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Seguimos buscando en la Biblia las palabras que sugieren el perdón y la esperanza que se perdieron en las masacres, en los olvidos y en la indiferencia asentada entre hermanos de un mismo pueblo y entre sujetos de cuello blanco que prometieron, en días pasados, solventar todos los conflictos y eliminar del panorama cualquier escenario de dolor, injusticia y abandono.
Ante un aparente escenario de frustración colectiva, las manifestaciones artísticas aparecen como un antídoto contra la resignación y el desasosiego. La misa para la reconciliación, composición de Juan Pablo Carreño que será dirigida por el francés Maxime Pascal e interpretada por el barítono suizo Sidney Fierro, el conjunto vocal Vox Clamantis, la orquesta de cámara Ensamble Le Balcon (fundada por Pascal y Carreño), el coro mixto Voces de Luz, la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y la soprano Beatriz Elena Martínez, aparece como una obra que ofrece el clamor de un nuevo tiempo. Una época que hace hincapié en una segunda oportunidad para creer en que podemos asumir la responsabilidad del presente siendo, a su vez, artesanos del futuro.
“La gran pregunta que yo me hacía era si tenía sentido utilizar textos como el de San Francisco de Asís, que evocan la figura de una víctima universal; lo que el padre De Roux llama ‘el amor fragmentado’ en todas las víctimas de la historia, y si finalmente tenía sentido crear un diálogo entre la historia trágica en Colombia y esos textos, y si, eventualmente esos relatos tendrían sentido o se perderían en la idea. Fue ahí cuando se me ocurrió que la única forma de entender lo que ha pasado en Colombia es dándoles un rostro a las víctimas, evocando sus nombres y que a través de esa evocación y las historias que nos interpelan de esos nombres podemos ser conscientes de lo que ha pasado en Colombia. Y es a través de la memoria, como una idea que se impone a nosotros y nos sitúa en un espacio en el que adquirimos un estado de conciencia y entendimiento sobre la cruz que cargamos los colombianos es el punto de partida para poder seguir adelante y abandonar la violencia. La misa es eso: un homenaje a la memoria de las víctimas. Ahí hay una gran presencia de esos nombres, de esas historias en un diálogo permanente con diferentes textos”, afirmó Juan Pablo Carreño, autor de la composición.
La obra, que será presentada el 29 de octubre en la Catedral Primada a las 6:30 p.m. y el 30 de octubre en el auditorio León de Greiff, de la Universidad Nacional de Colombia, a las 7:00 p.m., estará dividida en tres oficios: el “Oficio por la pasión de las víctimas” u “Officium Passionis Hostias”, basada en el salmo VI de San Francisco de Asís y en algunos testimonios de las víctimas de la masacre de El Salado, ocurrida en febrero del 2000, perpetrada por grupos paramilitares y Fuerzas Militares; el “Oficio de las tinieblas”, basada en las cinco lamentaciones del profeta Jeremías y en memorias de sobrevivientes a numerosas masacres cometidas entre 1982 y 2012; y la “Misa para la reconciliación consigo mismo”, con una estructura similar a la misa del Domingo de Pascua y que se basa en los aforismos del filósofo Nicolás Gómez Dávila; los libros Remordimiento y Viaje a pie, de Fernando González Ochoa, y en testimonios de los sobrevivientes de la masacre de Bojayá, cometida por la guerrilla de las Farc en mayo del 2002.
Carreño define la obra como “una misa de la reconciliación a partir de la idea de la memoria. Es una especie de ‘arte de contrición’ en el que al reconocerse como parte de un país que carga una historia, un peso trágico, se puede crear un punto de partida para la reconciliación con el otro”.
El diálogo y la conexión entre filosofía, literatura, religión y memorias sugieren eso mismo: una comunión de voces, de perspectivas que vislumbren el horizonte y nos permitan creer que no vamos a volver al tiempo cíclico de la guerra; que no podemos seguir normalizando la muerte de líderes sociales, indígenas y militantes; que no podemos seguir lamentándonos de forma efímera, sino que, como el arte mismo lo refleja, debemos trascender y hacer de la posteridad el mejor de los escenarios para la paz.