Veinticinco piezas que dialogan entre sí. Veinticinco piezas que tienen miradas distintas. Dos países unidos en una sola exposición: Colombia y México. Dos realidades compartidas: la violencia que tiñe sus historias, las vidas cubiertas de rojo, el narcotráfico como protagonista. “Venseremos”, dice el nombre de la exhibición, en vez de “venceremos”, aludiendo a esa noción de victoria colectiva o a una invitación para compartir y convivir. Entonces parece que, para estas dos naciones latinoamericanas, en medio de la violencia, aún quedan opciones: esperanza. Una esperanza quizá colectiva: “Venseremos”.
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La primera pieza que compone la exposición es una fotografía de un niño que está de espaldas, quien carga un fusil, que no se logra ver por completo porque la imagen ha sido intervenida y el arma ahora parece una guitarra. Nuevos músicos es el título de la obra. Dice Futuro Moncada, autor de “Venseremos”, que aquellos “nuevos músicos” se formaron luego de que unos narcotraficantes asesinaran a un grupo musical de una comunidad indígena de Guerrero (México). Entonces, los niños fueron armados. Esos mismos que quizá pudieron disparar letras, pero que ahora disparan balas.
El fusil vuelve a ser el protagonista en esta exhibición. “A uno el arma se le va haciendo como parte del cuerpo”, se lee en una frase. Las letras que la componen fueron pegadas en una pared de manera que en su conjunto formaran la silueta de un fusil. Pero aquellas palabras no son de la autoría de Moncada, fueron pronunciadas por un niño en el documental Fusiles de madera, en donde se muestra que a los niños que entrenan como guerrilleros les dan un fusil de madera para que se vayan acostumbrando a portar un arma. Su nuevo juguete, que luego de un tiempo se vuelve casi como una parte de ellos.
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Entonces, en mitad de la exposición aparece Wonderful days, cuadros en vidrio con el rostro de guerrilleras adolescentes colombianas, en los que uno se puede reflejar. Las historias detrás de esta obra, al igual que Nuevos músicos y Fusiles de madera, tal vez se puedan sintetizar con otra pieza de “Venseremos”, con un cartel que contiene la frase “se arriendan vidas”. “Hay vidas que no valen, que valen poco”, acota Moncada, y agrega que aquellas vidas son complicadas “porque no entras por una vocación política, por una decisión propia, entonces las vidas se arriendan, pero no solamente del bando de la izquierda extrema, sino también de la derecha extrema, porque imagínate cómo se forjan los ejércitos, se forjan de esa manera”.
Y luego se ven en el espacio expositivo dos fotografías de dos hombres cargando un fusil. Uno de ellos está encapuchado, viste una camiseta blanca con rayas negras y un jean. El otro deja ver su rostro y porta una gorra y una vestimenta similar al otro hombre, pero sin las rayas en la camiseta. Las dos imágenes tienen algo en común: están acompañadas de una silueta blanca de una hoja de maíz. Un elemento puesto por Futuro Moncada al desmontar las fotografías y reconstruirlas. Reconstruirlas con símbolos que tengan relación con la historia detrás de ellas, que permita hacer un diálogo entre los elementos. Los dos hombres de esta pieza pertenecen a las Autodefensas de México, que surgieron inicialmente como una forma de resistencia de la comunidad indígena de Michoacán ante los grupos del narcotráfico.
Tal vez estas piezas puedan llegar a transmitir la idea de que el tema central de la exposición es la violencia o el conflicto armado. Lo cierto es que la idea que reside en este proyecto es la paz, “pero la paz es un concepto binario que está asociado inevitablemente con el tema de la violencia; hay que tocar los dos. Entonces, cómo no lo voy a tocar si a mí me ha tocado vivir la vida en dos países que han estado en esos procesos durante tanto tiempo”. Porque Futuro Moncada es colombiano, pero reside en México desde 2006 . Dice que a él le tocó presenciar el surgimiento de la violencia en ese país, “cuando la gente tenía miedo de salir a la calle, cuando la gente no iba a rumbear, cuando la gente tenía miedo de que lo secuestraran”. Sin embargo, comenta que en México la violencia se vive diferente. “La gente no tiene todavía las microviolencias, como que no están incorporadas todavía en tus acciones cotidianas sutiles. Aquí es como que están tan naturalizadas que la gente las ignora”.
Entonces me pregunto cuál será ese mensaje que desea transmitir el artista a través de “Venseremos”. “Yo creo que con el narcotráfico lo que desaparece primero es la ética, desaparece la verdad, desaparece la idea de que la gente trabajando puede hacer un capital, como que todo tiene que ser rápido. En México los jóvenes entran al narcotráfico porque dicen que prefieren vivir un año bien: tener con que comprar su ropa, andar con quien les gusta, viajar, a vivir una vida miserable. Yo creo que pensar que es posible desandar eso, aunque yo creo que es difícil; muy difícil, porque el narcotráfico es lo que mueve a la economía”.
Pero hacer “dinero fácil”, como dirían algunos, también implica pagar un precio. Quizás el menos alto sea la cárcel. Esa a la que fue a parar uno de los capos del narcotráfico que aparece en dos fotografías exhibidas en la exposición, que capturan momentos de su detención. En una, el hombre está mirando al piso, mientras se tapa el ojo izquierdo con la mano izquierda, que al igual que la derecha quedó atrapada entre esposas blancas, elemento puesto por Moncada. En la otra foto, las cadenas parecen haber sido liberadas. “Esto genera una ambigüedad: el hecho de quitarles el elemento que los detiene, que es como un poco liberarlos, pero también decir: ‘Hay impunidad’”.
“Venseremos” es la primera exposición de un proyecto que surgió en 2016 y sigue en proceso. Aquel que inició Futuro Moncada en conjunto con las bordadoras del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, el Archivo General de la Nación y Antanas Mockus. En los encuentros con este último surgió una frase que acompaña los autoadhesivos pegados al final de la exposición, que dice: “Ante la irracionalidad de la violencia, la irracionalidad del perdón”. Palabras que en realidad son de autoría de Leonel Narváez Gómez, quien desarrolló las Escuelas de Perdón y Reconciliación que están en varias partes del mundo. “El perdón es una acción personal. Hay teóricos que dicen que el perdón puede ser una acción colectiva, pero yo pienso que el perdón tiene que ser algo personal. Ahora, yo creo que una persona que perdona se libera de muchas cosas”. Entonces, surge una pieza con otro lema: “Sin venganza, sin olvido”. Como dice el artista detrás de “Venseremos”: “La venganza es la replicación de la violencia, pero tampoco nos podemos olvidar”.
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La paz es quizás el ideal soñado de una sociedad luego de que ha visto el horror de cerca. Pero la paz no es sinónimo de tranquilidad ni de olvido. Es tal vez un proceso que implica perdón, reconciliación. “Es mírate a los ojos con tu victimario, reconócete ahí, entiende las circunstancias, qué fue lo que pasó, qué se te mueve entre entrañas”.
Por Danelys Vega Cardozo
