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Carmina Rufrancos: “La literatura de Poniatowska enseña a mirar más allá de uno mismo”

La editora de la escritora mexicana habló de la colección de la obra que se ha publicado en el último año con el sello Seix Barral y la influencia de su literatura para la narrativa latinoamericana.

Andrés Osorio Guillott

26 de noviembre de 2025 - 07:00 p. m.
La escritora mexicana Elena Poniatowska.
Foto: EFE - Sáshenka Gutiérrez
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Libros como La noche de Tlatelolco han situado a Elena Poniatowska en la memoria colectiva de México y América Latina. Su obra periodística y literaria está atravesada por testimonios de acontecimientos y personajes que han marcado la historia para bien y para mal.

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La Biblioteca Elena Poniatowska, nombre de la colección de la obra de la escritora mexicana, es una pieza que hay que celebrar, pues reúne los libros que conocemos y los que quizá pasábamos por alto porque su publicación había quedado en ediciones que ya no se conseguían. Carmina Rufrancos, editora de Poniatowska, nos cuenta en esta entrevista cómo fue el trabajo para lograr esta colección y cómo ha sido también convivir y aprender de la mirada y la humanidad de la autora de libros como Querido Diego, te abraza Quiela, Las soldaderas y El amante polaco.

“Nosotros teníamos publicados algunos títulos, su editorial anterior tenía otros tantos; entonces estaba todo un poco desperdigado. En el momento en el que nosotros adquirimos prácticamente por completo toda la obra de Elena, decidimos hacer un trabajo de relanzarla toda. Y para eso se nos ocurrió, primero, darle unidad, darle coherencia estéticamente; que se viera, que tuviera una identidad en donde tú fácilmente reconocieras que ese título pertenece a la biblioteca de Elena. Así fue como decidimos invitar a varias fotógrafas a participar en las portadas de los libros. Nos importaba mucho que estas artistas visuales fueran de rangos muy variados, que su trabajo fuera muy diferente entre sí, que también fueran de generaciones diversas, porque creemos que la colección tiene una conversación a través de los años con muchísimas generaciones, concretamente de mujeres. Finalmente, Elena es un referente en el campo de la cultura, y no solo eso: es una inspiración”, dijo Rufrancos.

Homenaje a Elena Poniatowska en México, a propósito de la publicación de la colección de su obra.
Foto: Cortesía

¿Cómo fue el proceso de volver a localizar esas obras y reeditarlas? ¿Con qué dificultades se encontraron?

De varios títulos nosotros ya teníamos los derechos, así que teníamos los materiales, los archivos PDF. En el caso de todo aquello que no habíamos publicado antes, solo teníamos los ejemplares; no había negativos ni archivos digitales a los cuales recurrir. Pero eso fue una gran ventaja, porque nos permitió levantar la tipografía de esas viejas ediciones, volver a digitalizar todo y sentarnos a revisar con Elena esos materiales. Estas reediciones no son una mera reimpresión de los títulos: hay un trabajo de revisión por parte de Elena. Me atrevería a decir que son las ediciones revisadas y definitivas de la autora. Eso implicó un período largo de trabajo: digitalizar todo, darle tiempo a ella para revisar, reunirnos, aplicar ajustes, volver a revisar... Fue un proceso largo, pero muy bonito y gratificante. Además, digitalizar estos textos permite que lleguen al libro electrónico y a otros formatos que la vida digital ahora nos da.

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Hablemos de la participación de Elena Poniatowska en la composición de la colección.

Desde el principio, el trabajo con ella fue muy cercano. Antes de avanzar, todo se lo planteamos y lo aprobó. Le entusiasmó muchísimo la idea de colaborar con mujeres artistas de los más variados orígenes, edades y estéticas. Le gustó que la biblioteca también acompañara la carrera de algunas de las fotógrafas más jóvenes.

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Antes de digitalizar el primer libro, hablamos todo con Elena. Ella estuvo de acuerdo, eligió algunas de las fotografías para las portadas; en otros casos le presentábamos opciones y ella opinaba. Hicimos cambios basados en sus comentarios. Fue un trabajo completamente de la mano con ella. No es una colección impuesta desde la editorial: la idea surgió aquí, pero se construyó junto a ella.

¿Qué ha significado ser editora de una autora tan importante como Poniatowska?

Me siento muy bendecida por tener esta posibilidad. Poder trabajar de cerca con Elena, a quien yo admiraba muchos años antes de estar en el mundo editorial, es un regalo de la vida. Ha sido un privilegio enorme, personal y profesionalmente.

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Carmina Rufrancos, editora de Elena Poniatowska.
Foto: Cortesía

Y es increíble trabajar con ella. Siempre le hago bromas porque ella hace muchas bromas sobre su edad y que ya no es ninguna jovencita. Yo le digo: “Elena, yo a esta edad quisiera tener la cuarta parte de la energía y vitalidad que tú tienes”. Es una mujer impresionante, inspiradora en muchos sentidos. Ha sido un enorme privilegio trabajar con ella todos estos años.

Antes de ser su editora, ¿cómo era su relación con la obra de Elena Poniatowska?

En México, uno de sus títulos emblemáticos es La noche de Tlatelolco, que leí en la universidad. Es un momento en el que uno está ávido de entender cómo es este país, de dónde venimos, por qué ocurre lo que vemos diariamente. Elena contribuye muchísimo a la formación de ciudadanos responsables, comprometidos o, al menos, interesados en el país en el que viven. En ese momento su obra llegó a mis manos.

También por parte de mi padre, que era un gran lector y siempre nos acercó a los libros. Leer era una actividad rutinaria en mi casa. Por ese lado también había leído Querido Diego, te abraza Quiela, pero ya con conciencia, desde otro lugar, La noche de Tlatelolco fue especial.

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¿Cómo les diría usted a las nuevas generaciones por qué es importante leer a Elena Poniatowska?

Primero, porque Elena ha sido testigo de muchos acontecimientos relevantes de la historia del mundo. Y porque, como dije antes, sabe lo que implica ser ciudadano y estar pendiente de lo que ocurre fuera de tu esfera privada. Ella proviene de una estirpe privilegiada, pero eligió mirar al otro: qué le duele, qué lo hace feliz, qué llena la vida de la gente. Esa mirada empática es intrínseca a ella. Y creo que su literatura enseña eso: mirar más allá de uno mismo.

Desde su lectura y cercanía, ¿qué hace que la narrativa de Poniatowska sea relevante para la literatura latinoamericana?

Elena está siempre pendiente del otro y sabe que formar comunidad es importante. Su literatura contribuye a eso: da voz a quienes no la han tenido y nos permite acercarnos a problemáticas y personajes que no conoceríamos desde otro lugar.

Me refiero tanto a la gente del movimiento de Tlatelolco —estudiantes, líderes— como a artistas como Tina Modotti, Leonora Carrington, Frida Kahlo y Diego Rivera, o figuras como su esposo, Guillermo Haro, astrónomo fundamental en la historia internacional de la astronomía. Acercarnos a esas motivaciones e historias de vida de la comunidad latinoamericana le da enorme valor a su obra y la convierte en una voz indispensable de este continente.

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¿Hay algún libro que usted considere importante mencionar y que quizá la gente no conozca tanto?

Sí. La obra de Elena es muy variada, así que es difícil elegir. Pero voy a destacar uno que mucha gente no conoce y que es una pequeña obra de arte: Lilus Kikus, ilustrado por Leonora Carrington. Es una colaboración entre Elena y Leonora, y creo que es un libro que nadie debería perderse.

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