Terminando el gobierno pasado, supimos que Colombia ya tenía Ley de Emprendimiento Social. ¿Qué ha pasado en el inicio de este?
Lo importante para decir es que las leyes son de la sociedad más que de un gobierno, por eso las hace el Congreso, y la Ley de Emprendimiento Social fue aprobada en unanimidad por todos los sectores políticos del país, con el apoyo de Suecia. Es un instrumento poderoso y transformador que contribuye a que miles de modelos de negocios sociales, que se ubican dentro de lo que el actual presidente Petro denomina economía popular, seguridad humana y justicia social, puedan seguir transformando positivamente el país. El actual Gobierno tiene en sus manos la reglamentación de la Ley y su implementación, esto es como tener un “diamante en bruto” para reducción de pobreza, construcción de paz y desarrollo sostenible. Imagínense miles de ciudadanos ayudando a resolver lo que el Estado no ha sido capaz.
¿Qué papel protagónico juegan los emprendimientos sociales en el Plan Nacional de Desarrollo del nuevo Gobierno? Hasta ahora ninguno, y es otra oportunidad para el actual Gobierno.
Sí, es cierto, hasta hoy ninguno, y es una lástima. Muchos países en desarrollo y desarrollados, como India, Inglaterra, Suecia, España y México, entre otros, tienen metas en materia de emprendimiento social en sus planes de gobierno. Incluso la OCDE recomienda a sus países miembros fomentar el emprendimiento social. Le hemos insistido al DNP que incluya en el PND metas relativas al emprendimiento social, más cuando es un instrumento social armonizado con la visión del presidente Petro. Y esto nos permitirá que a futuro gobiernos locales, es decir alcaldes y gobernadores, en sus planes de gobierno incluyan metas en emprendimiento social.
Se está hablando de la paz total y hemos visto que este tipo de emprendimientos están muy asociados con estas iniciativas en comunidades rurales. ¿Espera que, ahora sí, el emprendimiento social sea reconocido como una necesidad y exista una política que los acompañe y les ofrezca recursos financieros?
El emprendimiento social ya está reconocido desde hace varios años por los propios líderes de iniciativas de modelos de negocios social, y ha avanzado; que el Estado haya dado un marco legal general recientemente es diferente. En el caso colombiano, su gran orientación, a diferencia del resto del mundo, es la construcción de paz; por ello hoy vemos cómo las iniciativas de más impacto son con excombatientes, víctimas del conflicto armado y comunidades que históricamente han sido marginales. Como indiqué en la primera pregunta, está en las manos del actual Gobierno, su reglamentación y la orientación de una política pública en materia de emprendimiento.
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¿Qué les han dicho sobre esa petición de que “se determine el emprendimiento social como un modelo de negocio social innovador que contribuya al objetivo de garantía de seguridad humana y justicia social”?
Hemos tenido reuniones muy constructivas y de buena voluntad con el Ministerio de Comercio y Planeación Nacional, pero falta llegar a los resultados. Yo estoy seguro de que cuando el presidente Petro lea esta entrevista visionaria sobre la gran oportunidad que tiene Colombia y su Gobierno con el emprendimiento social seguramente se dinamizará más, pues si hay alguien en el mismo Gobierno y en Colombia que comprende estos temas es él. A veces pienso que los funcionarios de gobierno no están solo para repetir la visión del presidente, sino ser innovadores para hacerla realidad, ser ejecutores. Veo que acá puede estar esa innovación. Y seguimos siendo muy presidencialistas todavía, el empujón es necesario. Acuérdese de que hoy, en Colombia, el responsable de la política pública de emprendimiento social es el Ministerio de Comercio.
¿Qué lograrían los emprendedores sociales si Colombia lograra tener un Conpes dedicado a su nicho?
Mucho, imagínese un reloj: cuando usted lo abre ve que tiene muchas piezas para que dé la hora apropiadamente, esto pasa en un ecosistema de emprendimiento social: se necesitan muchas piezas como las normas, los instrumentos públicos y las políticas, etc. (todas son esenciales para que ese reloj siga dando la hora correcta). Todo esto se traduce en un propósito: que en Colombia sea sostenible, duradero y escalable tener un emprendimiento social. Podemos incluso llegar a ser el centro de innovación social más importante del mundo.
