La inseguridad ha sido el motor que ha impulsado la carrera cinematográfica de Christian Bale año tras año. El miedo a la obsolescencia. La desconfianza ante las victorias. El temor al fracaso y el recelo hacia quienes le hacen creer que hay formas más fáciles de hacer lo que hace. Aunque es uno de los actores más cotizados y prestigiosos de nuestra generación, Bale, como cualquier ser humano, se preocupa porque algún día lo dejen de contratar. Porque se vuelva invisible y lo arrojen al olvido. A eso se deben sus camaleónicas transformaciones corporales. Simplemente no sube y baja de peso por diversión.
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“Hay una forma más fácil, pero yo no puedo hacerla. No sé si es porque no tengo entrenamiento. Veo a otros actores que simplemente pueden ser ellos mismos y luego cambiar en un momento y dar actuaciones increíbles para después regresar a ser ellos mismos. Yo me encuentro demasiado consciente de que todavía soy yo. Así que tengo que distanciarme en lo posible de mí. De otra manera no puedo hacerlo”, dice Bale.
En 32 años de esplendida carrera como actor, que han ocupado la mayor parte de su vida, Bale ha impresionado a directores, crítica y audiencia con increíbles cambios de apariencia para afrontar sus roles. La más impresionante de todas llegó en 2004 cuando perdió 27 kilogramos para interpretar a Trevor Reznik, un mecánico que opera en una fábrica en El Maquinista, filme de Brad Anderson. En un cuerpo casi esquelético, el artista puso en riesgo su vida y quiso seguir adelgazando a merced de su papel, pero Anderson le dijo que debía parar.
“Es una experiencia increíble hacer eso. Cuando estás tan flaco que apenas puedes subir un tramo de escaleras estás como en una especie de estado puro. Es como si hubieras dejado tu cuerpo. Es el estado más zen en el que he estado en toda mi vida. Dos horas de sueño y leyendo un libro por 10 horas sin parar. Es increíble. No me podías hacer enojar. No había una montaña rusa de emociones”, recuerda el actor.
Bale es conocido por la audiencia por ser, además de arriesgado con su físico, un tipo muy temperamental. En 2009, durante la filmación de Terminator: la salvación, Bale, quien interpretaba al joven John Connor profetizado salvador de la humanidad, arremetió en insultos contra un miembro del equipo de luces por haberlo desconcentrado de su papel en una de las escenas más emotivas. En total le propinó 37 groserías en menos de los cuatro minutos que duró el enérgico regaño.
“¿Qué mierdas estás haciendo? ¿Eres profesional o no? ¿Alguna vez pasé caminando y arruiné tus malditas luces en medio de una escena? ¿Entonces por qué mierda caminas en medio? Vas por ahí tralalalá. ¿Qué mierda pasa contigo?, gritó el enfurecido actor.
La prensa especuló en ese momento que esa escena le costaría al actor no solo trabajos sino también nominaciones a premios. Otros, en cambio, salieron en su defensa. “Es un profesional consumado. Su intensidad le jugó una mala pasada. Es muy dedicado”, dijo Bruce Franklin, uno de los productores de aquella película. Pero este no fue el único escándalo sobre el genio del actor. En 2008 fue arrestado en el hotel Dorchester en Londres por presuntamente haber agredido a su madre y a su hermana en la víspera del estreno de Batman: el caballero de la noche.
Algunos periodistas sugirieron que el actor estaba molesto y estresado por la repentina muerte de su compañero de set, Heath Ledger, quien recibió ese año un Oscar póstumo a su trabajo como el Joker. El biógrafo personal de Bale reveló que aquella discusión se originó por una pelea del actor con su madre por su esposa serbioestadounidense, Sandra Blazic. El actor, “adora a Sibi (apodo de Blazic) y protegería a su esposa e hija con su vida. Si sentía que alguien la insultaba eso lo empujaría a un punto de quiebre”, dice Harrison Cheung, biógrafo de Bale.
Jenny James, la madre del actor, habría insultado a Blazic la noche del escándalo. “Christian estaba estresado, pero no puso un dedo sobre nadie. En su lugar maldijo a su madre. Simplemente se hizo mucho ruido porque su madre estaba diciendo cosas muy extravagantes sobre él y su esposa”, dijo una fuente al diario The Telegraph. La pelea distanció finalmente al actor de su familia por más de una década, hasta este año. Ese no fue el único disgusto del artista con sus familiares.
Christian Bale es el hijo de David Bale, un activista sudafricano, y Jenny James, una bailarina de circo. Según cuenta Cheung, David Bale presionó a su hijo para que se convirtiera en la estrella de cine y a que se hiciera cargo de la familia. Lo obligó a mudarse a Los Ángeles a una temprana edad, sin el consentimiento de su madre, y a ocuparse de los gastos hogareños. Por ello, Bale desarrolló una relación de odio y amor con la actuación. “Oh, Cristo. Tengo que ser el sostén de la familia. Eso no fue divertido. Así que siempre ha habido un poco de odio por eso”, pensaba Bale.
