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“Benedetta”, entre el catolicismo y la sexualidad

Esta película reúne dos fijaciones de Paul Verhoeven: el catolicismo y la sexualidad. Una mezcla destinada a despertar controversias entre los más creyentes y a atraer a los más curiosos por lo prohibido y provocador.

23 de febrero de 2022 - 03:05 p. m.
Desde su estreno mundial en el pasado Festival de Cine de Cannes, "Benedetta" ha generado una ola de reacciones en redes sociales y medios de comunicación.
Desde su estreno mundial en el pasado Festival de Cine de Cannes, "Benedetta" ha generado una ola de reacciones en redes sociales y medios de comunicación.
Foto: Babilla Cine

La película de Paul Verhoeven se basa en el libro “Actos impúdicos”, escrito por Judith Brown, historiadora de la Universidad de Stanford. La escritora encontró la historia de la monja Benedetta Carlini mientras investigaba a la familia Medici en los años setenta, de acuerdo con JSTOR Daily. Brown encontró una investigación eclesiástica del siglo XVII en contra de Carlini, hecha entre 1619 y 1623. De aquella fuente primaria nació su libro, publicado en 1986, y, a raíz de él, se estrenó este año Benedetta las salas de cine. Y, al igual que la película ha suscitado controversia, la obra de Brown hizo lo propio en el siglo XX. Hablar de relaciones sexuales entre mujeres -más aún, mujeres de la Iglesia- era, y sigue siendo en muchos casos, un tema tabú.

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La historia de Benedetta Carlini transcurre entre su casi fatal nacimiento, en el año 1590, su niñez y juventud dentro de un convento y su vida adulta, que a su vez se tambalea entre la santidad y la herejía. Benedetta, o ‘bendecida’, quien había fue acusada ante los jueces eclesiásticos por sostener relaciones sexuales con la monja Bartolomea Crivelli, fingir milagros fraudulentos, entre otros pecados. La antigua Madre Superiora fue sentenciada a 35 años en la prisión del convento.

El filme se desarrolla en Italia, siglo XVII. Carlini llega al convento de Pescia, en la Toscana, y asegura ser capaz de hacer milagros desde que era joven. Con los años llegó al grado de abadesa debido a los recurrentes estigmas que aparecieron en su cuerpo, conocidas como marcas sobrenaturales que se asemejan las heridas ocasionadas en Jesucristo durante su crucifixión. En el convento, Benedetta entabla un romance con la novicia Bartolomea.

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Esta película reúne dos fijaciones de Paul Verhoeven: el catolicismo y la sexualidad. Una mezcla que ya al ponerla sobre la mesa está destinada a despertar controversias entre los más creyentes y a atraer a los más curiosos por lo prohibido y provocador.

“No entiendo por qué llaman blasfemo a algo que pasó de verdad. No puedes cambiar la historia, no puedes cambiar los hechos, puedes decir si te parecen bien o mal, pero son hechos. Usar la palabra blasfemia en este caso me parece estúpido”, dijo Verhoeven en una entrevista para El País.

Dar con el libro “Actos impúdicos” de Judith Brown pudo ser una casualidad precisa para seguir hacienda obra teniendo en el horizonte la religión. El cineasta neerlandés hizo parte del Seminario Jesús en Estados Unidos. Allí, Verhoeven estudió la biblia y de paso logró escribir el libro Jesús de Nazareth, en el que describe bajo sus creencias y pensamientos su figura. Incluso, en una entrevista para Semana sobre Benedetta, afirmó que: “Para mí, Jesús es alguien que te dice algo de ti mismo y cómo comportarte, nada cercano a alguien que se cree rey o que proyecta que es el rey de reyes o el hijo de Dios. Creo que las parábolas son Jesús, la capacidad de pararse en un momento en el lugar de la animosidad, en los zapatos del enemigo, mirarse a ti mismo y ver como el enemigo te ve”.

Como lo sugiere en la misma entrevista, si bien el autor intentó que en la historia no interfiriera sus imaginarios sobre Jesús, sí podría pensarse que por momentos la película expone el mismo ejercicio que reconoce Verhoeven, que es el de construir un “Jesús personalizado” que termina guiando el libre albedrío.

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Benedetta es hábil, tanto que su inconsciente se acomodó a sus deseos más “humanos” y la ayudó a hacer conciliaciones entre los mandatos de la iglesia y los placeres de los que, según su religión, debía privarse. En sus sueños, esta monja tendrá revelaciones que la conducirán a la confirmación de que, gracias a sus dones, lo que le pedía su instinto no era tan malo o, más bien en su caso, podía contarse como una excepción. Esta podría ser una de las interpretaciones de este filme que se padece dependiendo de la mirada y, sobre todo, las creencias del espectador: lo explícito de las escenas sexuales, de las enfermedades o de los castigos físicos de la época.

Su comienzo es más bien inocente y hay algo de confusión con respecto al tiempo en el que Bendetta comienza su camino hacia la manipulación de sus creencias, que parecen tan fuertes como las convicciones de un Papa, pero además sobre su éxito en el convento al que llegó cuando era una niña: su popularidad no se explica hasta que comienzan a reflejarse las “señales” de que es “una elegida” de Dios o, como ella lo repite, la esposa de Jesús.

El personaje principal es interpretado por Virginie Efira, quien participó en el filme “Elle” y “An Impossible Love”. El papel de Bartolomea, su amante, es realizado por Daphne Patakia y la madre superiora, Sor Felicita, es la legendaria Charlotte Rampling de cintas como “Melancholia”, “Swimming Pool”, “Never Let Me Go”. La película también cuenta con las actuaciones de Lambert Wilson, Olivier Rabourdin, Louise Chevillotte, Hervé Pierre, Clotilde Courau, David Clavel, Guilaine Londez, Gaëlle Jeantet, Justine Bachelet y Lauriane Riquet.

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