Al departamento del Chocó dejamos de mirarlo hace años. Un territorio rico en fauna, flora y olvido busca sobrevivir pese a la ausencia de un Estado que pone su lupa fuera de su soberanía, encargándose de proteger los derechos humanos vulnerados por un gobierno autoritario pero dejando de lado los derechos que se ahogan y se van río abajo con las inundaciones que tienen afectado a este departamento ubicado en el lindero del Pacífico colombiano.
Una gestión lánguida y carente de objetividad se refleja en la escasez de medicamentos, alimentos y apoyo humanitario para las comunidades que habitan el territorio chocoano. Los baldes que recogen el agua de la tragedia y que anuncian una nueva avalancha de desplazamientos y abandonos obligados, nos dicen que el Chocó retorna a los días en que la violencia y la ausencia estatal condenaron a esta tierra a la soledad y el silencio.