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Alekos: la vida en un tiple, un pincel y una pluma

El ilustrador y escritor recibió un homenaje a su vida y obra en el marco del 16.° Festival de Libros para Niños y Jóvenes, que irá hasta el 30 de octubre, en Bogotá.

Andrés Osorio Guillott
19 de octubre de 2022 - 12:00 p. m.
Alekos ha publicado más de 12 libros para niños e ilustrado cerca de 60 para otros autores.  / Archivo particular
Alekos ha publicado más de 12 libros para niños e ilustrado cerca de 60 para otros autores. / Archivo particular

A veces el mundo no basta. A veces no es suficiente con quienes nos rodean. En ocasiones se necesitan los objetos que representan los paraísos que parecen perdidos con el paso del tiempo. En el caso de Alekos, su vida se fue construyendo y narrando con un tiple, un pincel y una pluma.

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El tiple. Que se valga el cambio ligero de instrumento para que sean las letras de Silvio Rodríguez las que ayuden a describir la relación de Alekos con su acompañante: “La guitarra del joven soldado / es la celosa amante que lo ha de seguir / en la dicha y también en el llanto, / pero siempre ayudando a vivir”. A todas partes va con él. Se aventura a ser cantante y gran intérprete, pero reconoce que está lejos de ser uno bueno. Primero fue la música popular: “Siempre tengo algo que ver con la música y me gusta escribir canciones, más letras que música, pero también música. Siento que hay un espacio por donde me puedo colar dentro de la música popular, como colombiana por ahí un poquito, aunque a veces sale un tanguito o cosas así, pero sin la música no estoy”.

Luego fue el tiple. “Es una cosa que viene de mucho tiempo atrás, yo trabajé en una época con el maestro Guillermo Abadía, que era un folclorólogo, que tenía un espacio en el Conservatorio de la Nacional, y cuando yo llegaba a estudiar a artes, que era donde yo estaba, pasaba por ahí y me hice amigo del viejito. Por ahí empiezan las cosas. Uno no sabe por dónde llega. Trabajé con él, íbamos a campo y hacíamos investigación. Le cogimos cariño al arte popular, ya no solo la música, sino toda la iconografía. Eso me encanta y me sigue gustando. Y por él, ayudándole a hacer unas charlas para un grupo, terminé metiéndome también un poquito con la música y a mí esas cosas que me van llegando se me van quedando, se me pegan, no se me quitan. Por ahí entré al tiple, esencialmente y nada más. Yo toco muy mal, tengo muy mala voz y todo eso, pero ese tiple no lo suelto. Él siempre está ahí cerca. Me sirve en la casa para descansar y cambiar un poco el ritmo. No concibo viajes largos sin él. Ya sea para hacer una función o para acompañarme. Me da calma. Es un pequeño estado alterado de consciencia. La mayoría de cosas que canto son mías. Casi nadie conoce eso”. Y volver siempre a las canciones que marcaron una época, una amistad, un (des)amor. “Tengo algunas de Gustavo Rengifo. Hay unas que no puedo cantar, porque no me dan la cabeza, ni los dedos, pero que me gustan mucho por las letras, si no cuentan algo y no está bien hecho en palabras es difícil que me acerque. Normalmente, estoy haciendo recitales y debo afinar las canciones. Meto algunas canciones de Facundo Cabral, de un cubano maravilloso que se llama Alejandro García Virulo”.

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La pluma. Escribir también como una forma de aventura. En la música, la escritura o el dibujo. Incluso en el teatro, por los quince años que vivió en España trabajando en las tablas. El acto de creación como sinónimo de curiosidad por el destino de cada invención, pero también como una constante insatisfacción con el mundo, que no es necesariamente una relación negativa con él, pues puede ser también una manera de regalarle algo a este tiempo, de sumar para que sean mayores las probabilidades de encontrarse con una historia que nos transforme. “La poesía es fundamental en mi vida. Yo no sé en qué momento se me metió tan adentro y ya no se salió tampoco. En las funciones que hago de adultos especialmente siempre pongo algo de poesía. Siempre tengo algo de música. Tengo algo de cuento y algo de poesía. Siempre estoy leyendo, porque eso me ayuda muchísimo también a ubicarme. A veces me atrevo y meto cosas mías, pero de manera irresponsable. Me gustan los microcuentos y los micropoemas. Y todo empezó por la copla popular. Empecé escribiendo coplitas y por ahí me fue metiendo hasta que llegué a la poesía con rima como la de José Martí, Fernando Pessoa. Y ahí me fui soltandoMe gusta mucho todo el grupo de la revista Mito: Gaitán Durán, Cote Lamus y todos los que vinieron después. Hay gente que musicaliza eso, pero yo no me he atrevido”.

