El Magazín Cultural

Barcelona y los escritores latinoamericanos

El pasado 8 de abril se reunieron Rodrigo Fresán, Laura Restrepo, Santiago Roncagliolo y Juan Pablo Villalobos con el fin de participar en un conversatorio en el marco de los eventos de “El rastro de Gabo en Barcelona”.

Isabel-Cristina Arenas
18 de abril de 2019 - 09:58 p. m.
Juan Pablo Villalobos, escritor mexicano; Pilar Calderón, cónsul general de Colombia en Barcelona; Santiago Roncagliolo, escritor peruano; Rodrigo Fresán, escritor argentino; Laura Restrepo, escritora colombiana; Marta Nin, directora de Casa Amèrica Catalunya y el periodista catalán Xavi Ayén. 
 / Antonio Amador
Juan Pablo Villalobos, escritor mexicano; Pilar Calderón, cónsul general de Colombia en Barcelona; Santiago Roncagliolo, escritor peruano; Rodrigo Fresán, escritor argentino; Laura Restrepo, escritora colombiana; Marta Nin, directora de Casa Amèrica Catalunya y el periodista catalán Xavi Ayén. / Antonio Amador

Barcelona sigue siendo una ciudad de escritores latinoamericanos. El pasado 8 de abril se reunieron Rodrigo Fresán, Laura Restrepo, Santiago Roncagliolo y Juan Pablo Villalobos con el fin de participar en un conversatorio en el marco de los eventos de “El rastro de Gabo en Barcelona”, una semana completa de actividades organizadas por el Consulado de Colombia, Casa Amèrica Catalunya y Obra Social “la Caixa” para conmemorar los cinco años del fallecimiento del Nobel.

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“En noviembre de 1967 García Márquez llegó a Barcelona en un coche de alquiler desde Madrid, viajaba con su esposa Mercedes Barcha y sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo. De algún modo esa entrada simboliza el atractivo de la ciudad como imán de escritores no solo latinoamericanos sino de otros lugares”, dice Xavi Ayén, periodista cultural y autor de Aquellos años del boom (RBA, 2014), quien fue el encargado de moderar el conversatorio “Ser un escritor latinoamericano en la Barcelona de hoy”. La pregunta que abre el debate es sobre su relación con García Márquez y cómo cada uno de ellos llegó hasta aquí.

Laura Restrepo lo conoció siendo ya Nobel de Literatura, por lo que era “una relación de amistad con una superestrella, existía un aura de prestigio que te separaba”. Sin embargo, cuenta que pudo aprender de él mientras ella trabajaba en la Revista Semana pues el escritor asistía a los consejos de redacción de cada lunes: “La gratitud hacia él es infinita”. Rodrigo Fresán comenta que su madre fue pareja durante varios años de Paco Porrúa, el editor de Cien años de soledad y de Rayuela, y recuerda muy bien el impacto que causó la publicación de la novela en su ciudad.

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Roncagliolo y Fresán llegaron a Barcelona por una mujer, por esa búsqueda de territorio neutral que a veces necesita el amor. Villalobos vino a cursar un doctorado y decidió quedarse. Los tres han tenido familia, hijos; aquí han escrito libros. Laura Restrepo, por su parte, vive en una casa de campo cerca del Pirineo desde hace cinco años, a ella le interesa estar en un lugar que se atreve a cuestionar su posición en el mundo, en el que su clima político hace que florezcan la cultura y las ideas. 

Santiago Roncagliolo recuerda que cuando vivía en Madrid su entonces novia le propuso que se mudara a Barcelona. Él  vino de visita, llevaban un año juntos y era necesario tomar una decisión. Estaba escribiendo un texto que no fluía, entonces decidió caminar hasta la playa, entró al agua y nadó, al salir pidió una cerveza, se la tomó sentado en la arena y mirando el mar pensó: “¿Y yo porqué es que no quería vivir aquí?”. “Además es caminable en sesenta minutos, perfecta para un escritor, tiene mar y montaña”, agrega Fresán. “El azul y el verde a los que no renunciamos los latinoamericanos” dice Restrepo.

Para Juan Pablo Villalobos, quien afirma no sentirse de ningún lugar, Barcelona ha sido un territorio de aprendizaje. Se hizo escritor en Xalapa, y aquí se convirtió en un autor publicado. Su historia es la que sueñan muchos de los que apenas comienzan: terminar un manuscrito, enviarlo a editoriales y que de pronto una de ellas, Anagrama en este caso,  responda que le ha gustado el libro y que lo quieren publicar. Después recibe una llamada para acordar una cita directamente con el dueño de la editorial. El mismo Herralde hace referencia a este caso en su reciente libro: Un día en la vida de un editor (Anagrama, 2019), cuando habla de las buenas sorpresas y las satisfacciones que ha tenido en su trabajo al encontrar nuevos autores.

En los años setenta Barcelona era el lugar al cual venir para ser escritor, aquí estaban José Donoso, Jorge Edwards, Gabriel García Márquez, Cristina Peri Rossi, Sergio Pitol, Mario Vargas Llosa, y llegaban de visita Julio Cortázar, Álvaro Mutis, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Pablo Neruda entre muchos otros, aunque no todos con la misma fortuna. Estaba Carmen Balcells, la agente literaria que defendía los derechos de sus escritores y los cuidaba como si fuesen sus hijos, y el editor de más prestigio: Carlos Barral. Además de las editoriales: Seix Barral, Planeta, Plaza y Janés, Anagrama, Tusquets... “Entonces, ¿hoy sigue siendo Barcelona un lugar atractivo?”, pregunta Xavi Ayén.

Para Laura Restrepo lo es precisamente por el movimiento político, y agrega que así los circuitos literarios ya estén abiertos por la tecnología, esta sigue siendo una ciudad para venir a vivir. Aunque agrega que un escritor joven debería ir a Guadalajara, pues es en México en donde todo lo literario se concentra en este momento. Roncagliolo trabaja desde aquí para otras ciudades y cree que se puede escribir desde cualquier sitio. Por su parte Villalobos siente que aquí es donde un escritor puede disolver su identidad y es lo que él busca, mientras que Fresán afirma que existe una relación bipolar entre Barcelona y Latinoamérica: “Todo el tiempo se crean y se rompen relaciones”.

“Ante Gabo yo me arrodillo, le pido la bendición  y me voy a escribir a mi rincón porque bajo la sombra de ese árbol no puedo”, dice Laura Restrepo al finalizar la charla e iniciar la ronda de preguntas.  Todos agradecen el camino abierto por García Márquez pero quieren continuar por el creado por ellos mismos.

Esta sigue siendo una ciudad de escritores, cada día nacen editoriales, se abren librerías y son infinitos los eventos relacionados con la literatura y el periodismo, por ejemplo, los  incluidos  en “El rastro de Gabo en Barcelona” que finalizarán el 13 de abril con una ruta literaria por Sarrià, el barrio en que más tiempo vivió el escritor con su familia.

Por Isabel-Cristina Arenas

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