El Magazín Cultural
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Desde Europa hasta el cielo (Verso a verso)

Una carta de una nieta a una abuela que ya no está. Europa, desde sus historias, personajes y museos, inspiró estas palabras.

María José Noriega Ramírez
03 de julio de 2023 - 03:00 p. m.
"Almond Blossom", óleo de Van Gogh que simboliza la llegada de una nueva vida. Esta obra está expuesta en Ámsterdam, en el Museo de Van Gogh.
"Almond Blossom", óleo de Van Gogh que simboliza la llegada de una nueva vida. Esta obra está expuesta en Ámsterdam, en el Museo de Van Gogh.
Foto: María José Noriega Ramírez

El 3 de junio, mientras estaba en Brujas, cumplí tres años escribiendo en estas páginas. Mi papá te llevaba a ti y al abuelo una copia del periódico en el que aparecían impresas mis palabras, muchas de mis inquietudes, sagradamente. Una vez me prestaste un libro rojo, chiquito, en el que Víctor Hugo habla sobre Dante. Necesitaba escribir algo diferente para los 700 años de la muerte del italiano y ese libro fue mi inspiración. En París, cuando visité el Panteón, recordé eso y pensé: no tengo una flor para dejar sobre su tumba, como algunos hicieron ahí, pero sí tengo en mi mente lo que él dijo sobre el autor de la “Divina comedia”: “Es un genio”, uno de los gigantes, y pensé en ti.

No podré contarte en persona lo que ha sido vivir, sentir y explorar Europa por casi un mes. No nos alcanzó el tiempo. Sus calles, sus museos, su arquitectura, sus historias, toda ella es algo de no creer. Es un continente de contrastes, como la vida misma: un día naces, un día mueres. Un día haces la guerra, otro día aspiras a la paz. Un día tienes reyes y al otro una república.

Todo me ha encantado: Copenhague, París, Berlín, Potsdam, pero, sobre todo, Ámsterdam. Allá se quedó parte de mi corazón, no solo por cómo la conocí y la viví, no solo por la ciudad que es, sino también porque ella me arropó y me acogió cuando a miles de kilómetros me tuve que despedir de ti. Los pasillos del Museo de Van Gogh vieron derramar algunas de mis lágrimas. De pronto, la gente habrá pensado que en esta y otras vidas lo admiré, y sí, claro que sí, pero nosotras sabemos cuál fue la verdadera razón. Él se encargó de mostrarnos a todos que del dolor, del sufrimiento, pueden surgir cosas hermosas, obras de arte, y decidí aferrarme a ese pensamiento: a que más allá del dolor de ahora, tuvimos años de felicidad.

Descansa, abuela, vuela alto. Te debo la visita a Grecia, ahora no alcancé, pero cuando lo haga, que sé que será pronto, no solo cantaré a grito herido las canciones de ABBA que tanto amo, que son una oda a la vida y a la alegría, sino que también pensaré en ti y trataré de entender de primera mano esa mitología que tanto te apasionaba y leías. Te mando un abrazo desde Europa hasta el cielo.

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