¿Por qué la poesía ha perdido vigencia en nuestra Sociedad? Se preguntan con frecuencia los poetas. Porque la modernidad nos ha llevado demasiado lejos de nosotros mismos. “Hemos perdido el latido”, dice el poeta Hugo Mujica, ahora solo “funcionamos”.
Nuestras vidas se desproporcionaron. Estamos completamente “lanzados hacia afuera”: lo que hoy en día nos define son la apariencia física, los objetos que nos rodean, nuestras propiedades, cuánto ganamos, cuánto gastamos, qué tanto contribuimos a la Sociedad de consumo.
El mundo moderno nos ha moldeado a su imagen y semejanza. Lo que necesitamos para el éxito está exhibido en las vitrinas de los almacenes, aparece en los anuncios publicitarios, en las películas de Hollywood, en la marea enredada del Internet. La sociedad de consumo nos necesita orbitando alrededor de sus mercancías, requiere que seamos la rueda que completa su engranaje y cómo lo ha logrado de bien.
No nos interesa buscar más allá de lo material, le hemos dado a las cosas el control sobre nosotros, ellas son ahora la felicidad. Entonces, ¿para qué buscar más allá de esa multiplicidad de objetos cada uno con su pequeño o gran aporte de bienaventuranza?, ¿quién quiere reemplazar una camisa nueva por un libro de poemas?, ¿una rumba con los amigos en el sitio de moda por una tarde de soledad leyendo versos? Nadie.
Nadie entiende que en un mundo donde la realidad ya no puede reescribirse, donde todo ya está nombrado y dado por cierto, donde son otros los que dictan esa realidad y no es ella la que nos habla, es un mundo muerto, o al menos, paralizado.
No obstante, los poetas siguen deambulando por este planeta, como una tribu nómada y exótica, sobreviviendo con letras y uñas, a pesar de ser una especie amenazada de extinción y esperando que alguna vez termine este letargo colectivo y arriben mejores tiempos. A los poetas no les asusta esa desventura -la proscripción-, porque esos son sus medios naturales, ahí han vivido siempre como en un caos del que invariablemente surge la luz.
Hoy hemos invitado a jugar naipes al poeta Armando Ibarra Racines para que nos dé su visión sobre estos asuntos. Nació en Cali. En el 2006 ganó el IV Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango. Es también traductor, editor y miembro del grupo editorial de la revista de poesía Clave, de Cali. Tiene publicados cinco libros de poesía.
Ya sentados en la mesa de juego, entre partida y partida, le hicimos las siguientes preguntas:
¿Piensa usted que la poesía sigue siendo importante en el mundo? ¿Por qué?
Preferiría contestar la pregunta inversa: ¿Sigue el mundo siendo importante para la poesía? Me preocuparía si los poetas dejaran de interesarse por el mundo. Afortunadamente, los asuntos mundanos son el material más importante para la poesía. Los poetas nunca dejan de insistir en abrir ventanas para observar y cantar la diversidad del universo, y al cantarlo, dejan valiosos testimonios en sus poemas. Algunos de esos testimonios, a la larga, serán tan importantes como cualquier otro producto del espíritu humano.
¿Qué hacer para que la poesía logre ese balance entre lo “preciosista” y lo cotidiano? ¿Es un tema del lenguaje? ¿De los asuntos que trata? ¿De adaptarse más a los medios modernos de comunicación?
Si entendemos “preciosismo” como la insistencia sin desfallecer en el detalle, como la búsqueda de la perfección por la artesanía del lenguaje; la poesía como oficio siempre terminará siendo preciosista. Lo cotidiano, lo simple no es incompatible con dicho preciosismo, por el contrario, es parte de la etapa final de la obra: Un ejemplo: José Manuel Arango. Sus poemas son aparentemente simples, desnudos y cotidianos; pero ¿cuánto aserrín cayó de su banco mientras los confeccionaba? ¿Cuántos trozos desechó? Seguramente innumerables. Más que lograr el balance entre los extremos formales, la creación poética debe equilibrar un proceso que va de menos a más, y que al poeta le lleva toda la vida.
Por otro lado, si preciosismo es el lenguaje llevado al extremo de la afectación barroca, a la producción de textos conscientemente alejados de lo cotidiano hasta el punto de alejar a los lectores para que se pierdan en los laberintos de un poeta enrevesado… Entonces, la poesía se espanta.
Ha mencionado a José Manuel Arango. ¿Podría ilustrar lo que acabas de decir con alguno de sus poemas?
¡Claro que sí! Recuerdo ahora este poema:
XXXVIII
y después del amor
su silencio a mi lado como una sombra blanca
mientras fumo en silencio
maravillado, herido, triste.
