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La presidenta estuvo acompañada de grandes nombres en el panorama internacional, como las actrices Halle Berry y Alba Rockbacher, la directora india Payal Kapadia, junto con el también director y guionista Hong Sang Soon y Carlos Raigadas, entre otros. Entre los demás premios que entregó este jurado están: el Gran Premio del Jurado, que fue otorgado a Sentimental Value de Joaquín Trier; y el Premio del Jurado fue compartido entre Sirât de Oliver Laxe, y Sound of Falling, de Mascha Schilinski.
El Mejor Director fue para el brasileño Kleber Mendonça Filho, por O Agente Secreto. El Mejor Guion fue para los hermanos Dardenne, con Jeunes Mères. La actriz que se llevó el Premio Mejor Actriz fue Nadia Melliti, por su papel en La Petite Dernière, de la directora Hafsia Herzi. Y el Mejor Actor fue para Wagner Moura en O Agente Secreto. También se entregó un Premio Especial a Bi Gan, por Resurrection.
En general, el sentimiento que se recogió fue de decepción por el nivel de las películas de la competición oficial, donde una gran mayoría de ellas fueron francamente decepcionantes.
Y, sin embargo, como ave fénix, Cannes trajo esta Palma de Oro que lo reconcilia. Un accidente simple, como lo dijimos en la crítica sobre esta película del iraní, es una muestra más de la originalidad y de la capacidad de Jafar Panahi —el director que ha conquistado todo festival europeo por donde ha pasado— por navegar entre diferentes géneros cinematográficos como el documental, la ficción, las películas familiares y el thriller, en este caso. Una película que nos cuenta de cómo el horror se instala dentro de la sociedad en la que nadie puede hablar de él. Este trabajo también toca lo profundo sobre cómo se enfrenta el ciudadano de a pie cuando tiene delante al que posibilita este terror por parte del régimen.
A Sentimental Value, habría que decir que es otra vez una película del noruego Trier donde se acerca, tal vez más, a su maestro Bergman. Nos habla de las relaciones entre padres e hijos en la adultez. Y, como marca registrada por este director, está el desasosiego, la melancolía y la depresión como cruz que llevan muchas personas a cuestas.
De Sirât podemos decir que es la apuesta de Laxe de mostrarnos un descenso al infierno. El significado en árabe que da nombre a este trabajo es el paso que hay entre el infierno y el cielo. Y aquí encontramos a unas personas que buscan, precisamente, salir de algún infierno. Y tal vez, entre tanto, se encuentran perdidos y terminan, quizá, peor de lo que empezaron.
Sound of Falling es, quizás, la única película donde la crítica no estuvo tan de acuerdo con el premio, ya que algunos en La Croisette la encontraron desalentadora cuando el sufrimiento de sus personajes es inexplicable. Otros, en tanto, la encontraron grandiosa. Igual pasó con la película de los hermanos Dardenne, que muchos catalogaron como simplona. Y es que ya se siente que el chiste de premiarlos cada vez que van a Cannes se está alargando mucho.
Por el contrario, Kleber Mendonça Filho, fue otra vez donde la crítica, casi en su totalidad, estuvo de acuerdo. Es una película que, aunque durante la primera hora uno no sabe muy bien para dónde va, luego encuentra en la capacidad del director brasileño toda una herencia de su propio cine y de cómo contar un asunto terrible de una manera bastante entretenida. Sensación similar de exuberancia y herencia deja Bi Gan en Resurrection. Y es que quizás estas dos películas mencionadas en este párrafo, más la Palma de Oro, serán la tres por las que la 78ª edición de Cannes será recordada.
Este es un resumen de lo que pasó en el Festival de Cannes 2025, donde, a pesar de las críticas, quedaron tres grandes trabajos que pasarán a la historia.
