"Cándidas en tecnicolor", una exposición en el Museo de Arte Moderno de Medellín

Una de las imágenes que se expondrán en "Cándidas en tecnicolor", de Gabriel Carvajal. / Imágenes: Archivo fotográfico Biblioteca Pública Piloto.

Gabriel Carvajal Pérez trabajó como fotógrafo publicitario durante las décadas 50 y 60. Fue casi un pionero. En ese entonces el medio era tan precario que el modelaje era poco más que un pasatiempos, y sus modelos femeninas eran unas cuantas señoritas de la alta sociedad o reinas de belleza que él mismo debía maquillar y producir. Con ellas Carvajal trabajó para todo tipo de marcas: desde textileras hasta electrodomésticos, pasando por calzado y gaseosas.

Su estética en esas tomas era decididamente estadounidense; una suerte de exaltación del American Way of Life que en Latinoamérica adoptamos como referente de sofisticación y estatus, en especial entre las élites en búsqueda de símbolos. En el trabajo profesional con modelos de Carvajal bien pueden encontrarse influencias o trazas de tapas y páginas de revistas de la época como Life, Harper’s Bazaar o Charm.

La iluminación plana, sin contrastes, oscuridades ni sombras, se inserta por completo en esta estética. También la paleta cromática, siempre muy colorida. Y en especial los gestos, el vestuario y las actitudes corporales de las modelos nos llevan a ese lugar visual. Pero, ¿qué sucedía cuando Carvajal no estaba en el estudio trabajando para clientes? Como fotógrafo es muy posible que durante su vida cotidiana y sus salidas de campo entrenara su ojo, su capacidad de dirección y probara nuevas poses y encuadres.

Esta serie que titulamos “Cándidas en tecnicolor” contiene imágenes producidas en una esfera de amateurismo: durante viajes, paseos o fines de semana, y por eso se admiten ligeros errores.

Pero en ellas las mujeres posan en actitudes muy elaboradas. Hay pose, hay dirección, hay encuadre, hay estética. Son casi como anuncios de revista hechos a manera de divertimento, que Carvajal luego llevaba a cabo en el trabajo profesional.

Todo en estas fotografías nos habla de una búsqueda de sofisticación y hasta sensualidad que bien pudieron ser arriesgadas en la época, pero con el correr de los años hoy nos transmiten una idea de candidez e inocencia que las hacen atractivas para la óptica retrospectiva de los ojos contemporáneos, y nos permite continuar cuestionando los estereotipos visuales en torno a la a lo femenino, representado por años en Occidente en términos casi incuestionables: una mujer blanca, bella, fresca, ligera, que siempre sonríe a la cámara.

*Sala a cielo abierto, del 27 de junio al 9 de septiembre de 2018.