Cuando Eyvar Fardy fue el piloto de “El Principito”

Fardy conoció esta obra cuando era un niño. Desde ese momento comenzó a preguntarse por reflexiones adultas. Por temas tan profundos como el sentido de la vida o el amor. Por cómo se vivían las relaciones. Por las contradicciones de los seres humanos, específicamente las de los adultos.

“Me costó mucho tiempo entender de dónde venía. El principito, que me hacía muchas preguntas, jamás parecía entender las mías. Fueron palabras pronunciadas al azar las que poco a poco me revelaron el secreto”, dice este piloto en el libro, que va contando con detalles sobre sus conversaciones con este príncipe venido de otro planeta que se extraña por las actitudes y decisiones de las personas que dicen llamarse “serias”.

Para Fardy, la obra basada en este libro representó un reto actoral. “Ensayamos varios meses para lograr una interpretación del nivel de una obra tan conocida. Se contó con actores extraordinarios donde en baile y el canto fueron parte fundamental del montaje. Para mí, el papel fue una responsabilidad mayúscula”.

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Desde el principio, concluyó que el piloto era el personaje con el que “todos” se identificaban en la obra. Según su percepción, los miedos, recuerdos y tristezas de este personaje llevaban al espectador a que sintiera una afinidad especial, así que muy rápidamente entendió que, en sus manos, estaban las sensaciones de la gran mayoría de personas que se encontrarían con esta pieza. “En lo personal, hallar el niño Interior y jugar nuevamente con él fue gratificante. Todos lo llevamos dentro, pero lo olvidamos por vivir en el frenesí del día a día, buscando una supuesta felicidad basada en las cosas materiales. Si lo pensamos por un segundo, podemos encontrar felicidad en las pequeñas cosas, apreciando la belleza de lo simple, la grandeza de la amistad y del amor”, dijo.

En la historia de El Principito, el piloto francés Antoine De Saint-Exupery sufrió una avería en el motor de su avión que lo obligó a aterrizar en un desierto africano a mil millas de cualquier lugar habitado. Allí conoció a un pequeño hombrecito al que llamó “el principito”, quien le contó aventuras vividas durante el viaje que comenzó desde su pequeño planeta, dejando al piloto lleno de reflexiones en torno al sentido de la vida, la soledad, la condición de ser adulto y el secreto del zorro: “Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con los ojos del corazón”.

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“El séptimo planeta fue, por consiguiente, la Tierra. ¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (incluyendo, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores”, contó el piloto sobre su planeta, que fue visitado por el principito por consejo de un geógrafo. Así fue como se encontraron.

“El Principito es una de las principales obras de la literatura infantil con la que muchos nos sentimos identificados. Creo que esto es clave para que uno pueda sentir una confrontación como artista”, agregó Fardy. Para él, en este tipo de interpretaciones el actor debe tener una intensa preparación para abordar el texto que, a pesar de ser una obra infantil, tiene un contenido muy complejo, diverso y lleno de elementos. Agregó que debió trabajar mucho en su condición física: el montaje tuvo múltiples bailes, además de canciones, lo que le demandó un trabajo de voz.

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Sebastián Toro, Julián Palacios, Daian Parra, Diana Bolaños, Melissa Bermúdez y Luna Palacios fueron los otros actores de esta obra.

Para el actor, uno de los aspectos que más disfrutan los actores de teatro es la respuesta inmediata del público, algo que genera una adrenalina especial para quien está en escena. Su intención fue la de “tocar el interior de los asistentes”. “Colombia es potencia teatral. Tenemos increíbles actores, directores y grandes producciones. Se debería dar más apoyo y fomentar más esta expresión desde cortas edades para hacerlo parte de su crecimiento, de su formación como personas”, concluyó.

El Principito sumó alrededor de 200 funciones entre temporadas y giras nacionales. Para Fardy, su encuentro con el piloto de este cuento fue fundamental para formarse como actor de teatro, pero, sobre todo, como lector. Según él, comenzó a fijarse, a darse cuenta de que se fijaba, en asuntos que antes pasaban desapercibidos. Su coincidencia con el piloto fue tan importante como el encuentro del piloto con el principito.

“Para vosotros que amáis al principito, lo mismo que para mí, nada habrá cambiado en el universo si en cualquier parte, quién sabe dónde, un cordero desconocido se ha comido o no se ha comido una rosa... Pero mirad al cielo y preguntadle: El cordero, ¿se ha comido la flor? Y veréis como todo cambia... ¡Ninguna persona mayor podrá llegar a comprender jamás que esto sea verdaderamente importante!”.