
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En este año el suroccidente colombiano conmemoró el bicentenario de la llegada de la gesta de la Independencia a sus territorios. En abril se recordó la batalla de Bomboná, en la cual los pastusos se enfrentaron al ejército libertador por primera vez, siendo una de las batallas más cruentas de este proceso y donde no hubo vencedores, ya que unos y otros tuvieron pérdidas importantes; en junio se recordó la entrada por primera vez de Bolívar a la ciudad de Pasto; en noviembre se conmemoró el asesinato de Josefina Obando y de otros patriotas por parte de los realistas pastusos Agualongo, Merchancano y el español Benito Boves, y en diciembre se evocó uno de los sucesos más crueles de la guerra de Independencia, como fue la toma a sangre y fuego de la ciudad sureña a manos del mariscal Sucre, sobre todo de parte de “Los Rifles”, quienes arrasaron con todo, violando a mujeres y asesinando a niños y a ancianos, incluso dentro de los templos, evento que ha quedado en la historia de Pasto como “La Navidad triste”.
La agrupación Apalau se unió a estos bicentenarios con una importante cantata, “1822″. Apalau es música del mundo, inherente a una íntima perspectiva andina con un sonido auténtico, original y cosmopolita. Su proceso creativo indaga en los ritmos de la cordillera de los Andes, el sonsureño originario de la región nariñense, los aires folclóricos latinoamericanos y las músicas del mundo.
La cantata tiene su origen en la Europa del siglo XVII, especialmente en Italia, donde surgieron la ópera y el oratorio, siendo una pieza musical escrita para una o varias voces con acompañamiento musical, algunas veces con presencia de un coro, aunque tuvieron un origen secular, donde destacan Haendel o Vivaldi, entre otros. También tuvo un desarrollo religioso con músicos tan importantes como Bach. En Latinoamérica apareció en el siglo XX, principalmente en Chile, Perú y Venezuela, entre cuyos representantes están Alberto Ginastera con Cantata para América mágica (1960); el grupo chileno Quilapayún, con Cantata Santa María de Iquique (1969); Luis Alberto Spinetta, con Cantata para puentes amarillos (1973); el grupo chileno Contracorriente, con Latinoamérica vive (2020), entre otros, que van siendo reconocidos en el medio musical. En el departamento de Nariño, la agrupación Dama-Wha presentó la cantata Protesta amerindia (1990) y la agrupación Apalau la cantata Leyendas de Nariño (2013).
Le invitamos a leer: Jorge Barón: “Me metía a un baño a llorar, pero tenía que aguantar”
El desafío de Apalau es enlazar elementos rurales y urbanos, académicos y populares, contemporáneos y antiguos en lenguajes sonoros propios proyectados en el refinamiento de la música latinoamericana para el mundo. El formato musical de Apalau es versátil, entre el manejo sonoro eléctrico y acústico. Su instrumentación comprende charango, ronroco, tiple, cuatro, guitarra, bajo, violín, mandolina, acordeón, flauta traversa, saxofón, zampoñas, vientos andinos, multi percusión y voces.
Después de 200 años, Bomboná y Navidad Negra siguen vigentes como un hito doloroso en la historia regional. Estos hechos y otros, como la capitulación de Pasto, la entrada de Simón Bolívar a la ciudad y la batalla de Taindalá, forman parte de la Cantata 1822, recordando estos hechos artísticamente, en donde las notas musicales nos llevan a esos parajes tan distantes para los santafereños o los quiteños y, aún más, para la Corona española frente a un rey que desoía los clamores de una ciudad que le proclamaba fidelidad, donde también los textos que acompañan la música recogen la tradición oral de una historia que se trató de ocultar por tanto tiempo, de ahí que 1822 sea una apuesta estética a la recuperación de la memoria del suroccidente colombiano, de los Andes nariñenses, donde se vertieron diferentes posiciones frente al anhelo de la independencia, así como de autonomía y autodeterminación.
Es por ello por lo que la cantata busca construir paz a través de la música, reflexionando sobre la importancia de reconocer aquellos elementos que unen antes que separan, así como la importancia del diálogo como escenario para lograr el respeto por las diferencias para desde ahí emprender caminos de concordia y construcción de nación con fundamento en ese respeto, la Cantata 1822 le apunta a esta propuesta.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖
La primera parte de la Cantata 1822 se presentó en abril de este año en Pasto y Consacá, con ocasión del bicentenario de la batalla de Bomboná, y la obra completa se presentó en la ciudad de Pasto los días 29 y 30 de diciembre en el auditorio Casona de Taminango.
El concepto general fue del maestro Milton Portilla Rodríguez, la música fue una propuesta original de Apalau, la producción general de Luis Carlos Portilla, los textos fueron del escritor J. Mauricio Chaves-Bustos y las propuestas visuales del artista Sebastián Bucheli, contaron con un importante grupo de músicos, voces y compositores invitados, todo esto con el apoyo de la Dirección Administrativa de Cultura de Nariño.