
Imagen de un sector de Bogotá. Sobrevivir al caos. / Mauricio Alvarado
Seis y cuarenta y cinco de la tarde y los carros pasan a la velocidad que les da el motor y que el próximo trancón les permite por el charco más profundo, y botan y hacen rebotar el agua podrida sobre los que esperan un bus, los miles de miles que esperan todas las noches un bus para tirarse una hora o dos o tres hasta su casa, los vidrios untados de vaho, de aliento a cerveza, a sueño, a tripas mojadas, a ya no más, y todo suena a rock mojado, a electricidad, aunque no salga una sola nota de rock por los parlantes de los buses, por las...
Por Fernando Araújo Vélez
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