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Pensar la soledad como un encuentro al que asisten los múltiples seres que habitan un cuerpo, retar la libertad, el tránsito, los quiebres y caminos que despiertan la conciencia de la vida en el acto de nombrar el mundo con palabras, aprender el movimiento en las letras, sentirlas danzar de un dedo a otro hasta que los silencios comienzan a desaparecer, comprender el cuerpo como una de las primeras casas de la poesía, traducir sus angustias, ritmos , cansancios, memorias y oscuridades, requiere de valentía.
Acercarse a este libro es atravesar la intimidad de dos animales libres, cansados, heridos, renovados y contemplativos a los que la poesía ha puesto a girar en un tornado anclado a la tierra y el cielo. Aquí el cuerpo es un poema en actividad, un recipiente con dudas, cicatrices, líneas, tejidos dramáticos, historias, fluidos, desprendimientos, regresos, erosiones, viajes y vacíos. Su contenido invita a descifrar los climas y ritmos interiores de sus autores.
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Cánsate cuerpo está repleto de confrontaciones imagen-palabra, aquí no hay lectores pasivos y a lo largo de su recorrido se proponen juegos poéticos como el “Informulario de quejas y reclamos” y la “gimnasia para poetas sedentarios”. Su objetivo está pensado para ser intervenido, para formar un vínculo secreto entre las ilustraciones de Catalina y las palabras de Crhistian, para hacer de este feroz encuentro un lugar para “decir árbol y escuchar romper la rama” con asombro.
Aquí muchas veces el cuerpo es el poema, un espacio habitado por sensaciones y palabras, ¿cómo fue sacar la poesía de lo más íntimo para ponerla a conversar con el mundo?
Christian: Fue un proceso en el que la experiencia personal, las narrativas familiares y las formas en las que uno va cambiando con el tiempo se comenzaron a entretejer en un texto que conversaba de manera orgánica con las cosas que ya no estaban o estaban en proceso de dejar de ser. El libro, entonces, fue y sigue siendo ahora, composición y descomposición de hilos, tramas, intrigas, dramas, mezcla constante de elementos que nos sirven para orientarnos en la oscuridad.
Escribir también es movilizarse, atravesar caminos, “cansar el cuerpo”, ¿cuáles son esos ritos o esa “gimnasia personal” que realizan a la hora de escribir o ilustrar?
Catalina: Cada vez que me siento a dibujar entro en otro estado mental, uno que no se parece a una rutina o ejercicio sino como a la ensoñación o soñar despierta. Es un estado relajante, contemplativo. No me acerco a la hoja con un plan, pero el boceto se va dibujando en mi mente y poco a poco me pongo a jugar con elementos. Todo va surgiendo muy intuitivamente. En cuanto a la rutina práctica, no necesito de condiciones muy especiales para dibujar: cualquier papel, cualquier posición en la que me encuentre me sirve. No tengo que hacer ningún ritual previo ni crear una atmósfera especial para ello. Tal vez es porque dibujar ha sido mi juego preferido desde que era niña y lo hacía todo el tiempo y en cualquier parte: con luz o poca luz, con ruido o en calma. Como sea.
Christian: En cuanto al proceso de escritura, este libro fue cobrando forma a partir de la intervención, el diálogo y la disputa alrededor de los poemas. La mayoría de los textos habían sido publicados en España, pero cada texto en el proceso fue cambiando su temperamento o su necesidad, de tal suerte que resultó ser un libro completamente distinto al inicial. La imagen lo enriquecía y enrarecía, le cambiaba la trayectoria a la flecha. De este modo, el libro surgió de constantes y encantadores accidentes que hicieron de cada poema un umbral.
¿Cómo es la escritura de un cuerpo cansado que se vacía y se llena en la interacción con los otros?
Para crear un cuerpo es necesario haber cedido fuerzas, restado y sumado en el centro. Esto quiere decir que la escritura es un lugar en un lugar, esfuerzo y desgaste de lo dicho y lo hecho y, de lo que queda de lo dicho y lo hecho, el poema saca su ventaja. Escribir sobre el cuerpo y sobre el cansancio es celebrar el movimiento. Entre/tenernos con lo que aún podemos seguir diciendo después de cada entrega. De tal forma, que de la interacción con otros, surgen elementos que luego se traducen en el acto de escritura, pero ese acto resulta siendo un ejercicio solitario. Escribir cansa. Es una bella forma de cansarse, de usar (user es una palabra que se emplea en francés para hablar del desgaste) materiales, de gastar el cuerpo y empezar un nuevo ciclo.
En uno de los poemas hay una reflexión tremendamente filosófica: “Soy el animal que sabe que está desnudo”, ¿sienten que la conciencia de la muerte los hace amar con mayor efervescencia la vida? si no, ¿por qué?
Catalina: La consciencia de la muerte me puede llevar tanto a una angustia nihilista sobre mi existencia como a un amor y un asombro constantes por la extraña singularidad de estar viva y poder dar cuenta de ello. Sin embargo, me doy cuenta de que pasan muchos días (la mayoría) sin que esté en uno de esos dos estados. Días en que soy el animal que no sabe que está desnudo y, precisamente por eso, son días de serenidad inocente. Un gato no es feliz ni desdichado. Está tranquilo viviendo sin saber que la muerte existe.
Christian: De cierto modo, ser consciente de la muerte es ser consciente, realmente, de que la vida es un acto creativo que desata y anuda toda clase de compromisos. ¿Cuál es la responsabilidad de una rana con la mosca? ¿Cuál es el propósito de un poema? Vivir es necesariamente ser consciente del retorno, del trayecto, de precipitarse a los encuentros.
¿Cuando la soledad se convierte para Christian en “una teoría del encuentro”?
Creo firmemente que existe una soledad común que encuentra sus puntos de contacto en la lectura y la escritura. La literatura es fundar una comunidad transitoria, imaginaria. Por eso, la poesía es siempre una ofensiva sensible, una estrategia fatal y sensual para convencernos de que no estamos tan solos, o de que aun estándolo, estamos a un verbo de comenzar a poblar el mundo.
¿Cómo transcurre el tiempo para ustedes cuándo están en contacto con la poesía?
Cuando estamos en contacto con la poesía (tanto como lectores como poetas) el tiempo está hecho de un tejido similar al de los sueños: no hay secuencia temporal, solamente un presente que se desborda.
La ilustración de un borrador con la etiqueta de “cuerpo” que va desvaneciéndose puede interpretarse como la transitoriedad de nuestro paso por el mundo, ¿hay una urgencia poética en descifrar lo que tiende a desaparecer?
Tal vez, la poesía intenta inmortalizar cualquier atisbo de lo que se antoja efímero, o de volver efímero lo que reviste algún velo de eternidad. Ambas por igual.
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Si pudieran llevar el cuerpo de otro animal, ¿cuál sería y por qué?
Christian: El pavo porque ha perdido la capacidad del vuelo, pero conserva la memoria del aire en su cuerpo. Porque atrae vanidosamente y aleja de la misma forma.
Catalina: Haciendo las ilustraciones de este libro, surgió en mis conversaciones con Christian la imagen poética y filosófica del erizo, la cual fue muy reveladora: es un animal que, a pesar de su protección espinosa, es vulnerable. Si dos erizos se abrazan se hacen daño con sus púas. Saber del dolor nos hace conscientes también de la necesidad del amor, así como la consciencia de la muerte nos hace más presente la noción de la transitoriedad de la vida.
¿Dónde se puede adquirir el libro?
Con la editorial o directamente con los autores, pronto estará disponible en la Cinicoteca y en el correo: lectores.secretos@gmail.com.