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Amores que pueden matar

El viernes en la noche, en el Multiplex Embajador, será la premier de la producción colombo-mexicana ‘Amar a morir’.

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Sara Araújo Castro
14 de octubre de 2009 - 11:00 p. m.
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La vida puede cambiar en un segundo. Un mal giro y todo el futuro que se perfilaba exitoso queda como un espejismo ante Alejandro Vizcaíno, heredero de un emporio bancario en México. Al cine le gusta jugar a Dios y sorprender a sus personajes. Un accidente del destino cambia una, o varias vidas; revela las falsedades del entorno y desata una historia de amor, en este caso la de Rosa (Martina García)  y Vizcaíno, interpretado por José María de Tavira ( Arráncame la vida ).

Así parte Amar a morir, ópera prima del director mexicano Fernando Lebrija, que tuvo la mejor taquilla en ese país hasta que, tras seis semanas,  la pandemia gripal cerró los teatros. Esta cinta estará a partir de mañana en nuestras  salas y nos trae de regreso a una de las promesas del cine colombiano: Martina García. Antes del estreno en Colombia hablamos con sus protagonistas.

El cine en América Latina

José María.— Bueno, hablo de México porque sólo he trabajado ahí, pero creo que en el resto del continente es igual. De hace 10 años para acá se podría decir que renació el cine, porque estábamos produciendo casi 200 películas al año, salvo en 2009, cuando la cifra bajó mucho, se siente la crisis. Algo que tiene México es toda una generación de gente comprometida y profesional del oficio. Son los hijos de quienes hicieron filmes en los tiempos dorados del cine mexicano, que aman el oficio, porque este sigue siendo un oficio de locos y de necios, pues por más subsidios fiscales, el tema de la recuperación en taquilla es casi imposible.

Martina García.— Bueno, nos ganó Rápido y Furioso, pero nos fue mejor que a Dragon Ball; eso es todo un orgullo.

José María.— Competimos contra los grandes estudios, que tienen el apoyo de los cines porque los han extorsionado, pues si no promocionan una cinta pequeña, no les dan, por ejemplo, Batman al verano siguiente, y así no hay manera de ganar dinero.

Martina.— Estoy de acuerdo, pero quiero destacar que hay cineastas que en lugar de quejarse por la falta de apoyo, están encontrando soluciones a través de las coproducciones con otros países. Además, nunca como ahora el cine latinoamericano se ve en todos los festivales. Por ejemplo, Los viajes del viento se estrenó en Cannes; en Berlín ganó La teta asustada, que es peruana; en Tokio estaremos con Rabia, una coproducción mexico-colombo-española; en Pusán se estrenó Del amor y otros demonios, y El vuelco del cangrejo en Toronto.

¿Cómo se sintieron con ‘Amar a morir’?

José María.— Hacer esta película fue duro, tuvimos un alto por problemas de presupuesto; las playas de Ocotitlán son hermosas pero inhóspitas, así que estando en condiciones extremas yo siento que no dejé nada de gasolina en el tanque. Y, aunque no es la película que le cambiará la vida a nadie, creo que hicimos un trabajo de gran dignidad.

Martina.— De acuerdo, todas las dificultades se volvieron a nuestro favor. Tanto aislamiento me permitió darle ese aire solitario a mi personaje —pues no hablaba con nadie salvo con el equipo de la película— y esa sensación de no pertenecer también.

José María.— Es una historia de amor, honesta, sin pretensiones, que simplemente refleja el entorno mexicano: no se trata ni de narcotráfico ni de corrupción, pero ambas cosas están presentes.

Martina.— Sí, y no son para nada lejanas de la realidad en Colombia; quienes han visto la historia en el país dicen que podría haber sido aquí. Así que a veces una historia sencilla, de amor, le habla más a la gente que un gran tratado. Oye, ¿tú qué has hecho por amor?

 José María.— Me volví vegetariano y me quedé vegetariano.

Martina.— Ahhh, alguien se volvió vegetariano por mí....

José María.— No fui yo. Cuando te conocí ya lo era.... ¿Y tú por qué darías la vida?

Martina.— Por uno de mis seres amados. ¿Y tú?

José María.— Por lo mismo, sin duda.

Por Sara Araújo Castro

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