Luego de un trabajo de, mínimo, un par de años, el productor puede asegurar que su obra está finalizada. Mientras empieza su camino a través de festivales de cine internacionales, su interés también es que el público local pueda ver el resultado de su trabajo. Allí empieza el proceso de distribución a salas de cine.
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La industria audiovisual colombiana ha crecido de manera constante. Según cifras de Proimágenes, el 2024 cerró con 74 películas colombianas estrenadas en salas de cine, la mayor cantidad de largometrajes nacionales estrenados en la historia de la industria.
Una de las empresas que distribuyó más películas en 2024, con 10 títulos, fue Danta Cine. Uno de sus fundadores, Rodrigo Dimaté, indicó para este diario que este proyecto surgió como una preocupación ante la falta de distribución de cine colombiano, además de mencionar que una de sus líneas de selección de largometrajes corresponde al cine autoral documental, que toca temáticas que responden a la coyuntura nacional, siendo estos los mismos criterios que aplican para piezas de ficción.
Víctor Palacios, programador de distribución de Distrito Pacífico, indicó que ellos priorizan el cine regional, al que caracterizó como “un cine aún más marginal que el de autor: étnico y comunitario que sigue otras lógicas narrativas y de producción desarrolladas desde las regiones y sus particularidades”.
Las distribuidoras tienen contacto con las productoras de cine a través de referidos, o los realizadores los buscan directamente por la trayectoria que tienen en el medio. De igual manera, están pendientes de las selecciones de los festivales de cine, ya que, como expresó Dimaté, “nuestros últimos estrenos han estado presentes en varios de estos eventos. Esto se debe, en gran medida, a que participamos activamente en estos festivales, no solo como exhibidores, también compartimos criterios de curaduría con ellos. Nos interesa la selección que hacen, puesto que muchas veces coincide con nuestra visión sobre las películas y los realizadores colombianos que queremos impulsar”.
Si bien, parte de los presupuestos de distribución y promoción son reducidos, dependen mucho de los estímulos del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC). En conversación para El Espectador, Palacios explicó que el porcentaje de gasto para la promoción y distribución suele estar alrededor del 50 % del costo total del filme, pero que dependiendo de la viabilidad puede igualar el total o hasta superar esa cifra.
Según Palacios, este fue el caso de la ganadora del Óscar a Mejor película, “Anora”, cuyo costo de producción estuvo alrededor de los $6 millones de dólares, mientras que para estos procesos de distribución y promoción se le invirtió tres veces más que el costo inicial de la película.
“Aproximadamente el 80 % de las películas estrenadas en 2024 tuvieron menos de 10.000 espectadores, y dentro de ese grupo, más de la mitad (alrededor del 60 %) no superó los 5.000 espectadores. Esto significa que, sin estímulos, los estrenos de muchas de estas películas no habrían sido viables, ya que para los exhibidores no es un negocio proyectarlas”, aseguró Palacios.
Desde 2025, el estímulo de distribución exige que las películas cumplan con un mínimo de diez mil espectadores para recibir un apoyo de hasta $20 millones de pesos por película. Esto marca un aumento en los criterios de selección a comparación de 2024, para las cuales el FDC requería un mínimo de 3500 espectadores para ficción y 1750 para documental. “Se estima que la cantidad de estrenos disminuirá entre un 30 % y un 40 %, lo que afectará la presencia de películas colombianas en cartelera. Además, será importante evaluar cómo les va a las películas en este nuevo panorama”, expresó Palacios para El Espectador.
Posterior al contacto entre las productoras y distribuidoras, se realizan contratos en los que se definen los aspectos económicos, como su beneficio potencial al exhibirse en salas y los montos que se destinarán a la promoción del filme. Entre estos costos, explicó Dimaté, se encuentran la organización de los estrenos, los recorridos por distintas ciudades y la creación de material promocional — tráilers, pósters y campañas para redes sociales —.
Todo esto se realiza para sacar el mayor beneficio de la exhibición en salas de cine, “entendiendo que la competencia es fuerte y que el número de funciones disponibles representa un desafío para la recuperación de la inversión”, afirmó Dimaté.
