I
Dulce obsesión tu cuerpo que forma parte de mi alma.
Soy la avidez de tu abrazo,
vivo por tu hermosa mirada,
soy mi deseo de ti,
de ti que eres materia que sueña,
música de mi paraíso de carne y de caricias,
flor de mis jadeos y mis éxtasis,
ángel de amor,
agua mansa de mi reposo más sereno.
Delirio tú de mi más sabia locura,
soy tu ardoroso mordisqueo,
soy mi mano en tu nalga,
soy parte de ese único dios que solamente existe
cuando nuestros cuerpos están juntos.
Soy tu devoto amante.
II
De ti y de mí
nuestro amor se defiende y pervive
aniquilando nuestra vocación de muerte.
Nuestro amor avasalla cualquier ofuscación y todo olvido.
Sin ti sé que me pudro,
tú sin mí te diluyes.
Más fuerte que tú o yo,
este amor alimenta lo mejor de nosotros,
nos incendia y refresca,
nos sosiega y agita,
nos da vida.
De ti y de mí defiendo nuestro feliz delirio.
III
Solo sé decir “te amo”.
Intento algo iluminado qué decirte, hablar del paraíso,
hablar de la música, del aire,
pero solamente sé decir que te amo:
mi alfabeto único de cinco letras, mi ese o ese, mi alimento.
A veces me gustaría mencionar una flor de sabio perfume,
un fruto jugoso y maduro,
mi rosa, mi durazno,
pero solamente sé decir “te amo”.
La dicha, amor, aturde, y soy solamente nuestros cuerpos
y solamente puedo decir que te amo
y cuando estallo y lo que soy se irriga dentro de ti,
te amo, yo te amo.
IV
Mi sosiego depende de ti.
Tú eres mi paz, mi armonía conmigo y con el mundo.
Eres mi bandera blanca, el signo de certeza,
la única fe de mi corazón:
todo esto lo sé más intensamente cuando no estás conmigo,
cuando me enfrento solitario a esta lucha que no entiendo
y el idioma que las gentes me hablan es galimatías.
Eres mi claridad, mi suave viento, mi ahora y mi mañana;
para ser feliz me bastas tú.