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                                                                                                                              Al Pacino: la nostalgia entre el pasado y el presente

                                                                                                                              El estadounidense interpreta a Jimmy Hoffa en "El irlandés". Su interpretación de uno de los sindicalistas más recordados en la historia de Estados Unidos lo llevó a ser uno de los nominados a mejor actor de reparto en los Premios Óscar 2020.

                                                                                                                              Andrés Osorio Guillott

                                                                                                                              Al Pacino, nominado a mejor actor de reparto en los Oscars 2020 por su papel del sindicalista Jimmy Hoffa. / Netflix

                                                                                                                              Hay que hablar de Alfredo James Pacino, de Al Pacino, por ser el pasado, el presente y la historia misma del cine y el teatro. Su presencia en las artes representa la nostalgia de un pasado que se va entre los dedos como se va la arena. Su capacidad de seguir haciendo parte de las grandes pantallas y de las tablas que nunca ha dejado nos hace pensar que su legado no terminará con la ausencia venidera por su edad y que su participación en El Irlandés bien podría ser de las últimas que realice para el séptimo arte. 

                                                                                                                              Al Pacino se ve rejuvenecido por la magia del maquillaje y de los efectos visuales. Físicamente es el logro de la industria, pero su pasión y vocación es lo que da esencia a su fuerza para seguir trabajando en esas extensas horas de rodaje que exigen que cada detalle sea pulido y perfecto. El estadounidense, que nació en la misma época en la que su personaje ya hacía su testimonio como sindicalista, es decir, en 1940, es uno de los pesos pesados que hace parte de El Irlandés. Junto con Robert de Niro, el ya ganador de un Premio Óscar en 1992 por Scent of a Woman (Perfume de mujer) cumple con representar e Jimmy Hoffa, aquel sindicalista desaparecido por sus luchas en contra de las injusticias cometidas con la clase obrera estadounidense, específicamente con la población camionera de la época. 

                                                                                                                              Si le interesa seguir leyendo sobre los nominados a mejor actor de reparto en los Oscars 2020, le recomendamos: Anthony Hopkins: su éxito fue su venganza

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              “El teatro se basa en la repetición. Y a mí esa repetición me provoca avaricia, ganas de volver a crear momentos mágicos. Las palabras ya están escritas, pero tú inventas sentimientos", afirmaba Al Pacino en una rueda de prensa que dio en el Festival de Cine de Venecia en 2015 y que fue comentada por El País de España ese mismo año. Por eso es que el estadounidense retorna constantemente a los teatros de Europa, a grandes templos de las tablas como lo es el Théâtre de París, lugar donde ha impartido clases magistrales de este arte y donde ha vuelto para hacer de la repetición esa metáfora del recuerdo y de la reafirmación de su pasión por generar sentimientos en quien lo observa con la curiosidad y el respeto por ser una leyenda viva, una leyenda que él niega ser, que no admite para hablar de él pero sí admite para hablar de Marlon Brando. 

                                                                                                                              Al Pacino creció con su madre, Rose Gerardi, y con sus abuelos. A su papá, Salvatore Pacino, lo recuerda poco. Un divorcio y un abandono del que no se queja le impidieron contar con la figura paterna, con un vacío que fue reinventado y utilizado para sumarle inspiración a los momentos de ira, para hacer que las fuertes pasiones se vieran genuinas en el escenario y en las cámaras. 

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Otras películas como Scarface, Serpico o Heat reflejan el compromiso de un actor que, como muchos otros, necesitó de la esencia del teatro, de la vieja escuela de las tablas y de los versos eternos de Shakespeare. Y ahora, con su reaparición en El Irlandés, el estadounidense recuerda esos años en que fue asediado por la prensa y por la algarabía de la gente. En este presente afirma que puede controlar mejor esos mundos frenéticos, que la madurez de antaño lo mantiene al margen de un ritmo que agota, que agobia, que recuerda que el poder y el reconocimiento siguen siendo nociones y no virtudes posibles de controlar por los seres humanos. Su participación en un relato que lo acerca de nuevo al mundo de la mafia en Estados Unidos nos hace pensar que su ceño fruncido, su puño sobre la mesa y su firmeza impregnada de una voz gruesa y una mirada fija son los ademanes precisos y justos para aquellos personajes que exigen contar una parte de una historia difícil, plagada de misterios y de rumores de las fuerzas oscuras que manejan el mundo. 

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Su papel de Jimmy Hoffa no es solo una reivindicación de su don artístico, es también una oportunidad para traer a la memoria a un sindicalista que, como todos los que se atreven a serlo, quiso defender a los que fueron oprimidos, a los que trabajaban sin las condiciones necesarias para que su vida fuera algo más que lo laboral. La desaparición e impunidad del caso Hoffa en manos de Al Pacino nos parece sugerir que ser defensor de minorías y portador de ideas nobles es una condena de muerte en un mundo que pudo cambiar de costumbres y principios, pero que sigue regido por el mal que se apoya en el poder, el dinero y el establecimiento.

