
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Una lectura de despedida, fidelidad y cuidado.
Publicado en mayo de 2025, Ahora y en la hora es un libro atravesado por la pérdida de Victoria Amelina, escritora ucraniana, muerta en un bombardeo en Kramatorsk. Abad la había conocido poco antes y la recuerda con la hondura de quien no se explica una muerte así. Sin proponérselo del todo, el libro se convierte en un acto de duelo, pero también de confesión, de memoria, de humanísima impotencia.
En mi lectura, seleccioné fragmentos que conservan la respiración del texto: gestos mínimos, silencios, intuiciones que no buscan conmover con estruendo, sino acompañar con afecto.
El contexto es simple y estremecedor: un escritor que intenta comprender lo que vivió, lo que sintió, lo que le pesa. Lo que se lee no es solo la muerte, sino el vínculo. La palabra no narra el dolor, lo acompaña.
- Incluso una existencia corta sería demasiado larga para contarla completa.
- Mi más querido aliado, siempre, es el olvido.
- Era interesante, era complementario, que también Colombia resultara tierra incógnita para los ucranianos.
- No es la geopolítica, no es la ideología, son las personas las que nos enseñan a querer y a darles un rostro y una identidad a las naciones.
- Fui completando el mapa de las devociones más cercanas a mi pasión y oficio: la del arte de recrear con palabras y comprender con narraciones la realidad y la experiencia.
- Las más demenciales pasiones de poder y de dominio tan solo se sacian cuando lo tienen todo.
- Un país se defiende de lo que ya ha padecido porque es lo que más teme que se repita.
- Sentía algo hondo, triste y bonito al mismo tiempo.
- Cuando uno pasa demasiado tiempo solo, concentrado en las señales íntimas que nos anuncian cómo se va acercando la muerte…
- Que los amores salten en añicos es una más de las consecuencias de la guerra.
- La guerra es una especie de agujero negro que engulle vidas como si fueran átomos.
- Me intrigaba su rostro, que era al mismo tiempo serio, sonriente y triste, con esa tristeza que la sonrisa no logra borrar.
- Ante las situaciones extremas buscaba siempre la justicia, no desde el punto de vista legal, sino moral.
- Cuando un escritor no ha leído a otro, la conversación entre ellos se hace ardua y es común que entre los dos se instale una especie de timidez teñida de culpa.
- La compasión sentida como algo casi desbordado, como una enfermedad.
- No sirve para ser testigo con mirada de miope.
- Me he vuelto amigo suyo después de su muerte.
- Al leer a los escritores nos volvemos sus amigos, a veces casi íntimos.
- Nada se parece tanto a nosotros como lo que dejamos por escrito.
- Me había levantado incólume del suelo, ileso y vivió, asombrosamente vivo, aunque ya nunca más volveré a ser el mismo.
- Como nadie lo ha leído, salvo yo mismo mientras lo hago, esta es todavía una escritura silenciosa, sin lector, sin eco y sin testigos.
- La poesía condensa (cuando es buena) lo que la prosa no puede lograr.
- Escribo para no morirme y para entender y merecer la muerte.
- Es una gran virtud morirse sin ganas de dejar la vida.
- Yo pienso exactamente lo contrario: que las palabras previenen las desventuras.
- La muerte no es nada mientras no llegue, y yo no seré nada al llegarme la muerte.
- La inmortalidad debió de inventársela un padre que perdió a su hijo, me digo.
- Y porque no sé qué más hacer con lo que vivo, salvo escribirlo.
- <Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano>. Orwell
- No quiero escribir para sentirme inocente ni quiero escribir para sentirme culpable.
- Para no dejar que mi mente se defienda, como siempre, olvidando.