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El gran amor está compuesto de numerosos versos que se gozan de los besos, que se deslizan con pasión por los pliegues del cuerpo de la amada, que reclaman, que sufren, que se duelen. Por cierto, no se repiten, aunque repitan la inacabable capacidad de amar del poeta. Son versos que exudan sinceridad, que no son ficciones ni figuras literarias simplemente imaginativas.
“Si algo no ha de faltarme será toda tu vida:
una palabra, un beso, una gota de lumbre de tu rostro,
el viento de tu amor, tu luna roja”.
Si un autor se centra en un tema único, es frecuente que caiga en reiteraciones innecesarias o en la monotonía. No es el caso de Cicerón Flórez: Los varios poemas que nos entrega sobre el amor son diferentes entre sí porque pasan del canto ardoroso al disfrute sensual del sexo; del reclamo suplicante al presentimiento de la muerte. Del gozo en la presencia al dolor del recuerdo.
Y, anoto algo singular: La lectura continuada de los poemas, aunque son de diferentes épocas, hace pensar que todos son inspirados por una sola amada en circunstancias diversas, porque tienen ilación, contienen la misma pasión, denotan igual sensibilidad. Esto tiene, a mi manera de ver, una explicación elemental: Lo que no cambia a lo largo de todos ellos es la necesidad de amar del poeta.
Esas diferencias hilvanadas con la misma pasión las encontramos en ejemplos, como en el primer cuarteto del precioso soneto “Como una Rosa Viva”
“Tienes nombre de luz, de viva rosa
que resume la música del mundo,
nombre de amor, de alba rumorosa,
de miel, de alondra, de caudal profundo.”
Así como en
“Beso, muerdo, araño, de tu pelo a tus pies.
Me paro en tus corrientes
y aunque la muerte imponga su suplicio,
vivo el dolor y el goce de tu fuego,
me doy en hueso y corazón ardientes
a lo que tu destino me propone.”
Hay algunos hallazgos muy originales en cuanto al lenguaje poético de Cicerón Flórez, para darnos idea de su versatilidad en la línea ininterrumpida de su temática que alude, como en los grandes poetas, a la inevitable muerte.
“…..si avientan contra mí los golpes de la muerte,”
“Sólo la triste línea de un nombre que se pierde y mi saber morir.”
Con dos ejemplos de una musicalidad disímil que revela el tratamiento de la palabra que ejercita el poeta
“(Memoria del tiempo oscuro, memoria de las desolaciones)”.
“…..cauce del viento, ola del navío.
La poesía no es un catálogo de ideas sino una simbiosis del pensamiento y de la palabra escogida, en la que ambos contribuyen por igual a la creación literaria. Y en la que asoma lo que se ha llamado inspiración, que no es otra cosa que querer hacerse oír usando el arsenal intelectual y de sentimientos que hemos acopiado en nuestras vidas. En “El Gran Amor” he hallado esa simbiosis, y he percibido la inspiración de su autor.
(Juan Manuel Ramírez Pérez)