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Del papel al cuerpo: el reto actoral de “La vorágine”

Luego de su estreno en canales de televisión pública, la serie de “La vorágine” llegará a HBO Max el 24 de julio. Hablamos con Viviana Serna y José Lombana, actores del elenco, sobre el reto de encarnar personajes con una carga literaria previa, en condiciones reales y con técnicas actorales fuera de lo tradicional.

Paula Andrea Baracaldo Barón

13 de julio de 2025 - 11:00 a. m.
De izquierda a derecha: Viviana Serna, José Lombana y Lucas Buelvas. Actores del elenco.
Foto: Jorge Emilio Pérez
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El primer elemento de consulta es el material original. Si una obra está basada en algo, hay que ir a esa fuente para entenderla.

José Lombana, actor de La vorágine

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Adaptar una obra literaria al lenguaje audiovisual implica una doble traducción: la del guionista, que convierte palabras en retratos vivos, y la de los actores, que encarnan lo que antes solo existía en la página escrita y el imaginario de los lectores. Y aunque no es un fenómeno nuevo, en los últimos años las plataformas audiovisuales han llevado a la pantalla algunos clásicos de la literatura colombiana.

“Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia”. Así comienza La vorágine, una novela de más de 300 páginas escrita por José Eustasio Rivera y publicada en 1924. En el prólogo de una de sus ediciones, Antonio Caballero dice que el texto lo contiene todo: múltiples historias —como la aventura romántica de Arturo Cova y el drama de Clemente Silva— y múltiples registros, que van desde la denuncia del genocidio indígena a manos de la Casa Arana hasta el lirismo de Rivera, que, en algunos pasajes, prima sobre la prosa.

El caso de llevar La vorágine al formato audiovisual es particular —sin que eso signifique, por ejemplo, que adaptar Cien años de soledad haya sido una tarea sencilla, pues el realismo mágico de García Márquez exige también una interpretación minuciosa—. Lo cierto es que el lenguaje de Rivera plantea otro tipo de dificultad: encarnar la selva en lo narrativo y lo actoral.

La ruta hacia el personaje

El concepto de técnica actoral abarca una variedad de procesos desarrollados a lo largo del tiempo: Stanislavski, Strasberg, Meisner y Adler, entre otros. Y aunque siguen siendo vigentes, cada actor las adapta a su proceso personal, e incluso utiliza herramientas que no necesariamente tienen una tradición extensa, pero sí un valor en la construcción del personaje.

En la serie, Ramiro Estévanez es un poeta como Arturo Cova, pero se interna en la naturaleza antes que él. “Él representa el futuro de lo que le va a pasar a Arturo y a Alicia si siguen en la selva. Cuando se encuentran, ya mi personaje tiene la piel destruida y se ha quemado con el caucho, porque termina también esclavizado. Es un joven bogotano, igual que Arturo. Se ven como un espejo”, contó José Lombana, quien lo interpreta y, además, hace parte del equipo de producción de la serie desde la casa Quinto Color.

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“La decisión de producción más importante fue definir dónde íbamos a contar la historia. Nos preguntamos si debíamos recrear los Llanos y la selva cerca de Bogotá para optimizar recursos, o si debíamos arriesgarnos y hacer el mismo recorrido que realizan los protagonistas, Arturo y Alicia, en la novela. Decidimos hacer exactamente eso”. Fueron 180 personas recorriendo la ruta de la historia. Siete semanas y media de rodaje, dos unidades de producción trabajando en paralelo. Estar expuesto al entorno real del personaje —la selva, el calor, la humedad, la incomodidad— genera respuestas físicas involuntarias desde el trabajo actoral y permite una conexión más visceral con la ficción.

El desafío consistía en llegar al set y sumergirse por completo en el ambiente: el calor sofocante, los insectos, la lluvia reciente y las largas dos o tres horas de traslado hasta la locación. En ocasiones, debían desplazarse en tractores o incluso a pie, ya que no existía otra forma de acceder a los sitios. “Como actores, a lo largo de la carrera hemos estudiado muchas técnicas. Lo que me ha funcionado es aprender de todas y construir una propia. (...) A mí me servían todas esas cosas que me pasaban: el sudor, la humedad, el calor... Todo era real y nos ayudó un montón a crear la veracidad de ese universo”, dijo Viviana Serna, quien interpreta a Alicia Carranza.

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En su caso y en el de Lombana, el mejor método actoral es estar presentes: digerir los diálogos, grabarlos y escucharse, imitar acentos, hacer trabajo de campo; que funcione más la intención que la memoria. “Uno sale cansado, agotado de llorar, de gritar, de ser feliz. Porque trabajas con tus sentimientos. Pero para llegar a eso hay que entrenar, prepararse. En mi caso, no sirve la memoria emotiva, pero sí la muscular. En lo audiovisual, si hay presupuesto, te llevan al lugar, sientes el frío, estás ahí y te contagias de lo que pasa. Pero si estás haciendo teatro, tienes que desarrollar una imaginación mucho más fuerte. Hay que crear”, concordó Lombana.

El sudor, la humedad, el calor... Todo era real y nos ayudó un montón a crear la veracidad de ese universo.

Viviana Serna, actriz de La vorágine

La importancia del libro y la cultura en la actuación

La lectura de un clásico literario como La vorágine no es un detalle menor para el elenco y el equipo de producción. “Cuando Quinto Color decidió sumarse, nos tocó leer el libro desde cero. Era necesario para empezar la creación y revisión de los guiones. Y a los actores nos tocó volver a leer la novela. Nadie dijo: ‘Yo ya me la sé toda’”, contó Lombana. Para cualquier adaptación, es necesario sumergirse en el material original. Interpretar exige primero comprender: leer, cuestionarse y releer.

“El primer elemento de consulta es el material original. Si una obra está basada en algo, hay que ir a esa fuente para entenderla y formar una visión propia del contexto. Pero después, lo dejo ir y me paso al libreto”, explicó.

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El trabajo también implica otras herramientas, como el proceso de investigación, que Serna describió como un trabajo bastante ñoño que cada actor debe asumir: “Tenemos que ir a un contexto histórico: ¿cómo era Colombia en 1924? ¿Cómo se hablaba? ¿Qué palabras se usaban? Es un estudio muy riguroso, porque La vorágine es un libro de hace 100 años. Son muchos puntos los que tenemos que cubrir con el personaje: de dónde viene, cuál es su contexto histórico, sociocultural, etcétera”.

El texto como estructura, la serie como interpretación

“Me parece muy lindo poder interpretar historias que vengan de libros. Nos permite jugar con el imaginario de las personas y con los personajes que ya existen en nuestras mentes”, dijo Serna. Y ese respeto por el imaginario original también implicó decisiones creativas y éticas de la producción. “Lo único que modificamos fue la forma en que se retrataban las mujeres para dignificar esos personajes y lograr que la obra sea visualmente entretenida, independientemente de que hayas leído el libro. Queríamos respetar la obra, pero sobre todo la intención del autor: lo que quería dejar en el pensamiento”, aseguró el actor.

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A pesar de haber sido escrita hace un siglo, la novela expone estructuras de poder y violencia persistentes: mujeres maltratadas, hombres esclavizados y muchos pueblos indígenas que aún enfrentan explotación y desplazamiento. “Cuando no es el caucho, es la hoja de coca”, dijo José Lombana. La lógica extractiva y la obsesión por poseer —territorio, cuerpos, recursos— sigue repitiéndose.

Por Paula Andrea Baracaldo Barón

Comunicadora social y periodista de último semestre de la Universidad Externado de Colombia.@conbdebaracaldopbaracaldo@elespectador.com
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