Disfrutar a Pink Floyd sin el cercano scratch (el rasgado) del acetato representa casi lo mismo que escucharlo con él. La razón es muy sencilla, la música de esta agrupación, y de cualquiera de sus integrantes actuales o de antaño, supera la conquista auditiva porque su sonido es capaz de entrar en el cuerpo sin transitar por la vía directa entre los oídos y el cerebro.
El arte de los músicos que han figurado en cualquiera de las tapas o contraportadas de Pink Floyd puede ingresar por el estómago, cuando las vibraciones del bajo ejecutado por Roger Waters asume su faceta más intensa o cuando los acordes de la guitarra de David Gilmour protagonizan la faena.
También logra acceder a los confines humanos por los ojos si se trata de propuestas conceptuales como la mayoría de los ejercicios experimentales de la banda británica, en los que las imágenes y el juego de luces son casi tan contundentes como el contenido sonoro. Otra posibilidad de aproximación es a través del espíritu, ese órgano intangible que para algunos está en todas partes y para otros en ninguna, pero que tomado de la mano con esta corte de maestros del rock puede encontrar su máximo nivel de evolución.
Pink Floyd, como colectivo o como denominación personal con nombres y apellidos, no es progresivo porque a algún crítico intrépido le dio por catalogarlo de esa manera, encasillando un estilo que ni antes ni ahora ha tenido límites y, así, facilitarle la vida a quienes son felices ubicándolo todo dentro de cuadrículas. Pink Floyd es una banda progresiva, simplemente, porque va adelante.
La agrupación, que comenzó actividades artísticas en 1964, lidera todo un movimiento que a partir de la psicodelia se esmeró en abrir otros canales de comunicación, mientras los demás se empeñaban en saturar un solo registro siguiendo alternativas exitosas. Con Syd Barrett intentó ser diferente. Con David Gilmour y Roger Waters lo logró en definitiva al pisar terrenos casi inexplorados como el rock sinfónico y el arte progresivo.
Poco se hablaba de “obras” en el rock y mucho menos se les ponía el apellido de conceptuales. Los integrantes de Pink Floyd comenzaron a abrir la senda al componer álbumes completos, sin cortes, en los que un tema estaba ligado con el siguiente, algo impensable en este tiempo dominado por sencillos (singles) de no más de cuatro minutos de duración con la única finalidad de ser radiados y conjugar el verbo “estar” dentro de los listados de popularidad.
Al romper esa barrera del tiempo, la banda elaboró registros tan impactantes (audio, visual y espiritualmente, como siempre ha sido su costumbre antes y ahora) como Atom Heart Mother, Meddle, The Wall, The Division Bell, Whish You Were Here y, por supuesto, la recordada The Dark Side Of The Moon.
Las noticias sobre Pink Floyd se activan cuando alguno de sus músicos retoman la actividad discográfica y le hacen un guiño a la historia publicando, una vez más, un álbum conceptual. Ahora David Gilmour anunció el lanzamiento de su próximo registro con el que quiere seguir sacudiendo la escena sonora del mundo.
Después de 45 años de su primera presentación en en el anfiteatro de Pompeya, con motivo de la aparición de la cinta dirigida por Adrian Maben, Pink Floyd Live at Pompeii, David Gilmour ofreció dos conciertos memorables bajo la sombra amenazante del monte Vesubio, los días 7 y 8 de julio de 2016.
Los dos conciertos se convirtieron en las primeras presentaciones de rock dirigidas a audiencias en el antiguo lugar llamado Espectaculum, que fue construido en el año 90 a. C. y cayó en cenizas cuando el Vesubio hizo erupción en el 79 d. C. Gilmour fue el primer artista en ofrecer un show para el público desde los tiempos de los gladiadores desde hace casi 2.000 años.
David Gilmour Live at Pompeii fue grabado en 4k por el director Gavin Elder e incluye imágenes realizadas durante ambos shows, además de ofrecer una experiencia audiovisual que incorpora el desarrollo de la denominada gran pantalla circular ciclorama, al igual que variedad de lasers y pirotecnia.
“Es un lugar mágico. Volver y ver el escenario es impactante. Es un lugar de fantasmas”, comentó David Gilmour durante la realización de esta jornada musical en la que hay canciones derivadas de sus dos recientes álbumes como solista: Rattle That Lock y On An Island.
Adicionalmente se encuentran clásicos propios y canciones emblemáticas con la banda Pink Floyd como Wish You Were Here, Comfortably Numb y One Of These Days. Ambos conciertos fueron escenarios para las presentaciones de The Great Gig In The Sky del registro The Dark Side Of The Moon, que muy pocas veces ha sido interpretada por Gilmour como solista.
David Gilmour – Live At Pompeii será lanzado en todo el mundo en diferentes formatos el 29 de Septiembre de 2017. Los fans ya pueden solicitar el material en la página http://smarturl.it/DGPompeii. Únicamente durante la noche del 13 de Septiembre se emitirá David Gilmour - Live At Pompeii en unas dos mil salas de cine alrededor del planeta.
Rock conceptual, sonidos progresivos al mejor estilo de Pink Floyd, jazz y arreglos novedosos hacen parte de este álbum-película que demuestra que David Gilmour es capaz de rebasar cualquier límite.