El Magazín Cultural

Darío Grandinetti: “Deseo que 'Rojo' sirva para no dejarnos volver a engañar”

Premiado como el mejor actor de la 66° edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, cuenta cómo la cinta escrita y dirigida por Benjamín Naishtat está fuertemente conectada con el aquí y ahora.

Janina Pérez Arias
30 de septiembre de 2018 - 08:52 p. m.
Darío Grandinetti, premiado en el Festival de cine de San Sebastián por su interpretación, en "Rojo", de un abogado que se indigna ante la complacencia de los civiles con los vejámenes de los militares durante la dictadura argentina de los años 70 y 80.  / Afp
Darío Grandinetti, premiado en el Festival de cine de San Sebastián por su interpretación, en "Rojo", de un abogado que se indigna ante la complacencia de los civiles con los vejámenes de los militares durante la dictadura argentina de los años 70 y 80. / Afp

Rojo es una película que habla de un momento muy especial en Argentina, durante el cual se preparó lo que fue una tragedia para mi país y para muchos  países vecinos de Latinoamérica”, retumbaba la voz de Grandinetti; y es que la historia que protagoniza este ya legendario actor se centra en 1975, cuando la Triple A (grupo parapolicial y terrorista de extrema derecha) preparaba el terreno para el golpe del 76, el cual instauraría una férrea dictadura y el terrorismo de Estado en Argentina.

Esta excelente producción argentina-brasilera-francesa-holandesa-alemana, que también fue premiada con la Concha de plata a la mejor dirección, para Benjamín Naishtat, así como con el Premio del Jurado a la mejor fotografía para Pedro Sotero, el intérprete argentino le otorga una gran importancia en estos momentos en los que “pareciera que la derecha y el fascismo han vuelto a crecer en el mundo”, se hizo escuchar Grandinetti, premiado por su trabajo de delicada orfebrería con el rol del abogado de provincia Claudio.

Días antes, el intérprete se encontraba en esos menesteres añadidos a la participación en un festival de cine. Posados y sets de televisión que se alternaban con una infinidad de entrevistas para la jungla de medios de comunicación.

De semblante serio, pero amable, su voz retumbona le pone énfasis a ciertas frases. Al final de esta conversación Darío Grandinetti sonreiría, y esto a pesar de que estos tiempos no están para ponerle buena cara.

¿Cómo le dio forma a este personaje tan contenido y con tantas capas?

Celebro que se note eso porque fue lo que extraje del recuerdo de esa época en la que todos éramos sospechosos; también todos temíamos estar siendo escuchados, y no sabíamos qué querían esos personajes que hablaban, si eran sinceros. Luego estaban aquellos que no decían nada y observaban mucho, y uno no sabía si iban a sacar provecho o no de la situación, si iban a denunciar. A mí me pareció que mi personaje era típicamente eso, y que el clima de la película tiene esa sensación de opresión, de “acá está pasando algo que no sé muy bien qué es, pero que seguro no es bueno”, de “aquí está pasando algo que va a explotar mal…”.

Tomando en cuenta esos recuerdos, ¿cómo ve el empeño del cine, y sobre todo de jóvenes directores como Benjamín Naishtat de tratar ese pasado oscuro de Argentina?

Lo celebro, sobre todo que lo hagan los jóvenes como Benjamín, que no vivió esa época, pero que en su caso sabe de lo que se trata porque su familia lo sufrió. Lo celebro en la manera de que nos salvemos de volver a cometer errores. Deseo que Rojo sirva para reflexionar sobre cómo debemos estar atentos a ciertas señales que nos van diciendo lo que se está armando, para anticiparnos, para no dejarnos volver a engañar, para que no vuelva a pasar lo que ha vuelto a pasar, y que está ocurriendo aunque ahora sea sin militares, sin tanques en las calles, pero con otro tipo de amenaza.

¿Qué sentimiento tiene al constatar que se está repitiendo la historia?

El sentimiento que tengo es de mucha pena, sobre todo de que haya sido votado, de que estas nuevas derechas sean legitimadas por el voto. Eso es lo que lamento.

Derechas e izquierdas…

Sí, pero le temo a la derecha. Las izquierdas siempre algo bueno dejan. A la derecha no le importa la gente, como tampoco le importa la cultura, la salud, la educación, la vivienda, la dignificación del trabajo, no le importan tus vacaciones, ni que con un sueldo puedas vivir dignamente, que te puedas comprar un auto o unas zapatillas para tu hijo, o un televisor. ¡No! Ellos dicen que eres pobre y te quedas pobre. Está establecido que eres pobre (Pausa, endurece el tono). “Los pobres no llegan a la universidad, ¿para qué tanta universidad si sabemos que los pobres no llegan a la universidad”. Así está verbalizado, no estoy inventando nada, estoy repitiendo lo que dicen funcionarios de mi país que  más bien deberían construir universidades. Entonces, todo eso se sabía y fueron votados. Y de todo eso habla Rojo, del caldo de cultivo de lo que vivimos hoy. Yo aspiro ingenuamente a que esta película y otras, nos ayuden a estar atentos, a verlos venir. El problema es que a algunos todavía les sorprenden estas políticas neoliberales y neofascistas.

Es evidente que el tema político lo toca mucho…

Sí, porque yo soy un ciudadano que se dedica a actuar, que se gana la vida con la actuación.

Siendo un personaje público al que mucha gente escucha, ¿no es muy pesada esa responsabilidad?

No, porque por otro lado siento que hay gente a la que le molesta mi actitud, y más en mi país. A mí me preocupa y me importa el otro. Tengo hijos, tengo a mi madre, sobrinos, hermanos, tíos, y mucha gente a la que no les va tan bien como a mí. A lo mejor puedo decir que en un periodo de gobierno de derechas trabajé y me fue bien, pero a los demás no. Necesitamos que al espectador potencial le vaya bien porque de lo contrario no verá las películas que hago, ni irá al teatro. Esto es parte de ese círculo virtuoso. Por eso necesitamos que le vaya bien al otro.

Por Janina Pérez Arias

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