¿Cuál es el compromiso del poeta con nuestro mundo actual, tan lejano a la esencia misma de su arte?
La naturaleza del compromiso de los poetas con el mundo, y habría que agregar con su arte, es muy diversa. Va desde los completamente comprometidos con el mundo y entregados a su arte, hasta los que no son más que aficionados, así estén comprometidos con el mundo. Los que se entregan por completo en ambos ámbitos la tienen bien difícil por ese divorcio entre mundo y arte del que hablas.
Además, no creo que el mundo actual esté alejado de la poesía en un sentido amplio; aunque sí de la escrita. Ahora hay más diversidad de medios de expresión. Es cierto que las mayorías se han alejado de la poesía escrita, pero la poesía salta en la fotografía, en los videos, en las canciones, en los portales de internet. Esto plantea un desafío mayor para quienes escriben poesía. Paradójicamente, en internet se publican millones de poemas. Al leerlos queda un mal sabor por la calidad de estas publicaciones, por el bajo grado de compromiso de esta poesía escrita en internet con el mundo actual. En síntesis, el desafío para quienes escriben poesía hoy es salir de cacería a un mundo que quiere pasar sin poesía escrita y bregar para que lo que atrapen en la grafía tenga esencia poética.
Muchas gracias Armando por darnos sus valiosas impresiones.
Para finalizar, yo agregaría que la “poesía escrita” es para mí precisamente la que nos aclara los orígenes de esa otra poesía a la que usted se refiere y que está contenida en todas las demás artes, aquella que nos habla de la fuente primigenia que reside dentro de cada persona y que luego puede traducirse en diferentes formas de expresión.
Señor Ibarra, queremos conocer su obra. ¿Nos podría compartir algunos poemas tuyos?
¡Por supuesto!
Aquí van:
Depredador íntimo
—¡Cuidado, se soltó el perro!
Grita un hombre en la puerta de su casa.
Azorados, los vecinos se apresuran.
Atrancan las puertas,
y asoman a las ventanas sus rostros movedizos
para trazar una coreografía de recua en estampida.
—Se soltó el perro. Vocifera el coro.
Con una maniobra final,
el propietario logra tomarlo por el collar,
lo sostiene en vilo,
y después lo encierra dando un portazo.
No lo confiesa, pero la bestia
carga un desmadre que cautiva.
Subyugarlo
le produce una satisfacción
que casi es vértigo.
La pureza giratoria de la bestia encadenada
compensa los declives de la vida.
Esto debió comenzar así:
—¡Cuidado con la fiera que llevo dentro!
Grita un hombre
en la puerta de su casa.
Muñeco esclavo
los encargos laborales
bien pueden ser
un accidente de la poesía
¿acaso el instante
no se despeña
en vórtices afanosos?
del calabozo más pequeño
al mediano
al menos grande
al grande
al más grande
Así por siempre
Y de vuelta
Las costureras de la muerte (fragmento)
Pavorosas explosiones
y surtidores de sangre.
Las pesadillas ya no pertenecen
al ámbito de los dormidos
sino al pleno día de los despiertos.
Los helicópteros vuelan
hacia los farallones lejanos.
Dentro del cascarón
los soldados recuerdan
el silbido de las balas.
La guerra era un juego de infancia,
una fantasía en el cine Bolívar.
Parecía lejana,
pero llegó al barrio,
farisea, retrechera, solapada.
Bajo las sábanas manchadas,
sobre las frías losas,
los cadáveres alineados como pollos
en el supermercado.
Así son los partes de victoria.
Unos rayos de luz
perforan las grietas del encierro
y pintan sobre la pared
la nueva constelación
de la pesadumbre.
Así siempre jamás
Ahora que reiniciaron los bombardeos
en la garganta de los Arbustos Tristes,
¿dónde guardará el diario Josefa?
¿A dónde podrá huir Raquelita?
Ahora que las cuadrillas hambrientas
incursionan en el páramo del Desconsuelo.
Ahora que comenzaron los sobrevuelos
en el cañón de los Insaciables,
¿cómo soportará la gastritis Alejandro?
¿Cómo cosechará Apolinar la yerbabuena?
Ahora que volvió la llovizna ácida
sobre la vega de los Alquimistas.
Ahora que la emisora de los cautivos
volvió a rociar el aire con lágrimas secas,
¿cómo sostendrá Petronio los recuerdos?
¿Será que la humedad del cambuche
acabó con los huesos de Juan Alberto
ahora que termina la temporada de lluvias?
Cuando el corazón se repliegue
hacia la gruta de los Olvidados,
¿Podrán dormir tranquilos los inermes?