
Bobby Fischer quería jugar ajedrez. Su primer juego se lo había regalado su hermana Joan, a finales de los 40, cuando él apenas tenía seis años. Él quería ser campeón del mundo. Sólo eso.
Foto: Bundesarchiv
Fue compañero de escuela de Barbara Streisand en el Instituto Erasmus Hall de Brooklyn, y pasados muchos años, diría que Bobby Fischer era distinto a todos los demás: “Bobby y yo fuimos dos inadaptados en el aula. Almorzábamos juntos y guardo fresco el recuerdo de su risa a carcajadas mientras leía la revista Mad. También era habitual verlo con la mirada apuntando el infinito y haciendo profundos silencios. Sé que era un chico singular, pero para mí era bastante sexy”. Niño retraído, adolescente conflictivo, sobre todo por sus...

Por Fernando Araújo Vélez
De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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