Brandon Sanderson escribió doce novelas entre la medianoche y las cinco de la mañana, durante cinco años, mientras trabajaba en un hotel. Las doce fueron rechazadas, y lo más seguro es que, en algún momento, pensara que no estaba hecho para enfrentarse a la tormenta en forma de pasillos y páginas eternas que es la industria editorial. Pero entre páginas eternas hay tesoros que se esconden, y de encontrar tesoros es que se trata aquella industria. Moshe Feder, editor de la filial Tor Books, descubrió uno de estos tesoros en la pila de la basura, y así fue como Elantris, la primera novela de lo que llegaría a ser todo un universo llamado el Cosmere, finalmente fue publicada.
Después llegaría la saga de Nacidos de la Bruma. Terminó La Rueda del Tiempo, luego de la muerte de Robert Jordan, su autor; hasta llegar a lo que será el más grande trabajo de la vida de Sanderson: El Archivo de las Tormentas, una épica de diez volúmenes, cuya última publicación fue El Ritmo de la Guerra en 2020.
A sus 47 años, Brandon Sanderson ha publicado 71 libros del Cosmere y planea publicar 19 más. En total, ha escrito 32 novelas, 17 novelas cortas, 11 historias cortas, 4 audiolibros y 4 novelas gráficas.
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Y, últimamente, también ha incursionado en la ciencia-ficción. Escuadrón, una saga de 4 novelas hasta el momento –siendo la última Desafiante, publicada hace unos meses–, fue un riesgo, un rompimiento, un desvío en el camino que a Sanderson le costó 12 novelas en iniciar. Él no lo ve así. Hace algunos meses me comentó que lo importante es escribir, contar historias. Los conflictos del corazón consigo mismo son los mismos, ya sean explorados en uno u otro género, y eso lo demostró al escribir Escuadrón. Creó una niña cuya infancia estuvo marcada por búsquedas de ratas pues, de lo contrario, moriría de hambre; una niña bendecida y al mismo tiempo condenada con un poder especial que la hace ver el mundo con sentidos sobrenaturales, teletransportarse, comunicarse telepáticamente, entre otras habilidades; una niña que también es débil: de miras, de confianza, de horizontes; una niña que se transforma gracias a los otros, a quienes, poco a poco, les deja una parte de ella para que la descubran.
También creó pilotos amarrados a cazas, castigados a cazas, sujetos por siempre a cazas que disparan hacia las estrellas y en las estrellas se perdieron aquellos pilotos que murieron en vano, tratando de salvar lo que quedaba de la humanidad.
También creó otras especies, todo un ecosistema concentrado en evolucionar, que no es más que reprimir la agresividad. Creó especies desligadas de cualquier antropomorfismo que incluso escapaban a los conceptos de masculino y femenino. Y también creó especies con emociones extrañamente humanas, que incluso podían transmutarse en esa agresividad tan de hombres y mujeres.
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Creó a esa niña tan débil y tan fuerte al mismo tiempo. Una piloto que fue alguna vez rechazada, para luego convertirse en la heroína de la historia, mientras en el camino casi deja atrás su humanidad. Una humanidad que irónicamente consolidó al interactuar con criaturas que alguna vez rechazaron a esa agresiva humanidad, para luego tener que agradecerles la salvación del universo.
Fantasía, ciencia-ficción, no importa el género, a la larga es ficción. Es decir, a la larga son los conflictos a los que nos enfrentamos. Eso bien lo sabe Brandon Sanderson, sentado en lo que él llama su “guarida supervillana subterránea”, 30 pies bajo Utah y rodeada de fósiles de amonita, paneles de damasco y un acuario de peces de agua salada. En aquella habitación mitad estudio-mitad base secreta, Sanderson sigue escribiendo historias que giran en torno al Camino del Héroe, pues todos hemos tenido un llamado a diversas aventuras, todos nos hemos preparado para superar obstáculos, todos regresamos a nuestro hogar sintiendo que hemos cambiado, todos buscamos una apoteosis que nos dé una comprensión profunda de nuestro propósito en este mundo agobiado y doliente.
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Las 32 novelas, 17 novelas cortas, 11 cuentos, 4 audiolibros y 4 novelas gráficas son fantasía, ciencia-ficción y, sobre todo, son el reflejo de nuestros deseos.