Amalia Andrade: “A través de la comprensión podremos superar el miedo”
Hace siete años, Amalia Andrade fue diagnosticada con un trastorno de ansiedad generalizado. En esta entrevista cuenta cómo ha manejado la ansiedad en estos tiempos, qué opina del miedo y por qué cree que en Colombia el estigma sobre la salud mental se mantiene.
Laura Camila Arévalo Domínguez
¿Cómo está manejando la ansiedad en este momento?
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¿Cómo está manejando la ansiedad en este momento?
Ahora estoy sobreviviendo. Creo que estoy aplicando todas las herramientas que venía trabajando fuertemente para manejar mi ansiedad. A mí me diagnosticaron trastorno de ansiedad hace más de siete años, aunque creo que he lidiado con ella desde que soy pequeña. El año pasado tuve otra visita bastante intensa de la ansiedad, así que cuando llegó la pandemia estaba muy inmersa en ejercicios para lidiar con ella: meditando y reconociendo qué me estaba diciendo. Por fortuna, cuando la cuarentena llegó tuve una oportunidad muy buena para poner en práctica todas esas herramientas.
Hay quienes dicen que, después de aprender a manejarla, la ansiedad trae cosas muy iluminadoras…
No todos los días uno le puede agradecer a su ansiedad. No es bonita ni chévere y no estamos acostumbrados a relacionarnos con ella de una manera compasiva. Ha sido incómodo pero la he sabido navegar. Me ha traído lecciones buenas y, de una u otra manera, ya estaba un poco preparada.
¿Cómo es el trastorno de ansiedad? ¿Cómo se siente?
La manera que captura lo que yo siento la podría ejemplificar así: cuando tu hermano o tu amigo se esconden detrás de una pared y te asustan hay una sensación de alerta que se reduce cuando uno se da cuenta de que era el amigo o el hermano. En mi caso, tener un trastorno de ansiedad generalizado se siente como si uno no hubiese salido de este susto. Como si uno no se hubiese dado cuenta de que era alguien conocido. Es quedarse en esa alerta aguda por siempre. No se quita.
¿Qué hace para manejar la ansiedad?
Medito. Me ha servido mucho saber que el miedo está en todos los frentes: desde el escenario macabro y realmente miedoso sobre algo que pueda pasar, hasta un caso como este: “Envié un texto y creo que está mal: soy la peor”. Es una constante en toda la cotidianidad. Creo que dejar de evitar o cortar ese pensamiento, es bueno. La sociedad te ha preparado para bloquearlo con frases como: “no seas negativa. No vayas a lo peor”, así que creo que uno al principio no se da cuenta de lo está haciendo. Uno, simplemente, se va al escenario catastrófico. He aprendido que en vez de cortar la línea de pensamiento, es más útil desarrollarla.
Por ejemplo…
A mí en este momento me puede dar miedo que me de COVID-19, entonces lo que no me sirve es sentir este miedo intenso y decir: “no, no me va a dar. No quiero que me dé”. Lo que me ayuda es explorar a profundidad esa posibilidad. Yo le digo a este ejercicio “Ver la película completa”, no solo ver la parte miedosa de la película y apagarla ahí.
Como usted lo dijo, no estamos acostumbrados a lidiar con la ansiedad o con personas cercanas que la padezcan. “No sea negativo” es una de las frases que suelen decirle a alguien ansioso cuando expone sus miedos...
Una de las razones por las que quise escribir “Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas” es bajarle al estigma de la salud mental. Vivimos en la tiranía del bienestar, entonces no estamos equipados para acompañar a nadie en un proceso que no sean de bienestar. Por ejemplo, cuando alguien llora lo primero que le decimos es “no llore”. Eso habla muy mal sobre nuestro entrenamiento social. Como todos los trastornos ansiosos y todo lo relacionado con la salud mental es tan invisible, hay muchos lugares comunes con los que las personas intentan ayudar: “Tú todo lo puedes”, “Tú eres más fuerte que tu ansiedad”. Eso no ayuda. Aunque sabemos que la ansiedad no nos define, no necesariamente el conocimiento de nuestras capacidades nos ayuda a sentirnos mejor, así que es contraproducente. La peor es “Intenta relajarte”. Pues no. Es que tengo un trastorno en el que, justamente, no me puedo relajar.
¿Y qué sí le sirve?
La comprensión y la escucha activa. Que no me acompañen con las respuestas prefabricadas, sino con la pregunta muy atenta: ¿qué puedo hacer yo? Todas las ansiedades son diferentes, pero siempre servirá una comprensión y una escucha activa. Por ejemplo, a mí me sirve mucho caminar. Mi pareja al comienzo me decía: “No, tranquila, cálmate”. Hoy en día me dice: “¿Estás mal? ¿Caminamos?”
Siempre ha existido la posibilidad de que lo peor pueda pasar, pero también el alivio de que los panoramas más negativos, generalmente, no ocurren. Ahora que hay algunas proyecciones que no son muy esperanzadoras por las circunstancias, la ansiedad puede agudizarse...
La ansiedad está muy relacionada con el control. Sentimos una necesidad muy grande de tener control sobre las cosas, sobre nuestra vida, sobre lo que no conocemos. Creo que es bueno aprender a sentirse cómodo con la incertidumbre y vivir el día a día, cosa que se practica mucho con la meditación. Tengo momentos malos, claro que sí, pero activar estas herramientas me ha ayudado mucho. La ansiedad es muy incómoda y sobre todo cuando se exacerba. Uno quisiera que los ataques de pánico se acabaran de inmediato. Se siente muy mal en el cuerpo, es doloroso, pero si uno aprender a relacionarse un poco diferente y en vez de pensar: que se acabe ya que se acabe ya que se acabe ya, entiende que no va a durar para siempre, que el cortisol y la adrenalina se van a agotar y ese ataque se va a mermar, pues el proceso es otro. Es decirse algo como: esto está muy incómodo, pero pasará.
Hay una posibilidad o tendencia muy grande en las personas que padecen ansiedad: confundir intuición con superstición…
Eso responde al estado de alerta constante. La mente tiende a mostrar todos los escenarios posibles incluyendo los más supersticiosos. El cerebro todo el tiempo está tratando cuidarte del peligro y se pone demasiado sensible, así que no le da la dimensión correcta a lo que estás pensando. Ese es un trabajo importante de los ansiosos: aprender a ver las cosas en su justa medida. No creo que seamos fantasiosos, es que genuinamente vivimos en un estado de alerta.
Hablemos más sobre las falencias que socialmente tenemos para atender y reforzar la salud mental…
Tenemos que revisar qué herramientas podemos construir como sociedad y que atención podemos prestarle a la salud mental. Lo que se viene necesita de esto. Hay mucha gente sintiendo ansiedad por primera vez, hay muchas personas enfrentándose a depresiones y es urgente atenderlas.
Su libro “Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas” podría ser muy pertinente en estos momentos…
Es un libro sobre el miedo y la ansiedad: ¿qué es el miedo? ¿Cómo funciona? ¿Qué activa el miedo? ¿Cómo podemos enfrentar los miedos? El miedo tiene mucho poder y es importante entenderlo: solamente a través de la comprensión, podremos superarlo. El libro explora la expresión exacerbada del miedo: la ansiedad. Lo escribí a mano, está ilustrado y tiene muchos ejercicios que pueden ayudar. También viene con dos kits de supervivencia tanto para las personas que padecen este trastorno como para los que los rodean.