Como todas las leyendas, esta tenía varias versiones. El origen del canto partisano italiano de los grupos resistentes contra el fascismo todavía parece no estar claro. “Bella Ciao” fue, al principio, una canción popular cantada por los integrantes del Movimiento Partisano Italiano durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, después de las primeras luchas contra las tropas fascistas y nazis, el canto se convirtió en un himno.
Todo comenzó en Emilia, región histórica de Italia, en la provincia de Módena, un pequeño pueblo de Montefiorino encerrado por una fortaleza medieval. A ese lugar se le llamó “República partisana” o “Zona liberada”, porque en 1944 un puñado de personas, habitantes de casas de piedra y mármol, fueron los primeros en oponerse a la ocupación alemana. El gobierno de Módena fue el primero que se separó del Estado italiano comandado por Benito Mussolini y regulado por Adolf Hitler, y que combatió militarmente al régimen. En Italia la lucha fue militar y social al mismo tiempo: fue antifascista y fue una guerra contra los grupos del gran capital que habían creado el fascismo y llevado el país a la ruina.
Puede leer: “El retorno de José Dolores”: el himno de los desterrados en Colombia
En ese ambiente, entre pasquines y sangre, nació “Bella Ciao”. Se creía que la música, de autor desconocido, se relacionaba con la melodía de un canto del siglo XIX de las trabajadoras de los arrozales padanos. Sin embargo, cabe aclarar que esto se trata de un falso histórico, como definitivamente lo demuestra el escritor de historia italiana Cesare Bermani: la versión de “Bella Ciao” de las trabajadoras de los arrozales había sido compuesta en 1951 por Vasco Scansani di Gualtieri, mientras que la versión de la Resistencia tomaba en la parte textual la estructura de los cantos “Fior di tomba” y “Picchia picchia la porticella”. Después surgió otro posible origen tras el redescubrimiento de una melodía yiddish —idioma de las comunidades judías asquenazíes del centro y este europeo— registrada en 1919 en Nueva York por Mishka Tziganoff, un acordeonista de origen ucraniano. A pesar de que el sonido de Tziganoff es bastante parecido en algunas estrofas al de “Bella Ciao”, esta versión todavía no parece no apoyarse en sólidos fundamentos.
Esta es la supuesta estrofa que cantaban las arroceras: “Ma verrà un giorno che tutte quante / O bella ciao bella ciao bella ciao ciao ciao / Ma verrà un giorno che tutte quante / Lavoreremo in libertà”. (Pero vendrá un día en que todas nosotras / O bella ciao bella ciao bella ciao ciao ciao / Pero vendrá un día en que todas nosotras / Trabajaremos en libertad). La canción se expandió como un virus en los festivales mundiales de las juventudes comunistas que tuvieron lugar en varias ciudades, como Berlín, Praga y Viena, donde fue cantada por los delegados italianos y posteriormente fue traducida a los idiomas de los delegados de otros países. Pero su auge fue en otra lucha, ya habiendo sacado a los nazis de Italia y después de la muerte de Mussolini, a mediados de los 60, durante las manifestaciones obreras y estudiantiles de 1968.
Puede leer: “Los dinosaurios”: Charly García contra la dictadura argentina
Como todo lo revolucionario, “Bella Ciao” fue censurada en la radio y las disqueras. Pero a comienzos de la década del 70 el conjunto chileno Quilapayún la tradujo por primera vez al español y se sumó a las otras canciones que marcaron el ambiente del gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular. Después de todo, la lucha de clases no tiene idioma.