¿Cuáles son las cifras más recientes del emprendimiento social en Colombia?
Una que siempre doy, desde hace tres años, es que el 70 % de los emprendimientos sociales eran informales, hoy más del 60 % son formales. En Colombia, el 95 % de los emprendimientos sociales aportan a la paz sostenible y trabajan por materializarla, y más del 90 % trabajan como comunidades vulnerables. Es un modelo de negocio que reduce las brechas de desigualad entre hombres y mujeres, impulsando la equidad de género. La participación de hombres y mujeres en el liderazgo de emprendimientos sociales es 1:1, mientras que en los comerciales es 2:1. Dinamizan la economía, en promedio generan siete empleos y el 55 % de estos son ocupados por mujeres.
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Se viene la cumbre mundial de emprendimiento y será en Bogotá. ¿Con qué nos vamos a encontrar?
Este ha sido un gran sueño personal que cada año en Colombia tengamos una cumbre que reúna este sector, así como lo hacen los industriales, ganaderos, banqueros y muchos más, también los emprendedores sociales. Lo primero que verán son cientos de emprendedores sociales de todas las regiones, de lugares como Corozal (Sucre), Piendamó (Cauca), Tibú (Norte de Santander), Pauna (Boyacá), La cruz(Nariño), Quibdó(Choco), mostrándole a Colombia como están transformando el país, incluso muchos de ellos nunca han venido a Bogotá.
Y ejemplos globales, como la sueca Sofia Appelgren, fundadora Mitt Liv, empresa social que asume el reto de la integración y el desempleo de los extranjeros en Suecia, Emily Comyn de Reino Unido, quien lidera el equipo de sostenibilidad global de Unilever, el cual ayuda a comunidades de bajos ingresos alrededor del mundo a alcanzar los ODS. Rodrigo París, CEO de Barefoot College International, en la India, formando a miles de mujeres rurales y en condiciones de vulnerabilidad en países en desarrollo para que sean especialistas en desarrollo de soluciones ambientales y Alejandro Souza, mexicano fundador de la revolucionaria pizzería de maíz azul que emplea y empodera a jóvenes en situación de calle.
Y empresarios colombianos de las más destacadas compañías. ¿Quién se iba a imaginar que, en un mismo espacio, estarían los emprendedores sociales, con figuras internacionales, y empresarios? Esto era imposible.
¿Veremos algún día al emprendimiento social como un sector económico en auge?
Ya lo es, los modelos de negocios sociales están aportando más del 5% del PIB en países como Canadá, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos; el 10% del PIB de Francia, y el 15% del PIB de Italia. En países como España, Bélgica y Países Bajos están generando de 13% al 20% de los empleos, según estimaciones del Parlamento Europeo y el Global Entrepreneurship Monitor (estoy dejando de mencionar muchos países). Yo estoy seguro que, si cada vez tenemos un ecosistema de emprendimiento social más robusto, pueden aportar al PIB colombiano entre 1 a 2 puntos.
El emprendimiento, históricamente, ha sido una solución cuando llegan muchas crisis, porque la gente emprende por necesidad. Se nos viene una crisis económica: ¿qué cree que va a pasar con este tipo de creación de empresa social en medio de ese panorama tan difícil?
Como indiqué, el enfoque del emprendimiento social en Colombia es la construcción a la paz, porque siempre, históricamente, hemos tenido que enfrentar retos de violencia y exclusión social. Si hay algo que han sabido hacer los colombianos es innovar socialmente, por ello se seguirán fortaleciendo y reinventando cada día. La pandemia por covid-19 es el más reciente ejemplo: los emprendimientos sociales a través ella se adaptaron y continuaron generando impacto social en reducción de pobreza, desarrollo sostenible, construcción de paz y, por supuesto, en salud y bienestar. Sin duda, sabrán sobreponerse a la adversidad.
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