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Debemos levantarnos por los valores de la libre expresión y la plena inclusión

Ante los peligros de nuevas leyes que restrinjan la enseñanza bajo la falta tesis del “adoctrinamento”, el rector de la Universidad de Princeton hizo un llamado urgente a los jóvenes para levantarse en defensa de “la libertad, la justicia y el amor entre las personas de esta tierra”, en su discurso de graduación esta semana. Estas fueron sus reflexiones.

Christopher L. Eisgruber*
03 de junio de 2023 - 02:25 p. m.
Christopher L. Eisgruber, rector de la Universidad de Princeton, durante la ceremonia de graduación el 30 de mayo de 2023
Christopher L. Eisgruber, rector de la Universidad de Princeton, durante la ceremonia de graduación el 30 de mayo de 2023
Foto: AP Images for Princeton Universi - Cortesía de Princeton University

Quiero comenzar diciendo algo sobre los títulos honorarios que otorgamos hace unos momentos. Nuestro propósito al conceder esos títulos no es solo reconocer los logros extraordinarios de los destinatarios, sino también presentarlos a nuestros nuevos graduados como ejemplos inspiradores de las muchas formas en que se puede vivir una vida de liderazgo y servicio a los demás.

Uno de los grandes placeres de mi trabajo cada año es conocer a los destinatarios de los títulos honorarios, darles la bienvenida a la Universidad y aprender un poco sobre ellos.

En 2015, tuve el honor de compartir este escenario con, entre otros, el vocalista y líder de los derechos civiles Harry Belafonte. Aunque muchas personas recuerdan a Belafontecomo un artista, Princeton le otorgó un doctorado honorario en leyes en reconocimiento a su activismo social y trabajo humanitario.

Harry Belafonte falleció hace poco más de un mes a la edad de 96 años. Me gustaría compartir algunas reflexiones inspiradas tanto en su memoria como en acontecimientos actuales.

Quiero, en particular, contarles una historia basada en la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos. Es una historia sobre Harry Belafonte y los orígenes del derecho estadounidense a la libertad de expresión. Y es una historia sobre el coraje moral de los jóvenes, sobre cómo su liderazgo desempeñó un papel crucial en la larga y aún inconclusa búsqueda de nuestro país por establecer una unión más perfecta y una sociedad más justa.

Harry Belafonte fue uno de los principales recaudadores de fondos para las campañas de derechos civiles de Martin Luther King y tuvo un papel de liderazgo en el Comité para la Defensa de Martin Luther King y su Lucha por la Libertad.

En marzo de 1960, ese comité publicó un anuncio de página completa en el New York Times. El titular de ese anuncio decía: “Escuchen sus voces que se alzan”.

Esas “voces que se alzan” eran las de los estudiantes negros del sur de los Estados Unidos que, en palabras del anuncio, participaban entonces en “manifestaciones no violentas en afirmación positiva del derecho a vivir con dignidad humana garantizado por la Constitución de los Estados Unidos y la Declaración de Derechos”.

El anuncio suplicaba ayuda y apoyo, porque, decía, los estudiantes estaban “siendo enfrentados por una ola sin precedentes de terror por parte de aquellos que pretendían negar y anular” las libertades prometidas por la Constitución.

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El anuncio también contenía algunos errores graves. Decía, por ejemplo, que las universidades de Alabama habían cerrado con candado sus comedores en un intento por privar de alimentos a los estudiantes que protestaban, lo cual no era cierto.

L. B. Sullivan, quien era comisionado de Policía en Montgomery, Alabama, decidió demandar al New York Times, alegando que ese anuncio lo difamaba. Ganó una indemnización de USD$ 500.000.

Era la mayor indemnización por difamación en la historia de Alabama y, de haber sido confirmada, podría haber sido suficiente para llevar al New York Times a la quiebra.

El Times llevó el caso ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. Sus posibilidades no lucían promisorias. La Corte tenía un historial terrible en casos de libertad de expresión. Nunca había sostenido que la Primera Enmienda limitara la ley de difamación de manera alguna, y se había hecho la de la vista gorda ante el macartismo y otros casos anteriores de persecución política.

Sin embargo, en el caso Times vs. Sullivan, la Corte Suprema reescribió la ley de libertad de expresión. Falló unánimemente a favor del New York Times y creó una restricción nueva y poderosa sobre la ley de difamación. La Corte sostuvo que todos tenían el derecho de criticar a los funcionarios públicos sin temor a una responsabilidad legal, a menos que sus declaraciones no solo fueran falsas, sino que además se hicieran con “malicia efectiva”.

De esta manera, la Corte Suprema creó, de repente y en una sola decisión, una de las doctrinas legales más protectoras de la libertad de expresión de la historia, y también de la actualidad.

