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"Cali: fallas de origen"

Esta es la exposición de la Galería La Central, donde los artistas miran el problema “narco” desde el contexto de la capital del Valle. Fotografía, instalación y video componen la muestra.

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Liliana López Sorzano
03 de febrero de 2011 - 09:58 p. m.
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Traqueto, mágico, narco, son palabras que tienen un significado adquirido en la sociedad colombiana y que en esta ocasión se metieron a la Galería La Central. Cali, en especial, ha tenido una historia notoria en el nacimiento y el desarrollo del narcotráfico, actividad comercial que permeó la cultura, las calles, los comportamientos, la televisión, la estética y los procesos artísticos.

Wilson Díaz, Leonardo Herrera, José Horacio Martínez y Margarita García exploran a través de sus obras ese mundo de drogas que se fue convirtiendo en parte del paisaje cotidiano de la capital valluna.

Según Juan Sebastián Ramírez, el curador de la muestra, no pretendía presentar una exposición que se metiera en la caricatura, ni en la ridiculización, y mucho menos en los juicios de valor, porque asegura que todo es mucho más complejo que eso. Hace seis meses volvió a Cali, su ciudad de origen, después de una década en Inglaterra. La idea de hacer algo con el arte caleño le venía rondando desde hacía algún tiempo y esta curaduría para la Galería La Central es sólo una parte de todo lo que logró reunir y la primera entrega.

En efecto, estas obras, más que adentrarse en posiciones morales, captan ese ambiente flotante, esa atmósfera que se vivía en especial en los años 80 y 90.

Leonardo Herrera, por ejemplo, a través de una serie de polaroids de color gastado, retrata desde una moto Honda 90C que se utilizaba para los mandados de un narco de su barrio de adolescencia, la caseta de vigilancia de la esquina, hasta el parque donde solía jugar baloncesto. Hay un aire nostálgico, como si se tratara de un álbum familiar, y es precisamente ahí donde se genera esa tensión de ambigüedad, entre la intención artística y la espontaneidad casi infantil de registrar momentos de su lugar de residencia.

Por otra parte, Margarita García, que es la única bogotana pero que produjo Los carteles de Cali durante una residencia en esa ciudad, presenta dos cuadros de tinta litográfica sobre papel. El diablito del América y unos caballos de color azul son multiplicados a lo largo y ancho del papel. Cerca del lugar de la residencia artística, existe un puente donde la gente por la noche se dedica a consumir basuco. Un día decidió pasar por el lugar y se encontró con un piso lleno de papeletas vacías. Para su sorpresa estaban adornados, marcados con diferentes signos, entre ellos el diablito del equipo de fútbol y unos caballos. Su obra habla de la procedencia y de esos símbolos desgastados, venidos a menos en una de las drogas más baratas que se puedan conseguir en el mercado. Trabajó con una imprenta para subir estos símbolos del piso y de alguna manera quitarles el desgaste al que han sido sometidos, que al final, es la misma degradación de la ciudad.

Wilson Díaz presenta por primera vez su obra, después de que se hubiera ganado en 1998 el Salón Nacional de Artistas. La casita roja, la casita de Davivienda, se convirtió en un signo popular del ahorro. Díaz la reprodujo en formato grande y le puso un antejardín con matas de coca. En esta instalación, el artista juega con el concepto del deseo, de pertenencia y con ese anhelo de proyección al mismo tiempo que ironiza y pone en tela de juicio las nuevas casas que se levantaban en la ciudad con fondos de dudosa procedencia. Durante mucho tiempo, en las casas, e inclusive en los separadores públicos, utilizaban la mata de coca para fines decorativos. A manera de arbustos cortados con formas definidas se separaban casas o se enmarcaban espacios. Díaz, en su obra fotográfica Los jardines de coca registra ese fenómeno.

Una muestra interesante que habla sin el juicio de la moral del fenómeno del narcotráfico.

 Cra. 12A Nº 77A-72. Tel. 757 4410.

 

Por Liliana López Sorzano

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