Desde sus inicios, Celia Cruz construyó un estilo con los rasgos propios de su temperamento.
Foto: Archivo particular
El consenso, tan esquivo en la crítica de cualquiera de las artes, se logra en casos excepcionales en los que la aprobación no solo es unánime, sino imperecedera. Aquellos juicios y valoraciones que perduran en el tiempo y por su vigencia se hacen lapidarios e inapelables. Por adquirir el rango de valor supremo, antes que objeción, ameritan estudio, análisis y comprensión. Algo que escasea en la apreciación musical, y que, por el rigor que requiere, puede creerse que es incumbencia exclusiva de los historiadores.
Por Marcos Fabián Herrera
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