
En 1962, el nombre de Ajmátova fue uno de los postulados para el Premio Nobel de Literatura, pero no lo consiguió.
Habían transcurrido veinte años desde aquel tiempo en el que Anna Ajmátova y Dimitri Shostakovich fueron llamados por el crítico literario Georgy Makogonenko para que se unieran y le enviaran algunas palabras, versos y música al pueblo ruso que fueran una motivación en su guerra santa contra los nazis. Y habían pasado decenas de miles de muertes y de dolores, de promesas y de años oscuros y de arrepentimientos e ilusiones, hasta que por fin se encontraron una tarde cualquiera de 1961. Ella, con la vida surcada de heridas. Él, abatido. Ella,...

Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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