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Esta obra le recordó a López sus propias tragedias familiares y las razones por las que su terquedad lo supera, lo sobrepasa, y lo convence de que aún se podría soñar con un país que salga del bucle de la guerra.
Escuche el capítulo aquí:
César López, músico y compositor colombiano, eligió “Mi vida y el palacio”, de Helena Uran Bidegain, en el que se regresa a esos días, 6 y 7 de noviembre de 1985, en los que ella era una niña y su papá un magistrado. En los que ella creía en un futuro junto a él. Cuenta cómo, después de ver un video en el se ve que su papá sale vivo del Palacio, debe asumir que murió.
Y la verdad es que lo mataron. Y la verdad es que, como él, muchos fueron asesinados o desaparecidos por aquellos que esos días aprovecharon la armas y la confusión para cobrar venganza o saciar algún odio fundado en quién sabe qué argumento.
En esta conversación, López habla sobre los recuerdos de su infancia en los que vio bombas y muertos en su televisor, y cómo estas imágenes lo conmovieron y lo convirtieron en el artista que en marchas o conciertos, pide paz y habla de perdón.
También habla de la historia de su hermana, quien fue secuestrada y torturada: el caso aparece en estas páginas.
López aprovechó para tocar la canción que le compuso al padre de Helena, habló sobre el hastío de vivir en un país que no avanza, pero también de las formas en las que se recarga para no desfallecer: si las víctimas que han enterrado a sus muertos o aún buscan a sus desaparecidos no se rinden, yo por qué me voy a dar ese lujo, concluye.
