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"Como mi abuelo no suena nadie": Daniel 'Pipi' Piazzolla

El músico de jazz, nieto del legendario compositor y bandoneonista Astor Piazzolla, se atrevió a rendirle homenaje al hombre que reformó el tango.

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Jaime Andrés Monsalve B.* / Especial para El Espectador
27 de mayo de 2010 - 09:57 p. m.
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El día del primer llamado a lista del semestre en el Musicians Institute de Los Ángeles, el profesor a cargo le preguntó a uno de sus nuevos alumnos, movida su curiosidad por tan singular nombre, si tenía algo que ver con aquel famoso músico marplatense que cambió todas las reglas del tango. Cuando Daniel Astor Piazzolla le contó que, efectivamente, era el nieto de Astor Piazzolla, el profesor instó de inmediato a todo el curso a levantarse y aplaudirlo.

Años después, y con la impresionante responsabilidad de cargar sobre sus hombros el apellido de uno de los músicos más significativos del siglo pasado, punto de contacto entre la música popular y los sonidos contemporáneos, Daniel Astor Piazzolla es clara demostración de que no se puede hurtar lo que se hereda: Pipi, como es conocido, encarna la tercera generación de músicos de su familia, pero a diferencia de su abuelo y de su padre, Daniel Hugo (teclista que acompañara en un par de proyectos a su padre), se decantó por un instrumento menos tanguero que el fuelle o el piano: la batería. Instrumento que, en todo caso, el mismo Piazzolla se atrevió a introducir al tango gracias a intérpretes tan virtuosos como José Correale, Tulio Píscopo o Enrique El Zurdo Roizner. Extraño, eso sí, resulta saber que lo que lo llevó a la batería no fue el ambiente sonoro que se respiraba en casa, sino el fútbol. “Cuando empecé a ir a la cancha a ver a River, me empezó a atraer el sonido de los bombos que tocaba la hinchada —aseguró desde Buenos Aires—. Luego, en mi adolescencia, después de escuchar un solo de batería en un concierto de Rod Stewart, descubrí que eso era lo mío”.

El año en que nació Pipi Piazzolla, 1972, su abuelo Astor ya había cumplido sus bodas de plata en la vanguardia sonora (el Octeto Buenos Aires, su primer grupo “rompedor”, como dicen los argentinos) y se había granjeado el amor de las juventudes y el odio de los más tradicionalistas por igual. En ese momento ya había disuelto su primer Quinteto, formato instrumental que le prodigaría sus mayores satisfacciones, ya sabía lo que era arriesgar su patrimonio económico al apostarle al éxito a una ópera-tango, María de Buenos Aires, y se encontraba en Roma preparando su siguiente cachetada a la ortodoxia, que incluía la incorporación de instrumentos electrónicos. “Más allá de su propia música, creo que mi abuelo me influenció para tomarme este oficio en serio y para participar sólo de proyectos de vanguardia —cuenta—. Sus composiciones son de grandes dinámicas, cambios de tiempo, etc., y con ellas descubrí buena parte de mi sensibilidad artística”.

'Piazzolla por Piazzolla'

Poco después del fallecimiento de Piazzolla, en 1992, Pipi conformó una agrupación que recorría su repertorio electrónico, al comando de su padre. Pasaron siete años más para que, en 1999, el benjamín de los Piazzolla creara su agrupación de jazz contemporáneo, Escalandrum. Con ella ha realizado una labor interesante en el campo del jazz, enfatizado en la gama sonora de los vientos y con poco de tango a su alrededor. Y a pesar de que ya había grabado algunas composiciones de su abuelo como Escualo y el inédito Nonina (dedicado por Piazzolla a su madre, Asunta Manetti), no se sentía preparado para rendirle un homenaje algo más global. Hoy, después de un debut exitoso en el pasado Festival Buenos Aires Tango en 2009, Pipi Piazzolla asumió el pedido de interpretar la música del “abuelo Astor”.

Piazzolla por Piazzolla es el nombre de este proyecto que, por ahora, sólo ha visto la luz en salas de concierto; y por estos días el turno le toca a Bogotá. Un verdadero reto, pues se ha tenido la idea general de que la música de Piazzolla sólo suena bien cuando la toca él mismo. “Lo que sucede es que muchos lo han interpretado en el mismo formato de quinteto creado por él, y hay un hecho real: como mi abuelo no suena nadie —explica—. Pero cuando es otro formato el que la ejecuta, un dúo de guitarras por ejemplo, no hay forma de compararlo”.

El sexteto Escalandrum propone, entonces, otra mirada hacia clásicos de Piazzolla como Buenos Aires hora cero, Oblivion, Fuga 9 y, por supuesto, Escualo y Nonina. “Falta gente que reinterprete la obra de mi abuelo de otra manera, grupos de rock o jazz. Por suerte, con relación a sus proyectos, somos un grupo completamente diferente a nivel sonoro”, explica.

En 1957 Astor Piazzolla compuso su elegiaco Adiós Nonino, en homenaje a su padre fallecido. Considerando que la palabra ‘nonino’ es ‘abuelito’ en italiano, seguramente nunca antes el título de esa canción ha sido más elocuente que ahora, cuando es el nieto quien se atreve a rendir tributo.

 *Periodista y autor del libro ‘Astor Piazzolla. Tango del ángel, tango del diablo’.Piazzolla por Piazzolla

 Martes 1° y miércoles 2 de junio, 8:00 p.m. Teatro Colsubsidio Roberto Arias Pérez, Calle 26 N° 25-40. Informes y boletería: 593 6300 y www.tuboleta.com.

Por Jaime Andrés Monsalve B.* / Especial para El Espectador

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