El juez William J. Brennan, del estado de Nueva Jersey, redactó la opinión de la Corte y declaró que existe “un compromiso nacional profundo con el principio de que el debate sobre asuntos públicos debe ser desinhibido, enérgico y completamente abierto, y que bien podría incluir ataques vehementes, cáusticos y a veces desagradablemente punzantes contra el gobierno y los funcionarios públicos”.

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Cuando la gente habla de los derechos a la libertad de expresión en los Estados Unidos, a menudo los describe como el legado de los “padres fundadores” en el siglo XVIII, o como el producto de elegantes disidencias redactadas por los jueces Oliver Wendell Holmes y Louis Brandeis, a principios del siglo XX.

Sin faltarles al respeto a quienes escribieron la Constitución ni a esos legendarios jueces, una cosa es clara: los amplios derechos a la libertad de expresión legalmente exigibles que los estadounidenses valoran hoy surgieron por primera vez en la década de 1960, durante y debido a la lucha por la justicia racial en el sur, una lucha en la que participaron activistas estudiantiles negros.

Insisto en este punto hoy porque hay un movimiento en marcha en este país en este momento para crear una división entre los ideales constitucionales de igualdad y libertad de expresión. Hay personas que afirman, por ejemplo, que cuando los colegios y universidades respaldan el valor de la diversidad y la inclusión o enseñan sobre el racismo y el sexismo, están “adoctrinando a los estudiantes” o de alguna manera poniendo en peligro la libertad de expresión.

Eso es incorrecto. Es incorrecto como cuestión histórica y es incorrecto como cuestión de nuestros ideales constitucionales, que nos exigen preocuparnos simultáneamente por el logro de una igualdad real y significativa y por lo que el juez Brennan llamó un debate “desinhibido, enérgico y completamente abierto” sobre asuntos públicos.

Estos ideales están en peligro. PEN America, una organización dedicada a la libertad de expresión, informó en febrero que, solo en los primeros dos meses de este año, las legislaturas estatales ya habían presentado 86 “órdenes de silencio educativas” que restringen la capacidad de las escuelas, colegios, universidades y bibliotecas para enseñar o difundir información sobre desigualdades dentro de la sociedad estadounidense.

Algunas de estas propuestas de ley prohíben la discusión de la orientación sexual o la identidad de género. Algunas prohíben enseñar opiniones desaprobadas sobre raza, racismo e historia estadounidense. Otras buscan socavar la autonomía institucional de colegios y universidades o abolir la titulación, permitiendo así que los políticos controlen lo que los profesores pueden enseñar o publicar.

Christine Emba, quien se graduó de Princeton en 2010 y ahora escribe para el Washington Post, visitó en abril pasado la Universidad de Florida para examinar cómo esas leyes de censura de ese estado estaban afectando a estudiantes y profesores.

Habló con una estudiante de la Universidad de Florida, Emmaline Moye, quien dijo esto sobre su experiencia universitaria: “El hecho de estar expuesta a personas a las que nunca antes había estado expuesta, personas de diferentes razas, etnias, géneros y sexualidades, y, como estudiante queer, escuchar cómo se habla de esas cosas, me hace sentir escuchada y reconocida”.

Pero Emmaline agregó que, debido a las leyes recién aprobadas, “tengo tanto miedo por personas como yo... no tendrán esa sensación de liberación, de poder ser quienes son y saber que no están solas”.

No debemos permitir que algo así suceda.

Debemos levantarnos y hablar juntos por los valores de la libre expresión y la plena inclusión de personas de todas las identidades.

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Como dije antes, el anuncio que Harry Belafonte publicó en el New York Times hace más de 60 años comenzaba con el titular “Atiendan sus voces que se alzan”. Y concluía con el mensaje “Se necesita con urgencia su ayuda... ¡AHORA!”.

A todos ustedes que reciben su título de pregrado o posgrado de la Universidad de Princeton hoy:

¡Se necesita con urgencia su ayuda, ahora!

Entonces, cuando salgan de esta universidad, dejen que sus voces se eleven.

Que se eleven por la igualdad.

Que se eleven por el valor de la diversidad.

Que se eleven por la libertad, la justicia y el amor entre las personas de esta tierra.

Dondequiera que los lleven sus trayectorias individuales en los próximos años, espero que también continúen viajando juntos, como compañeros de clase y como egresados de esta universidad, en busca de un mundo mejor.

¡Felicidades a la Clase de 2023 de la Universidad de Princeton!

Y que se eleven vuestras voces.

* Discurso en la Ceremonia de Graduación de la Universidad de Princeton para la Clase de 2023. Mayo 30 de 2023. Estadio de Princeton.

** Publicado bajo autorización de Princeton University.

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Por Christopher L. Eisgruber*

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Fico(d47a8)03 de junio de 2023 - 08:40 p. m.
¿La Cabal será capaz de leerse estas palabras? Ah, claro, no entendería nada
Jorge(60581)03 de junio de 2023 - 05:22 p. m.
Es urgente tener un Papa LGTB que aparezca dando culo en todas las revistas para Adultos! Eso sí es libertad!
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