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Algunas de las costumbres o creencias de los seres humanos han sido heredadas. No sólo habla la manera en la que el cuerpo se acomoda para expresarse, ni son las arrugas en el rostro las que narran la felicidad o la tristeza. Esas características se llevan sin saberlo y se comparten con las personas que siempre ven lo que se demuestra. De Clare Weiskopf, por ejemplo, se ha generalizado su vida. Esto por la manera en la que narró la de su madre en la pantalla grande. La de Clare, aunque parecida, no es igual a la de su madre, Valerie.
Con la idea de capturar la esencia de la libertad o el sacrificio de lo que significa ser madre, produjo el documental por el que empezó a ser más conocida: Amazona.
En un principio buscó que la cinta se realizara en forma de perfil para narrar el viaje que su madre realizó por el río Putumayo, remando 1.500 kilómetros. Años más tarde, la cinta resultó ser la respuesta a las preguntas que su inconsciente se hacía desde los 11 años, cuando su madre partió hacia la selva. ¿Qué es ser madre? ¿Qué significa serlo? Weiskopf, al lado de su esposo, buscó que las personas se preguntaran lo mismo.
Sus pasos en el cine
Se dice que Clare Weiskopf se acercó al cine por lo que conoció de su media hermana, Carolina, una cineasta británica que murió en la tragedia de Armero y quien detonó el impulso de libertad de su madre Valerie para adentrarse en la selva amazónica.
Weiskopf viajó al lado de su madre y, como su hermana, buscó la manera de narrar los acontecimientos de los demás. Una cámara, una mochila y la disposición para escuchar a los otros fueron sus herramientas para empezar en el mundo de lo audiovisual.
Estudió foto fija en Inglaterra, realizó cursos en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba) y estudió comunicación social con énfasis en audiovisual en la Universidad Javeriana de Bogotá.
Descubrir la historia que hay detrás de un acontecimiento la llevó a trabajar durante diez años en producciones audiovisuales. Husmeó la guerra cuando habló del conflicto armado en Colombia y de la violencia sexual como arma de guerra; habló de la expansión de la cumbia por Latinoamérica y Europa; habló e investigó sobre relatos del fin de mundo.
Esta mujer prefirió mostrar narraciones que le parecen incómodas a los demás. Con sus creaciones hace que el espectador no se quede en el mismo lugar, suscitando así pensamientos que van más allá de lo que puede ser común. Por eso ha sido merecedora dos veces del premio Simón Bolívar y ha ido, poco a poco, recogiendo la fama que se le fue regando en el camino durante todos estos años.
Haber viajado por varias partes del mundo al lado de su madre le sirvió para interrogarse y darse cuenta de que no hay una sola manera de verlo. Eso aprendió de su madre. Ella, que siempre quiso buscar esa libertad en la vida, le mostró que el mundo no era tan grande como las ganas que tenían ambas de explorarlo. En parte, eso fue lo que ayudó para formarse en lo audiovisual y la animó a buscar un camino que pudiera recorrer segura para encontrar su felicidad.
Todos sus temas son universales. En todas partes encuentra personas con la necesidad de hablar de asuntos tan comunes que en el fondo siguen siendo vistos como tabú. La maternidad, por ejemplo, fue una de las ideas en las que profundizó y demostró que, aunque ser madre sea un instinto natural, puede tener un significado diferente al de la renuncia o el sacrificio.
El documental no sólo le abrió las puertas al reconocimiento internacional, sino que le permitió hablarle al público de una forma tan directa que incluso éste resulte siendo incómodo. De la misma manera le dio valentía para continuar con sus sueños profesionales, los mismos que siempre han estado encaminados a las producciones audiovisuales. Por la cinta también logró darse cuenta de que ser madre y continuar con una vida profesional sí es posible.
Hoy desea seguir impulsando todas las historias que cree que merecen ser contadas, buscar que alguien más, aparte de los autores, quieran escuchar y ver otras cosas que no se han dicho. Por eso desde el 2012 decidió abandonar su trabajo formal para dedicarse, al lado de su esposo, Nicolás Van Hemelryck , y de su hija, a construir su propia propuesta audiovisual llamada Casatarántula.
Amazona catapultó a Clare Weiskopf a la cima, no sólo porque se preguntó muchas cosas para ella, sino porque logró hacer lo que muchos cineastas dejan a medio camino: mirar hacia adentro y cuestionarse el porqué de muchos dolores o creencias de los seres humanos.
Por Luisa Rendón Muñoz
