Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Nacido en 1904, Alejo Carpentier era hijo de un arquitecto francés y una profesora rusa, quienes se mudaron a La Habana entre 1908 y 1909. Durante su juventud, empezó a estudiar arquitectura, para poco después abandonar la carrera, entrando a trabajar como periodista en las revistas Hispania, Social y Carteles. En esta última fue nombrado como editor en 1924.
Por su trabajo en denuncia del dictador cubano Gerardo Machado es encarcelado, lo que lo llevó, tras su liberación, a exiliarse por más de una década en París. Fue allí donde empezó su trabajo de corresponsal de música para varias revistas cubanas, y también marcó su acercamiento con el movimiento surrealista europeo, escribiendo para la “Révolution Surréaliste” de André Breton.
Su primera publicación, que inició su carrera en la literatura, fue la novela “¡Ecué-Yamba-Ó!”, en 1933, que había escrito durante su encarcelamiento en 1927. Esta obra mostraba los primeros visos de su estilo, contando la historia de Menegildo Cue, un trabajador explotado en un ingenio de azúcar en Cuba a inicios del siglo XX. El libro, calificado por el mismo Carpentier como “inmaduro” e “influenciado por las vanguardias”, se convirtió en uno de los más influyentes de la novela afrocubana.
Alcanzó su “madurez literaria” con la publicación de “El reino de este mundo” en 1949, donde recreó la historia de la independencia de Haití e introdujo uno de los conceptos que lo catapultarían a ser uno de los autores emblemáticos de la literatura latinoamericana: lo real maravilloso.
“Lo real maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de hombres que inscribieron fechas en la historia del Continente y dejaron apellidos aún llevados: desde los buscadores de la Fuente de la Eterna Juventud, de la áurea ciudad de Manoa, hasta ciertos rebeldes de la primera hora o ciertos héroes modernos de nuestras guerras de independencia de tan mitológica traza como la coronela Juana de Azurduy”, escribió Carpentier en el prólogo a “El reino de este mundo”. Este concepto más tarde influenciaría a autores como Juan Rulfo y Gabriel García Márquez, que posteriormente presentarían el realismo mágico.
Carpentier no solo combinaba elementos maravillosos —según su propio análisis— sino también, al ser un musicólogo apasionado, gustaba de experimentar con los ritmos musicales en su propia escritura. Uno de sus ejercicios más reconocidos es la novela “Concierto barroco”, (1974), que tiene como elemento central la ópera “Montezuma” de Vivaldi, utilizando sus patrones rítmicos, el nombramiento de elementos musicales y citas del compositor, de Haendel y Scarlatti, para generar una narración con un tiempo cíclico.
Alejo Carpentier, aquel escritor y musicólogo cubano, se caracterizó por crear obras que buscaban cambiar la perspectiva del lector, adentrarlo a un mundo más amplio, retarlo en sus ejercicios de lectura con distintas estructuras temporales y rítmicas, dejando de lado la tragedia personal.