Para definir las fechas de estreno de las películas se priorizan aquellas cuya temática esté vinculada a eventos o fechas relevantes, “por ejemplo, si una película aborda temas de diversidad sexual, buscamos programarla en un periodo en el que la agenda pública y mediática esté enfocada en estos temas, lo que puede potenciar su visibilidad y alcance”, indicó Palacios.
En el caso de estrenos que no cumplan este criterio, analizan las tendencias del mercado para poder definir el marco de tiempo en el que el largometraje pueda tener su mayor impacto. Entre los meses más complicados para realizar los estrenos nacionales están mayo, junio y julio, al tener los estrenos de verano de Hollywood, y diciembre, de acuerdo con Palacios.
“Las grandes distribuidoras controlan aproximadamente el 90 % de las pantallas en el país, es crucial identificar las fechas menos saturadas para maximizar la presencia de nuestras películas en el 10 % restante de las salas disponibles. Actualmente, de unas 1200 pantallas en total, solo ese pequeño porcentaje es accesible para el cine independiente, lo que nos obliga a hacer un análisis estratégico cuidadoso”, argumentó Palacios.
Luego de la recaudación en taquilla, es necesario que se divida el total en porcentajes para cada uno de los actores participantes. De acuerdo con Rodrigo Dimaté, estas negociaciones le dan entre un 50 % y un 70 % de participación al exhibidor, al considerar la exhibición de contenido audiovisual colombiano como “riesgoso” por los hábitos de consumo del público.
Del porcentaje restante, según Carlos R. López, productor de Chirimoya Films, un 20 % del total se destina a los servicios proporcionados por las empresas distribuidoras, mientras que un 80 % está dirigido a los productores del largometraje.
Estrategias de promoción
A pesar de los limitantes presupuestales y la duración en salas de cine comerciales, que, según Dimaté, en ocasiones no supera la semana en cartelera, las distribuidoras independientes han buscado maneras de optimizar la promoción de sus películas para generar el impacto máximo y compensar los años de trabajo en el largometraje.
“Trabajamos en el diseño gráfico de materiales promocionales, asegurándonos de que reflejen la esencia de la película sin generar falsas expectativas, estructuramos estrategias específicas para redes sociales, materiales impresos y, cada vez más, buscamos establecer un diálogo cercano con los territorios y agentes culturales locales”, apuntó Dimaté.
Un caso de estas iniciativas de promoción del cine colombiano es el evento “Abril, mes del cine colombiano”, promovido por la productora y distribuidora The G Seven, que de acuerdo con su presidente, Guillermo Blanco, es un circuito privado sin el apoyo de instituciones gubernamentales que busca, en conjunto con los productores, darle una mayor visibilidad a las películas.
Para Palacios, una de las problemáticas que se afronta con la distribución de cine nacional es la saturación de contenidos para las salas. En el caso de 2024, con el estreno de 74 películas, se presentaba el caso de tener dos o más películas colombianas exhibidas en la misma semana.
“Estrenar cuatro películas el mismo jueves no tiene sentido porque, las salas que proyectan cine colombiano suelen ser las mismas, lo que significa que estamos compitiendo por los mismos espacios”, afirmó. Palacios, además, mencionó que existe una falta de interés del público ante el cine nacional, lo que agrava la competencia por la audiencia y, en estas ocasiones de estrenos simultáneos, los cubrimientos de la prensa pueden limitar la difusión efectiva para cada uno de los proyectos.
“Necesitamos formar públicos más críticos que se interesen en el cine colombiano, porque se ha generado un estigma injusto: que no es atractivo, que es repetitivo. Y creo que no hay nada más alejado de la realidad”, argumentó Dimaté, quien añadió que “si de más de 70 películas estrenadas el año pasado no encontramos diversidad, entonces tal vez no estamos mirando bien. Si cambiamos nuestra perspectiva, habrá un punto de encuentro entre las salas, los espectadores y los realizadores”, concluyó.