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Martin Amis alardeó de la revolución sexual de los de su tiempo y tuvo la oportunidad de reconstruir junto a Jon Snow sus viejas andanzas con el recientemente desaparecido escritor John Updike. Fernando Vallejo arremetió contra la Iglesia católica, llamó al papa Ratzinger “el gran inquisidor” y retó al procurador de Colombia a debatir en público sobre religión. Hubo poesía en español, inglés y árabe; Sara Jane Morris deleitó con su voz baja y profunda, Junot Díaz hizo carcajear al público con su español empantanado y Asian Dub Foundation provocó que hasta la tan bien puesta sociedad cartagenera se despelucara un poco.
Una vez más, llega a su final el Hay Festival de Cartagena, con una asistencia remarcable que superó a la del año pasado, en un porcentaje que, sin embargo, no evidencia la falta de presencia de jóvenes y lectores de otras ciudades, de estudiantes de La Heroica y de toda la zona caribe, que en otros años le daban un mayor dinamismo y mucha más razón de ser a la presencia de grandes plumas.
Afortunadamente, el despliegue mediático fue tal que lo vivido durante cuatro días en la ciudad amurallada pudo ser conocido por mucha más gente que la que puede pagar los altos costos de estadía en una de las ciudades más caras de Colombia. En cuanto al público asistente, en general tímido y muy recurrente en sus preguntas sobre el tema de la realidad nacional y la pobreza, se hizo sentir, como en la charla con Fernando Vallejo, en donde hubo gritos y personas que dejaron con indignación la sala.
El festival tuvo mucho dinamismo y la agenda prevista se cumplió casi a cabalidad (se echó de menos al español Juan Manuel de Prada y al argentino Alberto Manguel), pero las grandes figuras, como Martin Amis, Salman Rusdhie, Junot Díaz y los mejores escritores nacionales, llegaron a tiempo y se mostraron accesibles para la prensa y el público, firmando libros en los recintos autorizados y en las calles de la ciudad donde se les podía pillar mientras daban un paseo. La mayoría de eventos transcurrieron con una organización impecable, salvo por el agolpamiento que se vivió en el Teatro Heredia durante la conversación de Juanes y Bosé, pero es sabido que las estrellas siempre complican esas cosas.
Por su parte, el Hay Festivalito tuvo una importante visibilidad y permitió que muchos escritores, como el bosnio Sasa Stanisic y el jamaiquino Benjamin Zephaniah, jugaran fútbol y cantaran poesía con los niños de los barrios más alejados de la ciudad.
La fiesta de las letras culminó este domingo. El objetivo se cumplió, la ciudad fue como lo propuso su directora: un enriquecedor regalo para la imaginación y el disfrute.