo el mundo, corren el riesgo de ser mutiladas en sus genitales, la mayoría con una edad menor a los 15 años. Estas prácticas se suelen hacer en el desierto y sin condiciones higiénicas. Muchas de las niñas mueren porque se les forma una infección en la herida o viven con hemorragias y fuertes dolores por el resto de su vida.
La ablación consiste en una lesión de los genitales sin ninguna razón médica de por medio y en la mayoría de los casos implica la mutilación de los genitales externos. El fin de esta norma social es el control sexual de las víctimas, como la inhibición del placer en las relaciones sexuales. No obstante, entre las comunidades somalíes, esta práctica se ejerce como un precepto religioso, aunque el Corán no la ordena ni la menciona; también, como una práctica que garantiza el honor de la familia y el matrimonio de la niña quien, normalmente, en la noche de bodas es nuevamente cortada, pero por su esposo, para tener relaciones sexuales: tras la ablación, las niñas son cosidas con una aguja gruesa y les dejan apenas un pequeño orificio para la orina y la menstruación.
Una tarde en Londres, Dirie está con su amiga almorzando en un parque. De repente siente un dolor muy intenso y termina en un hospital. Deben intervenirla para arreglarle los puntos que le tomaron luego de la ablación, dos décadas atrás.
En ese tiempo Waris Dirie empezaba su carrera como modelo. Pasó por las pasarelas de Londres, París, Nueva York. Su historia era contada en los medios de comunicación con morbo, con titulares tipo: “del desierto a las pasarelas de Londres”.
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Una tarde concedió una entrevista en Nueva York con un fin único. No contó cómo fue que un fotógrafo la descubrió en el restaurante en el que trabajaba en Londres. Habló del verdadero día que cambió su historia para siempre. Narró desde el dolor de una niña de tres años, la mañana en la que su clítoris quedó sembrado entre las piedras del desierto.
Tras esa narración, Waris Dirie fue nombrada embajadora especial de la ONU contra la mutilación genital femenina, entre 1997 y 2003. Dirie usó su sensualidad como un símbolo de libertad y derechos sexuales, su cuerpo como un territorio autodeterminado y propio, su vida como un propósito político, rindiendo homenaje al significado de su nombre: Waris, flor del desierto.