Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Cuando Amis es más Amis

El británico Martin Amis, autor de novelas como ‘Los campos de Londres’ y ‘Dinero’, confiesa que necesita desayunos calmados para entrar como con un arrullo a la conmoción de la vida. Las mañanas se convierten en momentos de lucidez.

Angélica Gallón / Enviada especial Cartagena

30 de enero de 2009 - 06:39 p. m.
PUBLICIDAD

Su único ritual antes de escribir es tener un desayuno calmo, en donde nadie ni nada interrumpa ese estado mental excepcional entre la vigilia y el sueño. Su esposa lo sabe y por eso, aunque le moleste, espera a que la mañana esté bien avanzada para lanzarle los buenos días. Así que cada día, el escritor británico Martín Amis (Oxford 1949), el que revuela tanto los periódicos con sus declaraciones abiertas y agudas, el del ceño fruncido en el noventa por ciento de su banco de fotografías, empieza su vida “como con la calma de un arrullo”. Y es que ése es su momento de mayor lucidez, en donde Amis es más Amis.

La imagen de hombre polémico e irreverente, su relevancia como escritor que hizo merecedora a su primera obra El libro de Rachel del premio Somerset Maugham en 1973) y su buena pinta podrían conspirar para convertir a este autor en una estrella arrogante. De lejos algo de eso se puede temer, pero en la cercanía Amis es dulce y es pequeño, a pesar de su impecable apariencia no le importa llevar las manos untadas de tabaco después de armarse un cigarro y de repente puede soltar una risotada como el más genuino de los mortales.

Martín Amis es hijo de Kingsley Amis, un connotado escritor y poeta de la época de los cuarenta, y aunque uno podría suponer la inmensa influencia que es tener uno de los grandes de las letras en la familia, después de leer Experiencia, una íntima y generosa autobiografía que escribió Martin a raíz de la muerte de su progenitor,  queda claro que el verdadero legado que le dejó su padre fue el de una infancia bella y una adolescencia de complicidades intelectuales.

Su primer encuentro con la escritura fue de manos de Vladimir Nabokov. Sólo llevaba dos páginas de su libro y le fue irremediable confesar: “Este libro está hecho para mí”. Ahora ésa es su obsesión como escritor. Cuando piensa en un lector, se imagina a uno joven, de no más de 20, que a las tempranas cinco páginas de su novela piense que ese libro está hecho como para él.

Read more!

La crítica suele decir que sus más remarcables novelas son Dinero y Los campos de Londres, sin embargo, él se declara incapaz de elegir una. “Es verdad eso que dicen que son como tus hijos, no tienes favoritos. Aunque creo que siempre tienes más en el pecho las novelas que a la gente no le gusta mucho, las otras pueden defenderse por su cuenta; es como esos hijos a los que los empujan en el jardín y por eso tal vez los quieres más”.


Asombra la calidez de sus palabras cuando habla, porque sin duda su escritura es mucho más mordaz. No sólo por los temas que aborda, el holocausto, las perturbadoras relaciones entre la izquierda y el  estalinismo —narrada en su libro Koba—, o el deshumanizado lugar en donde le permitían a los presos del Gulag pasar una noche con sus esposas —en su novela La casa de los encuentros—. No es sólo su beligerancia e inconformismo, es además que no respeta eufemismo y cree que el único y verdadero humor es el que es ofensivo.

“Es posible que el humor se esté extinguiendo y es posible que en el futuro no haya humor porque éste es un elemento que funciona estrechamente con las ideologías”, comenta Amis, “En el famoso libro Democracia americana se decía que la democracia es una cosa maravillosa, pero todos sabemos cómo va a acabar, es tan fácil ofender a alguien, todos somos tan sensibles que la vida termina siendo algo tan flojo, tan inconsistente”.

Read more!

En sus libros Martin Amis se ríe de la estupidez humana, pero sabe que a nuestra cultura no le gusta mucho la gente que hace eso. “Ya no se cuentan chistes de ‘había una vez un irlandés y un judío entrando en un pub’. Creo que mis alumnos de la Universidad de Manchester nunca podrán escribir las cosas que yo escribí”. Pero no se trata de una declaratoria de antipatía, es más una fidelidad a su carácter, fidelidad que según él debería conservar todo el que escribe.

Su humor roba carcajadas y sonrisas a lo largo de todos sus libros, es casi inevitable. Es la frase irónica en el momento justo que hace que todo cobre dobles sentidos, y quizás esa habilidad sea su verdadero encanto, el que hizo que en su juventud las jovencitas fueran sus devotas como si fuera estrella de cine. Lejos de esas pretensiones, para Amis la vida por estos tiempos se resume en lo que pasa entre cuando te levantas y cuando vuelves a tu cama, “porque la vida no es como ninguna novela, con patrones y símbolos, la vida es amorfa e inaprensible”.

No ad for you

Por Angélica Gallón / Enviada especial Cartagena

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.