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Alcolirykoz, el arte de la resistencia que vivió en Bogotá

El grupo de Aranjuez tuvo dos presentaciones en el teatro Jorge Eliécer Gaitán en las que se evocaron recuerdos de la vida antes de la pandemia, pero en especial del paro y el abuso de la fuerza que se ha vivido en las calles.

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23 de mayo de 2021 - 04:42 p. m.
Debido a la pandemia el ingreso de público fue reducido.
Debido a la pandemia el ingreso de público fue reducido.
Foto: Jose Vargas Esguerra
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Después de varios intentos el concierto de Alcolirykoz en Bogotá por fin se dio. En dos presentaciones, con boleterías completamente vendidas, el grupo de Medellín logró lo impensable en mucho tiempo: hacer dos conciertos en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, al que hubo acceso limitado debido a las condiciones del tercer pico de la pandemia.

Ya había sido reprogramado dos veces, pero la presentación no pudo llegar en el mejor momento, pues además la banda llegó con un contundente mensaje sobre el paro y lo que se está viviendo en el país, tanto en el marco de las manifestaciones como por consecuencia del conflicto armado en los últimos años y por la que decidieron aplazar el lanzamiento de su séptimo disco “Aranjuez”.

Una de las cosas más significativas, fueron dos minutos en que los asistentes alzaron sus brazos alrededor de un mensaje proyectado que no solo daba cuenta de los 117.307 civiles que fueron víctimas de las guerra, entre los que se encuentra el asesinato de líderes sociales y ex miembros de las Farc luego de la firma de paz, sino también de los 6.402 falsos positivos, las 76 masacres registradas en el 2020, así como las 52 personas fallecidas y los 489 heridos que, de acuerdo con organizaciones de derechos humanos, se registraron en los primeros 13 días del paro.

El resto fue música, que se combinó con las arengas del paro y los mensajes que Gambeta, Kaztro y Fazeta dieron entre canciones: “aquí lo importante es cómo valorar el arte que resiste, el arte con conciencia y con compromiso. Que cuando se arma un verguero como en el que estamos, nos damos cuenta qué era lo importante de verdad, que la educación y el arte no son de adorno, pero es lo último que tienen en cuenta. Hemos avanzado mucho, hay cambios pequeños, pero el más importante es la mentalidad de la gente, hasta los más pelaitos ya entiende que está pasando”.

El concierto lo iniciaron con “Pambelé”, que además de ser uno de sus más grandes éxitos hace poco fue citado por la RAE en la aclaración de una duda ortográfica. A estas le siguieron otras como “Fruko y sus presos”, “Comediantes del velorio” y “Sancocho de leña”, que además acompañaron un remix con canciones que ya no tocan y resaltan de su repertorio.

A estas se sumaron “Aranjuez”, que estará en su último disco y que no habían podido tocar en vivo; “Caza de Nariño”, que presentaron hace poco y en la que hablan de la idiosincrasia del país y las desigualdades alrededor de estas. Por último estuvo “Tararea” y “El salón de la injusticia”, que ha resonado en estos días por la frase de Jaime Garzón que está en su intro: “Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”.

Las impresiones varían. Sin duda, en medio de tanta incertidumbre por pandemia volver a hablar de un concierto masivo es complicado, pero sin duda, pese al reducido aforo, la energía estuvo viva, no solamente por las canciones sino además por el sentido que se le dio a este evento, en el que se demostró que la música también resiste y si se quiere puede generar conciencia social.

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