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Desde su origen, el Museo de Arte Moderno de Bogotá se propuso contribuir al progreso de su entorno, no solo desde su labor como recinto cultural, sino también como agente activo en la economía y relacionamiento con la ciudad y sus habitantes. Su misión trasciende las fronteras de la capital, así que, según sus administradores, la Gala MAMBO es un evento que pretende impactar a Colombia y el resto del continente.
“Como conmemoración a esta importante fecha, se ha creado el Premio MAMBO a la Filantropía en las Artes, en reconocimiento al mérito y trayectoria a quienes hayan dedicado esfuerzos sobresalientes al desarrollo cultural del país. Se encenderá una llama que da inicio a este gran reconocimiento a aquellos que toman la decisión de donar su tiempo, recursos, talento, trabajo y creatividad, para apoyar las artes en Colombia”, se lee en la página oficial del museo.
Este miércoles, el periodista y locutor Julio Sánchez Cristo, comunicó en su cuenta de Instagram que el exministro de cultura Alberto Casas fue conmemorado con este premio. “El MAMBO otorga a Alberto Casas el muy merecido premio por su aporte a la cultura durante décadas. Los amantes del arte aplaudimos de pie”, escribió.
“Quienes conocemos esa hoja de vida de Alberto Casas, entregada al arte, aplaudimos este merecido reconocimiento. Enhorabuena”, agregó. Alberto Casas Santamaría es un abogado, político y periodista colombiano. Como político se ha desempeñado en los cargos de ministro de Comunicaciones, ministro de Cultura, embajador de Colombia en Venezuela, México y Serbia, diputado de la Asamblea de Cundinamarca, concejal de Bogotá, representante a la Cámara y senador de Colombia.
Las memorias de Alberto Casas - Gustavo Páez Escobar
Leídas las Memorias de un pesimista, de Alberto Casas Santamaría, me queda el grato sabor de encontrar en ellas un compendio del pensamiento del autor, inspirado por sus firmes convicciones políticas, éticas y morales. Como testigo que ha sido de grandes sucesos de la historia nacional, su visión es nítida en los aspectos que trata, y sus juicios son dignos de la mayor consideración por reflejar la postura de un colombiano controversial y respetable, que además es amigo del diálogo y la concordia.
El hecho de adjudicarse la calificación de pesimista frente al manejo que han tenido los capítulos más protuberantes de la nación indica su capacidad de análisis y su rechazo a los dirigentes que no han sido capaces de encontrar las soluciones que remedien los agudos problemas que agobian al país. Dice que Colombia siempre ha vivido polarizada entre el sí y el no, a partir del enfrentamiento entre Bolívar y Santander.
El ánimo opositor llevado a extremos arrasadores ha sido la brújula constante en los dos siglos que siguieron a la Independencia. Como nadie quiere ceder y todos quieren ganar, la armonía de los colombianos se ha hecho trizas –expresión muy adecuada en el momento actual, cuando unos defienden los acuerdos de paz y otros quieren destruirlos–. La época de la Violencia, el episodio más nefasto del siglo XX, marcado en sucesivas reyertas por el sí y el no, obedeció a la lucha imparable entre liberales y conservadores, que se disputaron el poder entre 1930 y 1948 y dejaron miles de cruces a lo largo y ancho del país.
Alberto Casas posee amplia autoridad para discernir la realidad del país. Ha sido ministro de Comunicaciones y Cultura, embajador en México y Venezuela, diputado a la Asamblea de Cundinamarca, concejal de Bogotá, miembro de la Cámara de Representantes, senador de la República. En el campo del periodismo ha estado vinculado a El Siglo, las revistas Diners y Bocas, el Noticiero de Mediodía, La FM y W Radio.
Su presencia en la vida pública viene desde sus albores estudiantiles. Cuenta que a los siete años conoció a Laureano Gómez en su casa de La Candelaria, cuando el líder conservador fue a visitar a sus padres con motivo de sus bodas de plata. “Siempre me pareció una figura descomunal”, anota. Esta admiración ideológica se caracterizó más tarde, siendo estudiante del Colegio del Rosario, cuando se dedicó a promover las ideas de Álvaro Gómez Hurtado. La cercanía con la casa Gómez le fijó un puesto en la política, y ahora, en sus memorias, hace un análisis minucioso sobre el 13 de junio y la dictadura de Rojas Pinilla que nació allí.
Para la gente de hoy resultan lejanos aquellos episodios. Pocos saben que Vicente Casas Castañeda, el padre de Alberto Casas, fue el amigo más leal del presidente derrocado, y que con su célebre paraguas salió a despedirlo al aeropuerto de Techo el día lluvioso que fue desterrado a España, donde años más tarde pactaría con Alberto Lleras Camargo, el líder del liberalismo, la fórmula para acabar con el gobierno usurpador e implantar el sistema de conciliación conocido como Frente Nacional.
El sí y el no, según lo expresa el memorialista, ha sido la mecha detonante que ha agudizado los conflictos sociales de Colombia. Situados en la actualidad, dice que “lo más grave es la incapacidad del sistema judicial para castigar a los agentes de la corrupción e impedir la rentabilidad del delito”.