                                                                                                                               

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                                                                                                                              Hay que hablar de Alfredo James Pacino, de Al Pacino, por ser el pasado, el presente y la historia misma del cine y el teatro. Su presencia en las artes representa la nostalgia de un pasado que se va entre los dedos como se va la arena. Su capacidad de seguir haciendo parte de las grandes pantallas y de las tablas que nunca ha dejado nos hace pensar que su legado no terminará con la ausencia venidera por su edad y que su participación en El Irlandés bien podría ser de las últimas que realice para el séptimo arte. 

                                                                                                                              Al Pacino se ve rejuvenecido por la magia del maquillaje y de los efectos visuales. Físicamente es el logro de la industria, pero su pasión y vocación es lo que da esencia a su fuerza para seguir trabajando en esas extensas horas de rodaje que exigen que cada detalle sea pulido y perfecto. El estadounidense, que nació en la misma época en la que su personaje ya hacía su testimonio como sindicalista, es decir, en 1940, es uno de los pesos pesados que hace parte de El Irlandés. Junto con Robert de Niro, el ya ganador de un Premio Óscar en 1992 por Scent of a Woman (Perfume de mujer) cumple con representar e Jimmy Hoffa, aquel sindicalista desaparecido por sus luchas en contra de las injusticias cometidas con la clase obrera estadounidense, específicamente con la población camionera de la época. 

                                                                                                                              Si le interesa seguir leyendo sobre los nominados a mejor actor de reparto en los Oscars 2020, le recomendamos: Anthony Hopkins: su éxito fue su venganza

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              “El teatro se basa en la repetición. Y a mí esa repetición me provoca avaricia, ganas de volver a crear momentos mágicos. Las palabras ya están escritas, pero tú inventas sentimientos", afirmaba Al Pacino en una rueda de prensa que dio en el Festival de Cine de Venecia en 2015 y que fue comentada por El País de España ese mismo año. Por eso es que el estadounidense retorna constantemente a los teatros de Europa, a grandes templos de las tablas como lo es el Théâtre de París, lugar donde ha impartido clases magistrales de este arte y donde ha vuelto para hacer de la repetición esa metáfora del recuerdo y de la reafirmación de su pasión por generar sentimientos en quien lo observa con la curiosidad y el respeto por ser una leyenda viva, una leyenda que él niega ser, que no admite para hablar de él pero sí admite para hablar de Marlon Brando. 

                                                                                                                              Al Pacino creció con su madre, Rose Gerardi, y con sus abuelos. A su papá, Salvatore Pacino, lo recuerda poco. Un divorcio y un abandono del que no se queja le impidieron contar con la figura paterna, con un vacío que fue reinventado y utilizado para sumarle inspiración a los momentos de ira, para hacer que las fuertes pasiones se vieran genuinas en el escenario y en las cámaras. 

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Otras películas como Scarface, Serpico o Heat reflejan el compromiso de un actor que, como muchos otros, necesitó de la esencia del teatro, de la vieja escuela de las tablas y de los versos eternos de Shakespeare. Y ahora, con su reaparición en El Irlandés, el estadounidense recuerda esos años en que fue asediado por la prensa y por la algarabía de la gente. En este presente afirma que puede controlar mejor esos mundos frenéticos, que la madurez de antaño lo mantiene al margen de un ritmo que agota, que agobia, que recuerda que el poder y el reconocimiento siguen siendo nociones y no virtudes posibles de controlar por los seres humanos. Su participación en un relato que lo acerca de nuevo al mundo de la mafia en Estados Unidos nos hace pensar que su ceño fruncido, su puño sobre la mesa y su firmeza impregnada de una voz gruesa y una mirada fija son los ademanes precisos y justos para aquellos personajes que exigen contar una parte de una historia difícil, plagada de misterios y de rumores de las fuerzas oscuras que manejan el mundo. 

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Su papel de Jimmy Hoffa no es solo una reivindicación de su don artístico, es también una oportunidad para traer a la memoria a un sindicalista que, como todos los que se atreven a serlo, quiso defender a los que fueron oprimidos, a los que trabajaban sin las condiciones necesarias para que su vida fuera algo más que lo laboral. La desaparición e impunidad del caso Hoffa en manos de Al Pacino nos parece sugerir que ser defensor de minorías y portador de ideas nobles es una condena de muerte en un mundo que pudo cambiar de costumbres y principios, pero que sigue regido por el mal que se apoya en el poder, el dinero y el establecimiento.

                                                                                                                               

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                                                                                                                              Ver todas las noticias
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