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“De isla en isla”, una comunidad más allá del espacio que habita

Presentamos una reseña del libro “De isla en isla”, escrito por Andrea Leiva Espitia, el cual habla sobre la configuración socio espacial de Santa Cruz del Islote.

Laura De la Rosa Solano*

25 de abril de 2024 - 09:56 p. m.
El texto escrito por Andrea Leiva Espitia fue publicado en 2023.
Foto: Archivo Particular
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La Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás pone a disposición del público este libro que analiza las formas de habitar el espacio insular. A partir de una etnografía clásica de un año de duración, Andrea Leiva Espitia demuestra como el espacio se construye en Santa Cruz del Islote, una isla del Caribe colombiano que se ubica en el Archipiélago de San Bernardo, Golfo de Morrosquillo y es conocida popularmente como la “más densamente poblada del mundo” por tener una superficie de tan solo una hectárea y un aproximado de 600 habitantes.

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Desde una perspectiva antropológica que se cruza con la geografía humana, la autora explora las formas de espacialidad de esta población insular, que hace parte del “espacio de interrelaciones” caribeño donde se vinculan históricamente redes entre islas y costas que se relacionan por lazos culturales, lingüísticos, económicos, entre otras dimensiones que entrelazan a las sociedades de este mar interior. A diferencia de múltiples conceptualizaciones antropológicas que vinculan un grupo social con un espacio delimitado, en el Islote la comunidad se constituye como tal a partir múltiples movilidades. Desde el mismo poblamiento del Islote, analizado en el capítulo I, la itinerancia ha sido la forma de habitar las islas y el litoral por parte de los isleños. Las corrientes marinas, la dirección de los vientos y las brisas, la navegación, el comercio de coco, la pesca y el contrabando son algunas de las dinámicas que llevaron al establecimiento de familias en el Islote hacia finales del siglo XIX. Leiva identifica tres momentos de este proceso: “arrancharse”, “calzar” y “traer mujer”.

La comunidad isleña construye su espacio a través de relaciones, estas se dan hacia adentro del Islote y hacia afuera del mismo. El segundo y el tercer capítulo del libro profundizan en las formas de organización socioespacial en la isla. Existen nueve barrios que corresponden al linaje de un ancestro fundador, dentro de ellos hay “calces”, espacios compartidos por un grupo de hermanos, donde están las casas y patios que se constituyen en el espacio doméstico y femenino. La figura materna como centro del espacio residencial está representada por la “tía”, mujer mayor alrededor eje de la vida social. La unión que convoca la figura materna como eje de la familia isleña, se contradice con las rupturas que causa la “envidia”, aspecto que Leiva analiza a la luz de la sociología para mostrar las rupturas en la organización socio-política de los isleños en el tercer capítulo.

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El capítulo cuarto explora las relaciones que se establecen por fuera de Santa Cruz del Islote analizando cómo los isleños se relacionan con las islas aledañas y con el mar. Múcura y Tintipán, las islas vecinas al Islote, son vistas como mundos opuestos. El Islote se concibe como “la capital”, el espacio residencial, una mímesis de los barrios urbanos de la costa caribe: tiene calles, sus casas son de cemento, tiene una escuela de tres pisos, una planta de energía, un centro de salud, dos galleras y tiendas. Múcura es un lugar de trabajo para los isleños, pues tiene playas, hoteles y otras fuentes de ingreso diario para mujeres y hombres que hacen un viaje de 10 minutos para buscar sustento con el turismo. No obstante, Múcura reúne una población que se ubica en el costado sur de esa isla que tiene 30 hectáreas de superficie. Se trata de unas 200 personas que habitan en el caserío conocido como “Chupundún”. Aunque la historia de esta población está estrechamente relacionada con la explotación del coco en el siglo XIX y la instalación de algunos isleños en las zonas aledañas para cercar y trabajar en esas fincas cocoteras, con el paso del tiempo la relación genealógica entre isleños y mucureros se ha vuelto distante. Muchas personas que habitan en Chupundún, llegaron directamente de diferentes pueblos costeros del Golfo de Morrosquillo, motivados especialmente por la pesca. Algunos de ellos son cercanos a los isleños, pero el discurso de estos últimos sobre Múcura es el de personas lejanas a su contexto social: mientras en el Islote se vive en casas de concreto, es decir cerca a la idea local de “civilización”, en Múcura se vive más cerca al “monte” y estas connotaciones describen la relación de contrarios entre isleños y mucureros. Paradójicamente, los isleños se sienten más cercanos a sus parientes y coterráneos de Cartagena y Tolú, que a sus vecinos próximos. Tintipán por su parte, es concebido como “el monte”: el lugar del agua, la vegetación, la caza de algunos animales y el reposo. Estas dos islas son entonces mundos donde se prolonga el espacio isleño, incluyendo el mar que Leiva describe como un espacio diferenciado entre un mar de uso doméstico que circunda la isla que los isleños llaman cariñosamente como “agua salada (agua salá)” y el mar abierto, dominio de los pescadores y navegantes, espacio masculino y de movilidad.

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Esta espacialidad se abre, en el quinto y último capítulo, al análisis de las redes de relaciones que permiten que los isleños habiten un espacio exiguo como Santa Cruz del Islote y lo defiendan como su territorio -aunque no esté reconocido legalmente como territorio colectivo- y al tiempo mantengan una relación de identidad y pertenencia con poblaciones insulares y costeras del litoral Caribe colombiano. Esta espacialidad anclada en el Islote es un sistema que se caracteriza por la cohesión social y la dispersión espacial: para defender su pertenencia al Islote, los isleños privilegian las relaciones con personas originarias del Islote que habitan en otras zonas del litoral Caribe. Esto les permite preservar su arraigo al Islote y a la vez vivir en una espacialidad más amplia donde expanden sus relaciones comerciales, culturales, sociopolíticas y económicas.

De gran interés para quienes trabajan en disciplinas como antropología, geografía y sociología y en temáticas de los estudios del Caribe, hábitat y movilidad, “De isla en isla” es una monografía centrada en las configuraciones socioespaciales de una sociedad caribeña que a través de movilidades y relaciones vive en mucho más que la hectárea en donde está su vivienda.

*Directora Centro de Estudios Sociales CES. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia.

Por Laura De la Rosa Solano*

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