El Magazín Cultural

Alerta Kamarada: voces del supuesto caso de discriminación en la U. Nacional

A Javier Fonseca, vocalista de la agrupación Alerta Kamarada, le negaron la entrada a la Universidad Nacional por su aspecto. La institución se defiende asegurando que fue un caso aislado y que no han ordenado prohibirles la entrada los miembros de la comunidad rastafari, que a su vez aseguran que sí los han discriminado y que han sido estigmatizados y agredidos por la vigilancia de la institución.

Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
25 de octubre de 2019 - 12:31 a. m.
Imagen de los miembros de la comunidad rastafari vendiendo comida en la Universidad Nacional.  / Gustavo Torrijos.
Imagen de los miembros de la comunidad rastafari vendiendo comida en la Universidad Nacional. / Gustavo Torrijos.

El pasado 21 de octubre, Javier Mauricio Fonseca Jiménez, el vocalista de la agrupación de reggae Alerta Kamarada, se acercó a la Universidad Nacional para buscar información sobre los procesos de esterilización que tenía que llevar a cabo con su mascota. Según Fonseca, la entrada de los visitantes estaba cerrada, así que decidió entrar por la principal, en la que un vigilante le dijo “Personas como usted no pueden entrar a la universidad”.

“Yo ahí quedé frito. Cuando ese man me dijo eso quedé bloqueado. Me pareció muy raro. Cuando vio mi reacción me señaló mi cabeza y le pregunté ‘¿por mi pelo’? porque pensé que de pronto me estaba acusando de que llevaba algo raro. Me quité el gorro y ahí el tipo me dijo: ‘sí, es por eso. Por orden de la universidad los rastas que no tengan carné no pueden entrar’”, dijo Fonseca.

Puesto de comida de la comunidad rastafari en la Universidad Nacional- Gustavo Torrijos. 

Después de la respuesta del vigilante, el cantante intentó demostrarle que no quería ingresar para nada ilegal: le mostró la cédula y le señaló a su perra, que era justamente la razón por la que estaba ahí. No le permitieron el ingreso, así que después de irse y tomar algunas fotos, Fonseca denunció el hecho en redes sociales, publicaciones que apoyó con videos que demuestran que hubo más personas sin carné que ingresaron sin inconvenientes.

Después de la publicación, Fonseca habló con Oscar Simeón, representante legal de la Fundación biblioteca negra Haile Selassie, una biblioteca pública que se encarga de dar educación rastafari. A partir de esa conversación, y de algunas que Fonseca tuvo con otros rastafaris que también han tenido problemas para ingresar a la universidad, el tema se complejizó: según ellos, a Fonseca no lo dejaron entrar por un viejo conflicto en el que la vigilancia de la universidad se ha enfrentado en varias ocasiones a los rastas que venden comida dentro de la institución.

Simeón, en diálogo para El Espectador, sostuvo que estas discriminaciones, como él las llama, no son nuevas. En teoría, en la Universidad Nacional está prohibida la venta de comida ambulante. A pesar de esto, desde la entrada hasta la plaza El Che, hay un gran número de “chazas” a cargo de jóvenes que venden diferentes productos de comida: papas, jugos, fruta, lasañas, sándwiches y opciones vegetarianas, que son preparadas por rastafaris, quienes apoyan la versión de Simeón: dicen que no entienden por qué les bloquean la entrada en ocasiones, o los sacan de la institución por vender comida. Que saben que está prohibido, y que además tienen claro que como no son estudiantes, es más grave su presencia como vendedores informales, pero que a los demás no les ocurre igual. Que hay otros que tampoco son estudiantes pero sí vendedores, pero que a ellos, por no tener rastas, no les dicen nada. Dicen que los discriminan.

El Espectador se acercó a la Universidad Nacional para hablar con varios de los vendedores que se ubican a lo largo del lugar. En efecto, contar las “chazas” es difícil, son muchas, pero tienen en común que las atienden personas muy jóvenes. Se les preguntó a varios de ellos si tenían carné y asintieron. Cuando se indagó por la autorización para estar ahí, las respuestas se encontraron en una conclusión similar: “pues sí, está prohibido, pero qué más vamos a hacer si para estudiar tenemos que vender”.

¿Y cómo hacen para que les permitan armar sus carpas para vender la comida?

Llegamos a un tipo de acuerdo con la vigilancia. Ellos nos dejan entrar a una hora específica, nosotros armamos, vendemos y dejamos limpio el lugar. Después nos vamos a la hora en la que ellos nos digan y listo, así no hay problema.

Ninguno de los jóvenes que habló con este diario dejó de mostrar su identificación como estudiante de la universidad, así que no se pudo comprobar lo que dijo Simeón.

