
“En 2014, el festival bajó su telón con el regreso de los Aterciopelados a las canchas y con Anthrax, una banda norteamericana de thrash metal con la que crecí desde 1986, cuando yo era un pela’o de trece años. La emoción de ver a los Aterciopelados, que no tocaban desde hacía muchos años, y luego ver a mis ídolos de infancia me produjo algo emocionalmente muy fuerte, como dicen por ahí, “se me explotó la pepa”, y la única forma de sacar afuera ese volador fue metiéndome al pogo con la gente que estaba en el escenario. Es decir, me metí...
Por Andrés Osorio Guillott
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