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Bordar para reparar: la resiliencia de una artista

María Paula Suárez es una artista colombiana que reflexiona, a partir del bordado y la ilustración, la capacidad de decantar emociones traumáticas y reconocer el espacio que habita desde la intimidad. Actualmente expone en la galería Otros 360 Grados de Bogotá.

Sandra Fernández
13 de marzo de 2023 - 10:57 p. m.
En la serie “Viceversa”, de María Paula Suárez, “lápices de colores dibujan los pétalos de flores que representan la feminidad y el paso del tiempo, mientras en su interior sus pistilos cosidos con hilos parecen recobrar heridas que quieren sanar”.
En la serie “Viceversa”, de María Paula Suárez, “lápices de colores dibujan los pétalos de flores que representan la feminidad y el paso del tiempo, mientras en su interior sus pistilos cosidos con hilos parecen recobrar heridas que quieren sanar”.
Foto: Cortes

El habitar se separa de la forma de reconocer un territorio porque sin desplazarse y sin contar los pasos, su pertenencia se construye desde un espacio íntimo, una conexión con la experiencia de allá afuera con un ejercicio de introspección. Allí comienzan a hilar los pensamientos para conformar la identidad y comportamientos propios en consonancia con una comunidad.

Hilo y aguja cruzando desde adentro hacia afuera, revelando emociones y sosteniendo lenguajes que decantan aquellas anécdotas que marcan un inicio y un final. Si esto se materializara, reconociendo la aguja como aquella situación que atraviesa al cuerpo, entrando hacia lo más profundo para luego salir a la superficie en repetidas ocasiones, construiría un tejido de colores que con el tiempo se fortalece. Así es la resiliencia, un proceso que adhiere los traumas junto con las emociones para reconocer aquellas situaciones y afrontarlas con firmeza.

Bajo esta perspectiva, la artista colombiana María Paula Suárez adhiere a sus procesos artísticos cuestiones sobre su entendimiento y relación con el mundo, su posición social, económica y demográfica en el lugar que habita; en un primer momento desde lo que le decía su entorno, para finalmente escudriñar desde adentro las preguntas que le surgían.

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Escuchar su cuerpo fue la primera herramienta que utilizó en sus obras objetuales, encarnando pétalos o flores hechas en acrílico e intervenidas con hilo para representar sus emociones, y darles lugar y forma. Un alto en su vida tras detectar en sus senos unos quistes y recurrir a intervenciones quirúrgicas para corregirlos, allí su introspección cobra vida, envolviendo en sus obras la técnica de coser: “En medio de todos estos procedimientos quirúrgicos yo quise entender qué componía estas masitas que tanto daño me hacían, quería verlas, entenderlas y desde un ejercicio artístico, sanarlas, dibujarlas, pintarlas… Y para mi sorpresa cuando me enviaron las capturas de lo que el microscopio arrojaba, las imágenes estaban llenas de color, formas, identifiqué texturas… Y me conmovió mucho, la experiencia fue muy traumática, pero lo quise sanar; quise sanar la relación que tenía con mi cuerpo, el trauma de tener que operarme tres veces los senos, el dolor de cada jornada de recuperación y cada vez que me quitaban los puntos... Y fue entonces cuando en mi práctica artística, coincidí con el hilo, que fue (y es) el medio que más resuena con la acción de reparar y cerrar aquello que yo tenía abierto”, explica la artista.

Su serie ‘Universos microscópicos’ (2016 - 2020) representa aquella investigación frente a las masas amorfas que se encontraban en su cuerpo. A partir de un bordado comienza a dibujar lo que el microscopio le mostraba, intuyendo tejidos y recobrando sensaciones que padeció durante esta etapa desgarradora que la condujo a explorar en su trabajo artístico estados emocionales. Así la artista se enfrenta a la resiliencia como eje central desde donde parte para catalizar el dolor como punto de quiebre, la sanación como el proceso y el amor propio como el resultado. “He recorrido un largo camino para llegar a donde estoy a nivel mental y emocional, y entiendo la resiliencia como ese motor que me ha guiado en el proceso, y la veo/entiendo como un “todo”, para mí el acto de existir es prevalecer en resiliencia”, dice Suárez.

Este procedimiento personal y profundo, la artista lo relaciona con la naturaleza por el autoconocimiento y reflexión que se percibe a partir de su forma de vida: una resiliencia cíclica que persiste sobre cualquier adversidad. En su serie ‘Viceversa’, lápices de colores dibujan los pétalos de flores que representan la feminidad y el paso del tiempo, mientras en su interior sus pistilos cosidos con hilos parecen recobrar heridas que quieren sanar. Desde la técnica la artista reconoce así la creación: Bordar-sanar- desplegar- recoger - reaprender y germinar.

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‘Monte abierto’ fue una exposición individual que se desarrolló en la galería Otros 360 Grados en el año 2021. Allí reunió sus series ‘Imaginarios abstractos’, ‘Apología del amor’ y ‘60 meses en pausa activa’ compuestas por flores dibujadas con lápices de colores y bordados que predominaban en las formas de los pétalos que se asentaban en el papel. Esta muestra reconoció un acercamiento hacia el paisaje y al lenguaje que le bastó para querer explorar el bordado desde lo textual.

Suárez comienza a deconstruir sus estados de ánimo, identificando y cuestionando sus sentimientos a través de las palabras, que, según su concepto: “el lenguaje me dio raciocinio sobre las emociones y ese fue un hallazgo increíble, porque las palabras automáticamente remiten al espectador a un lugar y en ese orden de ideas, cualquier idea se abre a la interpretación, pero teniendo un origen común”.

Su serie ‘Secuencias’ (2020) la conforman textos extraídos de la literatura latinoamericana con bordados que dejan al descubierto palabras que conforman mantras en un ejercicio de poesía visual. Este proceso genera un cuestionamiento frente a las palabras impuestas y desde allí la artista logra poner a discusión la palabra amor con obras como ‘Un vaso de agua fría preferiblemente tibia’, un collage que lleva en repetidas ocasiones la palabra amor, mientras en la superficie borda la frase “Warm is not the same as hot.’ Esta apropiación reflexiona sobre el hecho de que cantidad no es lo mismo que calidad, así como cálido no es lo mismo que caliente, reconociendo que el amor no se puede traducir ni definir.

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Actualmente participa en la muestra colectiva femenina ‘El poder de la palabra’ al lado de las artistas colombianas Miriam Londoño, Anamaría Gutiérrez de Piñeres y Maria Mercedes Otero, y de la italiana Luisa Adelfio que desde su interés por los textos y la palabra, exploran diferentes materialidades en un ejercicio análogo. María Paula participa con sus obras: ‘What?’ y en español ‘¿Qué?’, ‘Consistency is a love language’, ‘I promise not to look the other way’ y ‘Amor amor’.

La exposición estará abierta hasta el 18 de marzo.

Por Sandra Fernández

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