Con solo 25 años de edad escribía con admirable destreza crítica uno de lo ensayos más esclarecedores sobre el orbe narrativo de Henry Miller, al tiempo que introducia al lector hispanoamericano en el ámbito genial e impoderable de Robert Musil, hasta entonces sólo conocido por referencias académicas. Sin embargo, solo la inquietud intelectual del joven autor no se limitaba a cautivar la audiencia con sugestivos ensayos de interpretación sino que alcanzaba también otros espacios, afines a su impostergable vocación creadora. Durantes tres décadas su bibliografía ha cubierto la totalidad de los géneros y a su talento se deben piezas de teatro como El canto de los grillos, La feria distante y Catálogo razonado.
En el campo del ensayo destacan sus libros La errancia sin fin y Las huella de la voz, amén de sus enasayos ya citados sobre Musil (El reino milenario) y autores heterodoxos como Bataile y Kossowski, a quienes ha traducido impecablemente.
Hito singular traza en el panorama de la ficción en lengua castella la obra narrativa de García Ponce. Cuando el mundo entero se conmovía con los logros del Realismo Mágico y se difundía por doquier la imagen de un continente mestizo y telúrico, fantástico y barroco, García Ponce adoraba la recreación social y existencial de la mesocracia mexicana.
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Desde sus inicios, sus cuentos y novelas insistían en ofrecer al lector un mundo que -salvo ciertos autores rioplantenses- parecía desplazado por los intereses de quienes todo lo apostaban a una definición tercermundista, no sólo del continente sino también de la imaginación y el sueño. Como Borges y Lezama Lima, García Ponce se enfrentó sin complejos al repertorio de asuntos e ideas que, en el plano de la cultura universal, convertía a los latinoamericanos en "contemporáneos de todos los hombres". Baste mencionar algunas de sus obras para tomar cabal conciencia de sus alcances y enfoques, aunque también de sus riesgos, felizmente salvados gracias a la uncuestionable dimensión de su estilo: Imagen primera, La cabaña, La vida perdulable, El gato o De ánima. En cualquier caso, una novela como Crónica de la intervención le ha ganado a García Ponce un lugar entre las cinco o seis novelas fundamentales de nuestro siglo y, probablemente, su legado espiritual, narrativo y estético coexista durante decenios junto a los clásicos de nuestra lengua.
"Después de laa cita" entroniza la soledad y misterios de la noche en la figura de una mujer. Como en la plástica de Giorgio De Chirico, las cosas que se enuncian esconden verdades perturbadoras y a menudo alarmantes, y si no fuera por la clave que el último ofrece la ambigüedad sería absoluta, como en su magistral nouvelle titulada La noche.
García Ponce nació en 1932 en México, donde actualmente recide.