El primer gran papel de su carrera llegó a sus cortos 11 años. Fue elegido para ser el protagonista del éxito de 1987 de Steven Spielberg Empire Of The Sun. Su precoz salto a la fama le generó al actor una crisis nerviosa durante la gira publicitaria del filme, que sembró además la semilla de la discordia en la familia, pues quebrantó los lazos entre la madre y el padre de Bale.
“Una vez que la familia se dividió, la distancia y el comportamiento manipulador de David significaron que siempre hubo un cisma. Vi cómo David controlaba el acceso a Christian, incluso revisaba las llamadas telefónicas que le hacía Jenny. Si ella le aconsejaba que fuera a la Universidad, David le decía: ‘mira, tu madre no tiene fe en ti’. Sentí pena por Jenny. Hizo todo lo posible por ser una madre protectora aun después de la crisis”, cuenta Cheung.
Los padres de Bale se divorciaron en 1991, cuatro años después de Empire Of The Sun. Años después, el actor encontró que su padre había administrado mal sus finanzas, lo que causó un gran distanciamiento entre los dos. Siempre fue un hombre que gustó de sacar provecho de los demás, según Cheung. Tras el divorcio y el distanciamiento con su hijo, se casó con Gloria Steinem, una reconocida feminista estadounidense, solo para conseguir la “Green Card” y mantener su estatus migratorio en Estados Unidos. David Bale murió de cáncer en 2003, pero ni siquiera su partida pudo sanar las heridas que había dejado en la familia.
Así como Batman, el héroe murciélago de los comics, Christian Bale lidió con la ira que le dejó la ausencia de sus padres. Según cuenta Cheung, quien fue el publicista del actor por varios años, el mal carácter del artista que atribuye a su relación familiar le causó un serio caso de estrés post traumático. En el libro Bale: La historia del Batman más oscuro, Cheung publicó varios secretos del actor que le valieron su enemistad. Después de la publicación de la obra, Bale dejó de tener contacto con Cheung. “Harrison, con eterna gratitud por todo lo que has hecho, recuerda que Jesús murió por todos nosotros, excepto por ti. Porque eres un maricón”, le dijo el actor en una carta.
Antes de su épico desempeño como Batman, el papel por el que es más recordado, Bale protagonizó el clásico de Mary Harron American Psycho en 2000, en donde interpreta un yuppie con un particular gusto por la sangre. El psicópata asesino Patrick Bateman fue un éxito comercial, y el propulsor de la carrera de Bale hacia proyectos más ambiciosos. Allí llegaron los cambios de peso. La montaña rusa entre el exceso de grasa y la exhibición de huesos.
“Es útil no parecerse a ti mismo. Si me miro en el espejo y digo: ‘Ah, eso no se parece a mí’, eso es útil”, insiste Bale.
Pero más allá de la visible transformación corporal, Christian Bale asume una metamorfosis completa de su mente y de su alma. Su primera tarea al asumir un nuevo rol es darle el tono perfecto a su voz, un detalle que disfrutan aquellos que ven sus películas en el idioma original. Para interpretar a Batman, por ejemplo, Bale compuso una voz misteriosa y oscura que reflejaba la vida del murciélago, y para no salirse de su papel mantuvo ese tono fuera de la pantalla. A todas las entrevistas que asistió durante la víspera de la primera entrega del Batman de Christopher Nolan, Bale olvidó su original acento británico y lo sustituyó por el que construyó para la película. Pero su intensidad con los personajes no acaba allí. Evita interactuar con otras personas del set para que no lo saquen de su papel y hace una extensa investigación del personaje que va a interpretar.
En el caso del exvicepresidente estadounidense Dick Cheney, su más reciente papel y por el que está nominado al premio Oscar a mejor actor, Bale hizo una extenuante búsqueda para entender el rol de este personaje silencioso y turbio.
“Lo que descubres cuando empiezas a investigar a cualquier persona es que nadie es singularmente malo o singularmente bueno. Es un maravilloso hombre da familia, por todas las cuentas. No dudó ni un segundo en apoyar a su hija Mary anunció que era lesbiana, a pesar de que era un completo anatema para sus planes en ese momento”, dice Bale.
El actor habló tanto con personas que le aseguraron que Cheney no era un monstruo como con aquellos que le pedían que lo mostrara como un criminal. Esa actividad le permitió a Bale dibujar un personaje más humano. Además, apartó sus propios pensamientos ideológicos de la actuación para no “arruinar la interpretación en el filme”. Bale le aseguró al director de Vice, Adam McCay, que la película solo iba a funcionar si “lograba meterme dentro de su cabeza y entender cómo pensaba ese hombre”.
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Y no se metió solo en su cabeza. Bale se rapó y subió casi 20 kilos para su interpretación. “Las personas estarán obsesionadas con el personaje al menos durante tres meses”, asegura. Pero todo indica que los tiempos de abruptos cambios corporales han llegado a su fin.
“Mi cuerpo grita pidiendo ayuda: si sigues así, morirás”, dijo Bale en una entrevista. Sus hijos son los primeros en burlarse de sus extralimitaciones actorales. “Piensan que soy el peor actor de todos los tiempos. Mi hija no puede creer que alguien me pague”, dice en tono jocoso.
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