La escritora estadounidense Lucia Berlin solía decir que su madre “siempre pensaba lo peor de todo y de todos. O estaba loca o era una visionaria”. Y eso son los artistas: locos, visionarios; ambos, ingredientes infaltables en el proceso creativo. Ese es el caso de la argentina Agustina Bazterrica, quien hizo historia con la brutal distopía de Cadáver exquisito, la novela con la que ganó el premio Clarín, en 2017, que la lanzó a la fama mundial y que resulta, ahora más que nunca, inquietantemente pertinente.
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En su caso, los tres últimos años, gracias a esta obra, han sido como el descenso vertiginoso de una bola de roja nieve y carne humana, porque cuenta la historia de un mundo caníbal en el cual todos los animales han muerto y la única proteína disponible, claro, es la nuestra. Cadáver exquisito va por la sexta edición y ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos mandarín y ruso, y la autora acaba de ceder sus derechos para la realización de una serie de televisión que se comenzaría a producir a mediados del año entrante en México.
“El éxito de la novela lo veo más en el boca a boca, que a causa de la paranoia generada por la pandemia. Cadáver exquisito es una novela que marca, que terminas y sientes que tienes que comentarla ya mismo con alguien más”, asegura la escritora.
También Bazterrica acaba de lanzar Diecinueve garras y un pájaro oscuro, un compendio de historias cortas en las que escarba de nuevo en la psique humana, con su escalpelo de humor negro y truculencia.
“No creo que mi obra tienda al terror. Mi literatura es más de denuncia. Mi creación siempre es entorno a temas a los cuales hay que ponerles el foco. Cadáver exquisito es una reflexión sobre el capitalismo salvaje, el sistema en el que vivimos, en el que ya es normal que nos devoremos los unos a los otros, de alguna manera”, explica.
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¿De dónde surgió esta nueva obra?
Estos cuentos son anteriores a Cadáver exquisito. Sin embargo, son cercanos porque yo creo que mi sensibilidad se mueve hacia lo truculento u obscuro, hacia la ironía o el humor negro. Mi forma de escribir es directa, descarnada; siempre voy al hueso de la cuestión.
Con respecto a Cadáver exquisito, algunos la han tachado de “panfleto vegano”…
No estoy de acuerdo con eso porque, primero que todo, no me interesa el arte con moraleja y cuando escribo no pretendo convencer a nadie de nada. La literatura que genera cuestionamientos es la que me gusta. Eso era lo que quería lograr con Cadáver exquisito. Traté de narrar una historia honesta en la cual el propio lector es quien saca sus conclusiones.
También es una obra muy gráfica, respecto a la manipulación de la carne humana y al trato de seres humanos como ganado. ¿Qué es lo peor que le han dicho de esa novela? ¿Ha sido vetada en algunos sectores?
Todo lo contrario, incluso he dictado muchas charlas en colegios, por Zoom, e incluso presencial antes de que empezara la pandemia. Hasta me desplacé ocho horas en auto para hablar con clases de quince muchachos. De comentarios, algunas cosas graciosas como la señora que me denunció con la Asociación de Escritores Argentinos por la manera en que trato a mis personajes, o la que leyó el final del libro y dice que esperó dos horas para releerlo con la esperanza de que hubiera cambiado.
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Nombres como Samantha Schweblin, Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara y Dolores Reyes han hecho que en los últimos años estemos viviendo una auténtica oleada de exitosas escritoras argentinas.
No me atrevería a llamarla una ola o un movimiento; creo, más bien, que esto se debe a que las mujeres estamos haciendo más cosas ahora. Se están generando nuevos espacios, un poco de mayor equidad en todos los campos. Pero tampoco se trata de instaurar un matriarcado, sino más bien de evolucionar hacia la aceptación de las minorías, hacia un mundo más equitativo.
¿Cómo se ve, en retrospectiva, frente a Matar a la niña, su primera novela?
Hay escritores que reniegan de sus primeras obras; yo no. Gracias a ella construí todo lo de ahora. Hay una evolución y una forma de ver el mundo un poco distinta, por supuesto, porque depende también de quién eres y del mundo que te rodea en el momento en que concibes tu obra, pero mi esencia está allí.