También habló el grupo de rastafaris que estaban ubicados debajo de un árbol con la comida exhibida.

¿Por qué creen que no dejaron entrar a Javier Fonseca el pasado 21 de octubre?

Porque han mentido. Nos han confundido con los que venden drogas. No saben quiénes son los que hacen cosas malas y decidieron estigmatizarnos a todos. 

¿Cómo entran y venden la comida?

Entramos como visitantes. Nos vestimos distinto, obvio, porque los altos mandos de la universidad les dieron la orden a los vigilantes de que no nos dejaran entrar porque, según ellos, entramos a vender droga o algo así. 

¿Y es cierto? ¿Han vendido o consumen droga al interior de la universidad?

Nosotros llevamos 14 años intentando presentarle a la universidad una propuesta distinta para que los estudiantes tengan otra cosa para comer. Pertenecemos al Congreso Internacional Etíope Africano, que es una iglesia que tiene sede principal en Jamaica y de allá vienen unas tradiciones que nosotros adoptamos, la tradición rastafari, y esa es la que no les gusta a ellos. No vendemos droga, eso no es verdad. No pueden bloquearnos a todos porque tal vez unos cuantos, que seguramente no hacen parte de nuestra comunidad, la vendan.

¿Por qué dicen que los discriminan?

Porque hasta nos han rasgado la ropa.

¿Por qué les rasgaron la ropa? ¿Qué pasó en ese momento?

Pues ese día sí estábamos fumando cannabis con los hermanos, pero mire, si usted da una vuelta por esta universidad, se va a dar cuenta de que aquí todo el mundo fuma, pero a los únicos que sacan es a nosotros. Se supone que la Universidad Nacional apoya la interculturalidad, y, es más, usan nuestra imagen para decir que sí, que son interculturales, nos toman fotos y todo, pero después nos sacan. No se entiende. 

Tanto los estudiantes que venden la comida en la universidad, como el grupo de rastafaris, pidieron no revelar sus nombres para no tener problemas con la universidad y sus negocios de comida.

El vicerrector de la Universidad Nacional, Jaime Franky Rodríguez, dijo que lo que le ocurrió a Javier Fonseca no tiene por qué ligarse con ninguna otra situación. “Lo que pasó no tiene que ver con ninguna directriz institucional. Nosotros recibimos 35.000 personas todos los días, y este fue un único caso dentro de todos los 35.000. No tenemos ningún tipo de discriminación. No creo que encuentren un territorio más abierto a la pluralidad que la sede de Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia". 

Los rastas dicen que tienen que cambiarse para poder entrar a la universidad porque los directivos les ordenaron a los vigilantes que prohibieran su entrada... 

Ellos pueden percibir que eso se produce, pero que ellos tengan que cambiarse para entrar es absolutamente inexacto. De todas maneras, nosotros sí evaluaremos lo que ocurrió, pero ni dimos esa orden ni tenemos ningún conocimiento de más casos de esa naturaleza.

¿Los estudiantes de la Universidad Nacional sí pueden vender comida?

Hay estudiantes que puede que sí tengan expendio de alimentos, pero saben claramente que no están autorizados. Lo que sucede es que nosotros no entramos en enfrentamiento físico con ellos. Ofrecemos una serie de alternativas a los estudiantes que necesitan de estas herramientas para ayudarse económicamente: pueden ser auxiliares vinculados a proyectos o tienen disponibles bonos alimentarios: el 12% del presupuesto de la universidad se dedica al bienestar universitario.

¿Fue la empresa de seguridad la que dio la orden de no dejar entrar a los rastafaris?

No, ellos también dijeron que no hubo ninguna directriz para algo así. Ese fue un caso específico y totalmente aislado.

La empresa encargada de la seguridad de la Universidad Nacional es Servisión, que, tal y como lo dijo el vicerrector de la institución, dicen que “lamentan la decisión tomada por el trabajador durante su labor ejercida en la portería de la calle 45 de la Universidad Nacional, aclarando que ninguna de nuestras políticas y acciones está orientada hacia la discriminación”.

La denuncia de Fonseca y la de la comunidad rastafari que frecuenta la Universidad Nacional, llama la atención porque, así como lo dijo uno de los vendedores, esta institución se caracteriza por contener el mayor porcentaje de estudiantes de todas las regiones del país. Su principal preocupación es que ahora, por cuenta de algunos cuantos que se han dedicado a la venta de drogas, los demás sean estigmatizados. La universidad, por el contrario, dice que no hay ninguna intención, ni orden por bloquearle la entrada a nadie, y que el caso de Fonseca no tiene por qué relacionarse con la venta ambulante de comida en la institución, que reiteraron, está prohibida.

Por Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad

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