El pincel. Empezó a dibujar, ilustrar y pintar por la misma literatura, pero también porque reconoce que no puede ser monótono, le cuesta la repetición y la similitud de las cosas. “Yo soy un poco disperso. No puedo tener un solo estilo, no puedo tener una sola técnica, no puedo tener un solo oficio. Me canso. Tal vez hubiera querido ser un pintor profesional y dedicarme a eso, pero no pude pintar 18 horas todos los días. Entonces me pasa lo mismo con la ilustración. Siento que si me entregan un texto para hacer un libro yo debo responder a ese libro de la mejor manera posible, porque esto es un universo, aunque sea parte de una colección; esto lo va a tener solo una persona y él tiene que defenderse solo. Pienso que necesita un tipo de imagen y un tipo de técnica, y que si no existe hay que inventársela. Cada libro es distinto de todos los demás, casi siempre, es muy difícil que repita. Voy explorando técnicas. Me encanta la exploración, la búsqueda, el encuentro de cada técnica es una delicia. Repitiendo una misma técnica no, eso no lo concibo”.

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De tenis negros, pantalón y boina del mismo color, y saco verde. La boina que parece escaparse porque su cabello largo y frondoso le impide que se ajuste. Alekos lleva la infancia consigo, como si los poemas, historias e ilustraciones que hace para niños le ayudaran a negarse de ese paraíso que perdemos tan pronto, que se va destruyendo porque nuestro paso por la tierra no es solo juego, inocencia e imaginación. Mantener viva la infancia requiere cierta resistencia, resistencia a quienes se mofan de los niños interiores que aún gritan y quieren salir corriendo a los rodaderos con los juguetes llenos de barro. Escribir y pintar para seguir extendiendo esa etapa de la vida en la que la creatividad es un terreno fértil, y acudir a las memorias y a los niños de ahora para que la ternura y la diversión propias de la infancia perduren y se hagan fuertes en medio de las transformaciones y adversidades.Alekos habla de la naturaleza por los paisajes de su infancia y porque sabe que en ella, en sus colores y olores, en la fauna y la flora hay algo que atrae a los niños, algo que despierta su curiosidad y los impulsa a conocer por medio de todos sus elementos el valor y la inmensidad de la vida. “La naturaleza es un tema de mi infancia. También porque son temas que van muy bien con los niños, sin duda, que desgraciadamente luego se van perdiendo; pero el niño es muy cuidadoso con los animales, muy cercano a ellos, juega con la naturaleza, le gusta subirse a un árbol, entre otras. Entonces son las dos cosas: mi infancia se me quedó pegada, incluso por la altura [risas] y encuentro por ahí mucho material. El aroma de níspero lo sigo queriendo mucho porque es compacto, la ilustración, la letra y la música son una sola cosa, son papeles reciclados de flores, de frutas y los temas tienen que ver con eso; me gustó mucho”.

La importancia de los homenajes en vida. Al final, el reconocimiento puede ser una especie de trampa para el ego, pero habría que esquivarla con la humildad y su sabiduría, esa que Sócrates, hace miles de años, demostró con su frase “solo sé que nada sé”, porque en una afirmación tan simple, en esa actitud de tener la puerta abierta al conocimiento y a la creatividad, está uno de los secretos para no caer en la simple vanidad.

“Me encontré con Jorge Velosa, un amigo de hace muchos años, en el Centro Nariño, y le dije que quería que viniera porque me van a hacer un homenaje. Y me dijo: ‘Uy, mala noticia, esto va para mal. Ya cuando empiezan a hacerte homenajes preocúpate’. Me parece muy lindo y me sorprende mucho, porque ya hay mucho movimiento en todo sentido, mucho libro para niños ahora. Hay mucha gente que está trabajando en ilustración. Uno tiende a irse quedando, como dando paso a nuevas generaciones. Que vengan jóvenes y niños a recuperarlo a uno, a sacarlo de la palestra, me gusta mucho. Me pone nervioso, por supuesto, pero me gusta”, concluyó Alekos.

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